La comunidad de Cataluña, al noreste de España, ha estado en el ojo huracán en años recientes debido a su intención de independizarse. No obstante, su búsqueda por ser un país aparte ha sido una lucha de más de un siglo.
Desde el siglo XIX, en plena construcción del Estado-Nación de España, su centro castellano no logró imponer su lengua e imaginario nacional a la periferia geográfica con tradiciones históricas diferentes, lenguas y culturas propias.
Tras el final de la dictadura del general Francisco Franco, que dio paso a la nueva vida democrática en España, Cataluña firmó en 1979 su Estatuto de Autonomía, que sucedió al de 1932 y precedió al de 2006, el cual organizó al país como una Generalidad.
Durante el proselitismo previo a las elecciones del Parlamento de Cataluña en 2010, el entonces candidato del partido Convergencia y Unión (CiU), Artur Mas, puso como eje central de su campaña al “derecho a decidir”.
Como actual presidente de Cataluña, Mas continúa su demanda por permitir que los catalanes decidan si quieren continuar como parte de España o independizarse.
A partir de 2012, varios municipios y comunidades iniciaron protestas para manifestar su consigna de “territorio catalán libre”.
El 19 de septiembre pasado, el Parlamento catalán aprobó su propia Ley de consultas para celebrar referéndums sobre la cual basaron la consulta para la independencia.
El gobierno español logró impugnar tanto la Ley como la consulta con recursos de inconstitucionalidad, debido a que su Constitución no permite referéndums que no incluyan a todos los españoles, por lo que la consulta sería ilegal.
A diferencia de la votación en Escocia, el referéndum en Cataluña, en caso de ser positiva, no resultaría en una separación. No obstante, Artur Mas ha dicho que sí le daría un mandato político para negociar un camino a la independencia.
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