Cambio climático acarrea riesgos a industria agroalimentaria

Debido a problemas de desertificación

Redacción
Bienestar
soya
Foto: Sader

El cambio climático agrega un alto grado de incertidumbre al panorama agroalimentario nacional e internacional en este año, por lo que se deberán tomar medidas que mitiguen los riesgos financieros, operativos y sanitarios, afirmó Juan Carlos Anaya, director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).

Al dar a conocer las “Perspectivas agroalimentarias 2020”, señaló que este sector seguirá creciendo a un ritmo mayor que la economía en su conjunto, pero posiblemente en menor medida que los años anteriores, debido a la contracción en la demanda de productos agroalimentarios.

Al carecer de medidas de mitigación para los efectos del cambio climático, habrá que instrumentar rápidamente medidas de adaptación para estar menos expuestos a los impactos, como buscar productos más resistentes y llevar una política de administración de riesgos.

De forma moderada, puede esperarse una reducción de la producción que estaría entre el 5 y 10 por ciento, debido a problemas de desertificación, ocasionados por la degradación de los suelos y las sequías, estimó el directivo de GCMA.

Además, los productores deberán vencer retos derivados de la falta de bienes públicos que el gobierno federal ha dejando de brindar, como la información del sector agroalimentario; seguridad e inocuidad alimentaria; defensa de los intereses comerciales internacionales; inteligencia de negocios y apertura de nuevos mercados; y esquemas de ordenamiento e instrumentos que den certidumbre al ingreso y a la comercialización.

Mencionó algunas medidas que se pueden adoptar para reducir esos riesgos, como trabajar al interior de las cámaras empresariales y sistemas de producción para adquirir información especializada que permita tomar decisiones.

Refirió que la producción de granos y oleaginosas tendrá un proceso gradual de ajuste en el modelo de comercialización, a partir de la salida del gobierno federal en el ordenamiento de mercado y la eliminación de los instrumentos que daban certidumbre a su comercialización.

“Este año será el primero de muchos en que los agricultores comerciales de maíz y sorgo, entre otros productos básicos, no tendrán una red de seguridad en su ingreso como la que les daba el programa de Ingreso Objetivo, situación que provoca incertidumbre en el sector y podría tener repercusiones políticas y sociales a nivel local y regional”, señaló.

Por otra parte, mencionó que “es poco probable que el nuevo modelo de políticas públicas enfocadas a la producción de granos alcance la autosuficiencia alimentaria, por lo que el país importará más granos básicos en 2020”.

Por lo que se refiere al subsector de frutas y hortalizas, consideró que seguirá explotando su ventaja competitiva para abastecer el mercado de Estados Unidos, pero habrá una competencia cada vez más fuerte, debido a la participación creciente de países sudamericanos en productos como aguacate, tomate, espárragos, cítricos, entre otros.

Otro posible riesgo, que podría agudizarse es la pérdida del estatus sanitario por la falta de gasto público en inocuidad y sanidad, por lo que será de vital importancia que productores y autoridades se apeguen a las mejores prácticas de producción.

En cuanto a la producción pecuaria, determinó que continuará su crecimiento, aunque altamente expuesta a riesgos zoosanitarios como la gripe aviar o fiebre porcina africana, debido al desmantelamiento de las instituciones sanitarias, por lo que “cualquier contagio puede ser letal para los ganaderos y para la población humana”.

Finalmente estimó que será importante que el gobierno analice el impacto de las nuevas políticas públicas en la producción nacional, en la seguridad alimentaria y en la generación de valor agroalimentario y, en su caso, rectifique para dar certidumbre al sector, promover su productividad y aportar las herramientas necesarias para continuar su desarrollo y crecimiento.