EL ESPIONAJE POLÍTICO A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Investigación en curso.

Redacción
Foto: Especial
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Por Claudia Ivett García

Con rostros consternados y una mezcla de indignación y solemnidad la bancada del PAN, respaldada por legisladores del PRI y el PRD principalmente, acusó haber sido motivo de espionaje. Lo hizo en voz de su coordinador Mauricio Kuri, quien blandiendo los micrófonos enérgicamente como prueba irrefutable exigió una investigación exhaustiva.

Este hecho ya se investiga y de configurarse el delito los responsables deberán ser castigados hasta sus últimas consecuencias para garantizar el Estado de Derecho. La Fiscalía General de la República ya evalúa documentos oficiales que en 2012 dan cuenta de 61 micrófonos omnidireccionales para atornillar en superficie de plafón, que nunca fueron conectados para su funcionamiento, pero que formarían parte de los servicios de audio y video prestados por el Senado a las fracciones parlamentarias. En contraste la FGR también evalúa documentos presentados por la fracción panista de la cámara alta, que argumentan la inexistencia de micrófonos en 2018. Mientras esto se aclara de manera oficial, hagamos un recuento histórico.

El espionaje político es una estrategia milenaria y recurrente en la historia de la humanidad que resulta prácticamente imposible de erradicar al tratarse de una herramienta indispensable en el mundo de la política. Se ha utilizado como herramienta para el ataque, pero también como distracción. Vamos a la historia.

Poder


Durante todo el periodo del Imperio y la República Romana existieron espías políticos. Césares, gobernantes, cónsules, miembros del Senado, integrantes de la Asamblea, ediles, tribunos y los principales políticos tenían su red de vigilancia, la cual les proveía valiosa información para tomar decisiones. La información es poder, y si ese poder es político, mejor.

El primer servicio secreto romano apareció en el primer periodo de las guerras civiles que destruyeron la República. Estaba al servicio de César y Pompeyo.

Posteriormente Augusto implementó el cursus publicus, correo imperial cuyo objetivo principal era combatir el espionaje político y militar.

Importante rememorar cómo el político y orador romano Marco Tulio Cicerón escribió más de un millar de cartas, fuente prácticamente inagotable de conocimiento sobre la vida diaria romana, su filosofía, sociología y política. Su destinatario más asiduo era su amigo Ático, con quien compartió correspondencia entre los años 68 y 43 aC plasmando 397 cartas, compiladas actualmente en 16 libros. El autor se quejaba de que sus cartas frecuentemente eran interceptadas: “No puedo encontrar un mensajero leal”, relataba a su contemporáneo Ático. “Son muy pocos los que son capaces de llevar una carta sin caer en la tentación de leerla”. Manifestaba su reserva a escribir por temor de decir demasiado y que sus cartas fueran leídas por destinatarios no autorizados.

En aquella gloriosa y convulsa época romana una importante red de espionaje fue la articulada por Julio César. Para uno de los generales y estrategas más grandes de todos los tiempos el espionaje era indispensable en el terreno bélico y político. Irónicamente su arma secreta falló al no recibir información sobre la intención de sus enemigos de asesinarlo. Pese a sus aportaciones en el terreno de la criptografía Julio César nunca recibió información que le evitara ser traicionado y asesinado.

El Imperio Romano integró a su red de espionaje incluso a algunos de los más endebles eslabones de su cadena social. Comerciantes de trigo se movían por ciudades y mercados recopilando información para la élite política. Estos mercaderes fueron pieza clave en el control y expansión del imperio y conformaron el origen del servicio secreto de Roma, mejor conocidos como los frumentarii.

Así como en la historia romana es evidente el espionaje político, este también fue parte determinante en las conquistas napoleónicas, las guerras mundiales, la Guerra Fría… y una interminable lista de eventos históricos. Si quisiéramos retroceder en el calendario el espionaje político está registrado también en épocas ancestrales. Las primeras manifestaciones de la utilización de los servicios de inteligencia y espionaje las encontramos en Mesopotamia tres mil años aC a manos del Imperio Acadio. El espionaje también se hizo presente en la mitología Sumeria, donde el dios Ninurta, asociado al planeta Saturno, recababa información sobre sus enemigos haciendo uso de un arco y su maza Sharur.

Entendamos que no es anacronía sino actualidad. El espionaje político, basándome en hechos históricos, también está presente hoy en gobiernos de todo el planeta, en congresos de cientos de países, en los sistemas de partidos a nivel mundial. Origen es destino.

Por ello cierro esta reflexión histórica con la ideología del general chino Sun Tzu, plasmada en El arte de la guerra: “Los dirigentes brillantes y los buenos generales que sean capaces de conseguir agentes inteligentes como espías, asegurarán grandes logros”.

Y entonces pregunto: ¿usted cree que haya fiscalía en el mundo capaz de inhibir el espionaje político? Yo creo que no.