Por fin se logró una tregua en el último rincón de Siria y hay alivio en las fronteras de Europa: la provincia de Idlib, último bastión insurgente contra el régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, pasó de su peor escalada bélica a un alto al fuego con efecto inmediato en unos días luego de que Rusia y Turquía firmaron un acuerdo.
El presidente ruso, Vladimir Putin, quien apoya al régimen de Al-Assad, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, quien apoya a los insurgentes, firmaron en Moscú un memorándum para poner fin a las hostilidades en el noroeste de Siria que amenazaban con enfrentar de manera directa a los dos países.
Además del cese al fuego el documento establece un corredor humanitario de seis kilómetros de ancho al norte y seis kilómetros al sur de la autopista M4, para que los desplazados puedan volver a la zona y moverse; también patrullas conjuntas en esa estratégica vía de comunicación que une las ciudades de Aleppo y Latakia, ambas en manos del régimen de Al-Assad, y que ha estado bloqueada durante años debido a los combates.
Estos destacamentos de guardias comunes empezarán a funcionar a partir del 15 de marzo desde el asentamiento de Trumb hasta el de Ain al-Jabr, según el pacto.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, manifestó su esperanza de que “el acuerdo conduzca a un cese inmediato y duradero de las hostilidades y sirva para garantizar la protección de los civiles en el noroeste de Siria, quienes ya han soportado enormes sacrificios”.