GUERRA DEL PETRÓLEO: SACUDIDA A LA ECONOMÍA MUNDIAL

Tanto Rusia como Arabia Saudita incrementaron la producción.

Arturo Moncada
Política
Foto: Especial
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Hoy la economía mundial sufre del impacto de la combinación del COVID-19 con la creciente amenaza de una crisis con expectativas de recesión y la drástica caída del precio del petróleo a su nivel más bajo en 18 años debido al declive de la demanda de energía en una economía global golpeada por los esfuerzos para contener la pandemia del coronavirus: millones de trabajadores en cuarentena, fábricas cerradas y mínimo consumo de combustible, en especial, por parte de las líneas aéreas internacionales, las cuales caminan al borde de la quiebra.

A la baja en la cotización del petróleo contribuye el choque en el mercado del crudo entre Rusia y Arabia Saudita, que tiene como consecuencia el incremento de la oferta en medio del descenso de la demanda.

Contexto

Hace tres años factores sumamente influyentes incidieron en los mercados petroleros. El primero fue el surgimiento de la producción de shale oil o petróleo de esquisto en Estados Unidos, que hizo pasar a ese país de ser un gran importador de petróleo a ser un exportador cada vez más importante.

El segundo fue la alianza entre Arabia Saudita y Rusia, que durante ese tiempo cooperaron en recortar su producción, para intentar contrarrestar el efecto de la producción estadunidense.

Sin embargo dicha cooperación tocó fondo el pasado 9 de marzo cuando Arabia Saudita, como integrante dominante de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), propuso fuertes recortes para desplazar el colapso en la demanda a raíz del brote de coronavirus.

Arabia Saudita solicitó el mantenimiento del pacto OPEP+ (los 14 integrantes de la organización y sus diez países socios), además de un recorte adicional a la producción petrolera de un millón 500 mil barriles por día, sugerencia que Rusia rechazó señalando que el recorte de la oferta estaba a favor de rivales como Estados Unidos y que perdía gradualmente una parte en el mercado.

La negativa desató un desafío y tras el fracaso de la cumbre de la OPEP llevada a cabo en Viena, tanto Rusia como Arabia Saudita aumentaron la producción y anunciaron que adoptarán una actitud de incrementar sus partes en el mercado.

Esta situación causó una inmediata caída en los precios del petróleo, que en solo días registraron una baja de 30 por ciento.

Impacto

El coronavirus o COVID-19 que apareció en la ciudad china de Wuhan y se propaga por el mundo, además de amenazar la salud global sacude profundamente a la economía mundial.

La producción petrolera cayó rápidamente debido a que los contagios afectan a numerosas economías desarrolladas, principalmente la china. Además las personas puestas en cuarentena empiezan a reducir sus gastos de consumo.

En este sentido naturalmente el consumo de todos los productos, principalmente el de petróleo, se redujo rápidamente.

Según las evaluaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras instituciones financieras internacionales y los bancos la posibilidad de una recesión global es muy alta. De hecho se prevé que la demanda de petróleo caiga en gran medida a lo largo del año: la Agencia Internacional de Energía pronostica que la demanda mundial de petróleo disminuya al menos entre tres y cuatro millones de barriles diarios.

Mientras que se esperan caídas tan altas en la demanda en el mercado, Estados Unidos continúa con su producción de petróleo esquistoso desde hace mucho tiempo, del cual produce en promedio cerca de 13 millones de barriles diarios.

Las tecnologías de fracking acerca del petróleo y el gas esquistosos reducen cada día los costos de producción.

Estos efectos sobre la demanda y la oferta causan que los productores tradicionales, en particular Arabia Saudita y Rusia, se enfrenten en busca de una mayor tajada en el mercado.

Para Behruz Abdolwand, experto de DESB Consulting, se trata de “una lucha por preservar las cuotas de mercado. Rusia siempre ha buscado ampliar la suya”.

La OPEP, agrega, “también trata de mantener su cuota, mientras que Estados Unidos quiere producir al menos tanto petróleo de esquisto cuanto sea necesario para mantener su propia competitividad en el mercado mundial”.

Para el experto los consumidores tienen una buena oportunidad de reponer sus reservas estratégicas “porque esta caída de los precios no durará mucho tiempo”.

El analista estima que en los próximos dos o tres meses el precio caerá de los actuales 27 dólares hasta los 20 por barril.

No obstante Abdolwand opina que hay otras razones para el colapso de los precios del petróleo. “En primer lugar se trata de una guerra económica mundial entre Rusia y Estados Unidos. En segundo el brote de coronavirus contribuyó aún más a la disminución de los precios. Por lo tanto el papel clave en el aumento de la producción de petróleo de Rusia lo desempeña el factor geoeconómico: el país busca expulsar el petróleo y el gas de esquisto del mercado”, subraya.

“En este momento luego de un aumento observamos una disminución en la producción de petróleo y gas de esquisto. Y es que después de este colapso de precios su producción no será rentable: para que lo sea el precio debe ser de al menos 50 dólares por barril”, evalúa.

Por lo tanto un desplome de esta magnitud se puede convertir en un desastre para el mercado estadunidense, asegura Abdolwand.

El experto considera que los bajos precios afectarán a los propios sauditas “porque su presupuesto estatal prevé un precio del petróleo de 80 dólares”. En Rusia esta cifra es de 45 dólares. Desde este punto de vista “los tres países quedarán afectados por la crisis económica mundial”.

Desde que Estados Unidos se convirtió en primer productor mundial gracias a la tecnología fracking la OPEP, como recuerda Axel Botte, estratega de mercado de la gestora de fondos Ostrum, ya no tiene la sartén por el mango en el mercado petrolero.

Eso explicaría que esta guerra de precios, más allá de la pugna más obvia entre Arabia Saudita y Rusia, sea también una forma de poner contra las cuerdas a la industria estadunidense del fracking.

El precedente no es precisamente bueno: Riad ya lo intentó una década atrás y cosechó mucho menos éxito del esperado, doblegado por el avance tecnológico en el campo de la fracturación hidráulica. Rusia asegura que su salida del acuerdo no responde a ninguna motivación oculta. Simplemente, repite, no era ventajoso para ellos.

La mayoría de especialistas se muestran en línea con la idea de que la verdadera intención de Rusia es ganar terreno a la fracturación hidráulica estadunidense que, según indica Sophie Chardo, de Lombard Odier, con el precio del petróleo Brent en 40 dólares o menos empezará a sufrir una “aguda tensión financiera” y reducirá los bombeos.

Según sus cálculos su costo marginal de producción ronda los 45 o 50 dólares, lejos de los precios actuales. “Y algunas empresas ya han anunciado que se verán obligadas a cerrar algunas plataformas que son económicamente ineficientes. Obviamente cuanto más tiempo dure el entorno de bajos precios, más profundas serán las pérdidas para la industria estadunidense del esquisto”.

Esto quiere decir que debajo de estos niveles las empresas en esta industria estarían incurriendo en pérdidas, se tendrían que cerrar pozos de extracción y en un escenario catastrófico muchas empresas del sector entrarían en quiebra dejando de pagar sus deudas. En cambio para Arabia Saudita el costo de extracción se estima en diez dólares por barril, lo que significa que la empresa sigue siendo rentable con los niveles de precios recientes.

No obstante la incertidumbre es alta y la apuesta rusa puede volverse en su contra en momentos en que su economía no se encuentra del todo sana y necesita los fondos procedentes del crudo y del gas para estabilizar sus finanzas públicas.

Anna Koroleva, analista senior de Coface, apunta que Moscú aún puede resistir durante un tiempo con este nivel de precios y garantizar una producción sostenible. Quizá no tanto como asegura el Kremlin, que dice contar todavía con la mayoría de su fondo de contingencia —unos 125 mil millones de dólares— que, según los analistas, hace tiempo que utilizó, pero su capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada es amplia.

La caída del mercado petrolero impactó a la economía mundial. Los principales mercados accionarios han registrado pérdidas de más de 10% en una jornada y no han logrado recuperarse.

México

Ante la expectativa de una menor demanda energética y una sobreproducción por la guerra petrolera entre Arabia Saudita y Rusia, la mezcla mexicana de exportación de petróleo (MME) se derrumbó en los mercados a un nuevo mínimo en 18 años, en medio de un mercado energético sacudido además por los estragos de la pandemia del coronavirus a escala mundial.

Tan solo el pasado jueves 19 el petróleo mexicano cayó 22.57%, a 14.54 dólares por barril, de acuerdo con información de Petróleos Mexicanos (Pemex) dada a conocer ese día luego de que el 18 de marzo no se publicara el precio por día feriado.

En contraste, en los mercados internacionales el precio del referencial internacional Brent cotiza en 27.22 dólares por barril, con un avance de 12.38%, en tanto que el estadunidense West Texas Intermediate (WTI) llegó a los 24.62 dólares por barril, un alza de 22.48 por ciento.

Cabe recordar que cuando el precio del crudo tuvo caídas drásticas de 2014 a 2016, en donde tocó mínimos de 26 dólares por barril, Pemex tuvo afectaciones ya que en 2015 la calificadora Moody’s bajó su calificación crediticia, porque bajas en el nivel de petróleo significaban bajas en los ingresos de la compañía paraestatal.

Sin embargo hoy Fitch Ratings tiene calificados los bonos de Pemex como grado especulativo o como lo llaman los analistas financieros “bonos basura”.

Fitch Ratings resalta en un análisis, titulado Choques por coronavirus y precio de commodities amplifican la presión en los soberanos de América Latina, que el principal riesgo sobre la calificación soberana de México es un crecimiento aún más débil y el potencial deterioro del perfil crediticio de Pemex en el contexto mundial de choques por coronavirus, caída de precios del petróleo y mayor volatilidad del mercado.

“Un lento crecimiento económico dificulta la posibilidad de consolidar las cuentas fiscales (…) junto con la depreciación de las monedas y un crecimiento más lento, la estabilización de la deuda será aún más difícil y es probable que aumenten las relaciones deuda/PIB en México y en toda la región”, acota.

En el estudio la calificadora destaca que “el presupuesto 2020 de México apunta a un nivel saludable de superávit primario, pero se basa en supuestos optimistas para la producción del petróleo y el crecimiento económico”.

El análisis precisa que “México ha cubierto su exposición directa al precio del petróleo en 2020, pero los precios persistentemente bajos aumentarán las presiones fiscales a partir de 2021 y Pemex requerirá más apoyo para mantener su programa de inversión planificado”.

Si bien Moody’s y Standard & Poor’s aún mantiene calificada la deuda de la paraestatal con grado de inversión, si otra calificadora además de Fitch bajara la calificación a grado especulativo muchos fondos extranjeros se verían obligados a vender los bonos de la empresa; de llegarse a materializar, este escenario podría tener implicaciones negativas para el peso mexicano y los bonos soberanos.

Arturo Carranza, especialista en industria energética, señala que “en la medida en que Pemex produce y vende más petróleo puede aportar más recursos al gasto público; y en la media en que produzca menos aporta una menor cantidad, afectando el gasto público”.

Y es que actualmente Pemex aporta 14% de ese gasto, por lo cual el gobierno busca elevar la plataforma de producción para aportar más ingresos, pero con los precios tan bajos se pone en riesgo alguno de los proyectos de Pemex, sobre todo aquellos donde los costos operativos son altos, de manera particular los de exploración y desarrollo, donde se requieren más inversiones.

Caída de la mezcla mexicana en marzo

Día Precio por barril (en dólares)

19 14.54

18 Día de la Expropiación Petrolera (sin datos)

17 18.78

16 Día feriado en México

15 Domingo (no cotizó)

14 Sábado (no cotizó)

13 24.19

12 23.58

11 25.93

10 27.40

9 35.75

6 40.32

5 41.37

Fuente: Banco de México

Guerras de petróleo de Arabia Saudita

El país árabe ha enfrentado cuatro guerras de precios, incluida la actual, en los últimos 35 años. Todas duraron al menos un año y los precios cayeron al menos 50 por ciento.

Primera guerra de precios Duración de 13 meses. En junio de 1985, en una reunión en Taif, Arabia Saudita, el rey Fahd advirtió a los países de la OPEP que su país ya no soportaría la carga de los recortes de producción. En noviembre Riad inundó el mercado. El petróleo cayó de 31 dólares por barril a 9.75 en seis meses. La paz no llegó hasta diciembre de 1986.

Segunda guerra de precios Duración de 17 meses. Inició en noviembre de 1997 en una reunión en Yakarta, Indonesia. Arabia Saudita aumentó la producción para hacer frente a Venezuela, que rápidamente ganaba cuotas en el mercado estadunidense. Lo que Riad no había anticipado era que la demanda colapsaría en medio de la crisis de mercados emergentes y un invierno cálido. El petróleo cayó de 20 dólares por barril a menos de 10. El fin del enfrentamiento llegó en abril de 1999.

Tercera guerra de precios Duración de 22 meses. Comenzó en noviembre de 2014 con una reunión en Viena. Cansado de que países no pertenecientes a la OPEP vivieran de los recortes de producción de la organización y preocupado por el impacto de la revolución del oil shale de EU, Arabia Saudita adoptó una política de bombeo a voluntad. El petróleo colapsó, cayendo de cerca de 100 dólares por barril a 27.88. En septiembre de 2016 Arabia Saudita dio un giro de 180 grados y Rusia se unió a los recortes.

Cuarta guerra de precios Esta vez la batalla ha sido más dura desde el principio, con caídas de precios de más de 30% en tan solo días. En guerras pasadas los precios cayeron de forma gradual durante un periodo de meses.