Pedro Castillo jura como presidente de Perú

El triunfo de Castillo es un giro a la izquierda en esa nación

Redacción
Internacional
Pedro Castillo y su esposa Lilia Paredes.
Foto: AP

Lima, Perú, 28 de julio. Pedro Castillo, quien juró esta tarde como el nuevo mandatario de Perú, anunció que no gobernará desde el Palacio Presidencial —que se convertirá en museo— y reiteró que impulsará su propuesta para reescribir la Constitución bajo un estricto respeto a las leyes.

El primer presidente de origen campesino en 200 años de Independencia vestía su característico sombrero y dijo desde el Parlamento, dominado por la oposición, que por sus venas corre “el orgullo y dolor del Perú profundo”. “Mi vida se hizo en el frío de las madrugadas del campo y fueron también estas manos de campo las que cargaron y mecieron a mis hijos cuando eran pequeños”.

El maestro rural miró al palco de honor donde estaban sus padres analfabetos --que fueron siervos sin tierra de una hacienda de los Andes-- y añadió que era hijo de un país “fundado sobre el sudor” de sus antepasados. “La historia de ese Perú tanto tiempo silenciado es mi historia”, dijo.

Castillo asume el cargo en el Bicentenario del país sudamericano, en medio de la mayor mortandad de su historia con más de 195 mil por el nuevo coronavirus y luego de semanas de tensión política por acusaciones de su rival, Keiko Fujimori, de un fraude electoral que no se comprobó.

El también dirigente del sindicato de maestros prometió que buscará impulsar un plan para reescribir la Carta Magna de 1993 con estricto respeto a las leyes. Dijo que la actual Constitución beneficia “a las grandes corporaciones para que puedan llevarse nuestra riqueza a raudales”. Añadió que el Estado debe tener libertad para promocionar, vigilar y regular según el interés de las mayorías.

Su propuesta podría frenarse porque no tiene mayoría en el Parlamento unicameral de 130 legisladores que es dirigido por una coalición opositora. De contar con los votos suficientes, el proceso empezaría por modificar un artículo de la actual carta magna para incluir que ésta puede ser reescrita en una Asamblea Constituyente.

El triunfo de Castillo es un giro a la izquierda tras 30 años de gobiernos amigos del libre mercado y es recibido con desconfianza por los inversionistas internacionales y dudas de algunos expertos.

“No tenemos claras sus principales líneas de política”, dijo Claudia Navas, analista de la firma global Control Risk. “Prevemos que, debido a la situación política del país, Castillo deba mantener una posición mucho más pragmática de lo que él ha anunciado durante la campaña”.

En su juramentación estuvo presente el Secretario de Educación de Estados Unidos, Miguel Cardona, quien también fue profesor de primaria; el rey de España Felipe VI y varios presidentes de Sudamérica, entre ellos los mandatarios de Chile, Sebastián Piñera; de Colombia, Iván Duque; de Ecuador, Guillermo Lasso, de Argentina, Alberto Fernández y de Bolivia, Luis Arce.

Castillo dijo que los proyectos mineros o gasíferos de clase mundial sólo se ejecutarán si tienen “rentabilidad social” que dinamicen la economía, donde la recaudación de impuestos “sea positiva y relevante”, se mejore las condiciones laborales de los trabajadores y se promueva la participación estatal “como socio o ejecutor mayoritario”.

Perú es el segundo exportador mundial de cobre, plata y el sexto en oro. El asesor económico de Castillo, Pedro Francke, afirmó a inicios de mes que evalúan subir los impuestos a las ganancias mineras debido a los altos precios mundiales del cobre, que superan los 10 mil dólares la tonelada.

Recibe un país que apenas ha salido de la unidad de cuidados intensivos por el impacto del virus. Con millones de desempleados, miles de pequeñas empresas quebradas y con el retiro de unos 13 mil millones de dólares de los bancos locales por la incertidumbre política, según cálculos oficiales.

Castillo prometió no estatizar la economía y dijo que ésta será ordenada y “con predictibilidad”, pero acabará con los monopolios que cobran “sumas artificialmente elevadas” por el gas doméstico y las medicinas, o cuando los bancos piden “hasta 200% por créditos de consumo”.

Enrique Castellanos, economista de la universidad del Pacífico, dijo a la radio RPP que Castillo debe construir confianza empresarial. “La confianza toma tiempo mantener y se va rápido”, indicó.

Castillo también aseguró que continuará el proceso de vacunación contra COVID-19 y que la educación presencial en las escuelas empezará a más tardar el primer semestre 2022, con mejores sueldos a los profesores, incluidos los de zonas rurales.

El presidente indicó que, pese a no tener casa en la capital, no vivirá en el Palacio presidencial de Lima y que éste se convertirá en un museo de historia local. “Tenemos que romper con símbolos coloniales para acabar con las ataduras de dominación vigentes por tantos años”, dijo. Castillo vive por ahora en una casa que un amigo le ha prestado en un barrio de clase trabajadora, aseguró a la prensa la semana pasada la esposa del presidente Lilia Paredes.

Los expertos afirman que es el primer mandatario de origen campesino que llega a la presidencia en 200 años de independencia republicana en un país que fue colonia de España entre 1542-1821 y donde hasta ahora los indígenas reciben casi siempre lo peor de los deficientes servicios públicos de una nación que se jactó de ser la estrella económica de América Latina en el siglo XXI.

La confirmación de su triunfo en el balotaje del 6 de junio se detuvo por 43 días debido a que su rival, la derechista Keiko Fujimori, hija de encarcelado ex presidente Alberto Fujimori (1900-2000), pidió anularle miles de votos para revertir su victoria acusándolo de un fraude que nunca pudo probar.

Su victoria no ha sido recibida con agrado por la élite peruana y los empresarios lo miran con desconfianza. El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, afirmó que Castillo “representa la desaparición de la democracia y la libertad en el Perú", mientras que Fujimori dijo que su victoria es “ilegítima” y traerá “graves consecuencias en nuestro país”.

A diferencia de otros sindicalistas que antes de llegar a la presidencia fueron diputados, como Evo Morales en Bolivia o Luiz Inácio Lula da Silva, que se postuló tres veces antes de gobernar Brasil, Castillo alcanzó el máximo cargo en su primera apuesta, sin haber ejercido cargos públicos.

En 2017 Castillo lideró la mayor huelga de maestros en 30 años en busca de mejores sueldos y, aunque no logró mejoras sustanciales, se sentó a conversar con ministros, legisladores y burócratas. Así empezó a entender el mecanismo interno de las negociaciones con el poder.

En 20 años los peruanos fueron testigos que la experiencia o los títulos universitarios de sus cinco ex presidentes no sirvieron para luchar contra la corrupción, el problema que más preocupa después del coronavirus, según los sondeos. Todos los ex mandatarios están investigados por la fiscalía por posibles coimas ligadas a obras de infraestructura de la constructora Odebrecht u otras empresas.

Castillo se reunió más tarde junto a los presidentes y personalidades que llegaron a su juramentación en el Centro de Convenciones de Lima, una construcción moderna de concreto y vidrios ubicada junto al Museo de la Nación, el Ministerio de Educación y el Banco de la Nación. El lugar se ha convertido en el epicentro de las reuniones de Castillo con los mandatarios visitantes.

El jueves el mandatario juramentará de forma simbólica en una llanura de los Andes, en la región Ayacucho, donde en 1824 el ejército independentista venció de forma definitiva a las fuerzas españolas.