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Pancho Valentino, luchador y ‘matacuras’ de los años 50

La historia de un luchador que no quería ser pobre y mató a un sacerdote.

Foto: Especial
La historia de un luchador que no quería ser pobre y mató a un sacerdote.
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Días antes de cometer el crimen, Pedro Linares Hernández, “El Chundo”, visitó la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en el número 107 de la calle Chiapas, en la colonia Roma de la Ciudad de México, para darle dulces a Duque, el perro que cuidaba el lugar.

Cada que “El Chundo” iba a rezar al templo, alimentaba al can para acostumbrarlo a su presencia y para que el animal le tomara confianza. De esta forma, el día del asalto sería más fácil envenenarlo.


La tarde del 9 de enero de 1957, “El Chundo” alistó los últimos detalles del plan junto a sus cómplices en el cuarto de la vecindad tepiteña donde vivía, conocida como “El Paraíso”. El robo sería ese mismo día.

Los cómplices eran José Valentín Vázquez Manrique, alias “Pancho Valentino”, un ex torero y luchador que soñaba con hacerse rico; Pedro Vallejo, “El México”, a quien Valentino conoció durante su estancia en Lecumberri, y Ricardo Barbosa Ramírez, un novillero venido a menos y autor intelectual del crimen.

“Pancho Valentino” sacó del bolsillo de su pantalón un trozo de carne de res cruda y se lo pasó a “El Chundo”, quien se encargó de aplicarle el veneno: estricnina.

Luego de que cada quien tomara sus armas, los 4 se subieron al Buick 1950, color mamey, de Barbosa y se encaminaron a la iglesia.

Cerca de las 5 de la tarde se estacionaron en la calle Tonalá. Barbosa se quedó en el volante mientras los otros 3 corrieron a esconderse en el patio de la iglesia.

Esperaron hasta las 9 de la noche, cuando el cura terminó la última misa y cerró el portón. Valentino permaneció detrás de un arbusto y “El Chundo” le dio la carne envenenada al perro, Duque.

Minutos después, el padre escuchó los ladridos del perro y salió a investigar. Lo encontró tirado en el suelo.

Cuando lo examinaba, “Pancho Valentino” salió de su escondite y le aplicó una llave de luchador al padre, quien intentó defenderse.

Después “El México” tomó al padre por los brazos y Valentino lo golpeó a cachazos hasta que le dejó el rostro desfigurado.

Cuando el religioso finalmente cayó al suelo por los golpes, “El Chundo” lo amarró de pies y manos para que los demás lo torturaran. Esperaban que les confesara dónde estaba el dinero.

No obtuvieron respuesta. El padre ya estaba muerto.

Entrada de la Iglesia donde asesinaron al padre Juan Fullana Taberner

Endemoniado, “Pancho Valentino” le puso un alambre alrededor del cuello. “El México” le metió un pañuelo en la boca. Como si aún pudiera gritar.

Arrastraron el cuerpo ensangrentado hasta la cocina, cortaron la luz y el teléfono de la iglesia y se dispusieron a buscar el botín.

Registraron la casa durante hora y media, destrozando todo a su paso, frustrados por no encontrar dinero ni nada de valor.

Abandonaron el lugar con la custodia, la llave del sagrario, una caja dorada de ostias, unos candelabros, las patenas del padre, una casulla, un par de sotanas y $4,500, el único dinero que encontraron.

“Pancho Valentino” tenía 38 años cuando perpetró el robo de la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima. Era un hombre de estatura media, fornido y de voz ronca.

En la década de los 50 apenas comenzaba a destacar como luchador profesional en arenas de varios estados de la República.

Tenía 4 hijos con distintas mujeres, pero sólo veía y quería a uno, un niño de 4 años de nombre José Manuel Vázquez Ordóñez, que quitó a la madre, Josefina.

Antes de que lo volvieran a encarcelar por el robo a la iglesia, Valentino estuvo preso 15 veces.

Lesiones, allanamiento de morada, robo, violación y trata de blancas fueron algunos de sus crímenes.

Fue durante uno de sus periodos preso en Lecumberri cuando conoció a Pedro Vallejo, “El México”, y a Rubén Castañeda Ramos, “El Boxeador”. Los 3 se hicieron amigos y después cómplices en el asalto al templo religioso.

“Pancho Valentino” estaba cansado de ser pobre, así se lo dijo a su amigo novillero, Ricardo Barbosa Ramírez.

Entonces Barbosa le propuso el plan: se trataba de robar al padre José Moll, uno de los 2 párrocos de Nuestra Señora de Fátima.

Moll era un descendiente de portugueses adinerados que sentía simpatía por Barbosa. En una ocasión le regaló 5 mil pesos para que viajara a Europa.

Según Barbosa, el padre Moll guardaba en la Iglesia 2 millones de pesos, de los cuales no podía comprobar el origen, por lo que no denunciaría el robo.

Para cometer el crimen invitaron a “El México” y “El Boxeador”, quien se negó, pero en su lugar les presentó a Pedro Linares Hernández, “El Chundo”.

Antes del 9 enero, ya habían intentado asaltar la iglesia, sin éxito. El 24 de diciembre de 1956, llegaron cerca de la media noche y tocaron el timbre. Pensaban sorprender al padre cuando abriera.

Permanecieron media hora tocando sin que nadie les abriera. Días después se enteraron de que el timbre no servía.

Sólo después de cometer el asesinato a principios de enero, los criminales se dieron cuenta del fallo en su plan.

La víctima que mataron en Nuestra Señora de Fátima no fue José Moll, sino el padre Juan Fullana Taberner, un sacerdote español que era el otro párroco del templo.

No sólo salieron de la iglesia con un botín mucho menor al esperado, también mataron al padre equivocado.

A “Pancho Valentino” lo atraparon en un poblado llamado San Isidro, en Querétaro, mientras intentaba escapar a Reynosa, Tamaulipas con su pequeño hijo.

Lo condenaron a 33 años de prisión y estuvo tras las rejas en Lecumberri hasta que intentó fugarse de la cárcel.

Entonces lo mandaron a las Islas Marías, donde se hizo amigo de Juan Manuel Martínez Macías, el clérigo del penal, a quien apodaban “Padre Trampitas”.

Murió en octubre de 1977, un año antes de cumplir su sentencia, debido a un ataque de epilepsia que lo dejó inconsciente.

Se ahogó en su propio vómito.

Fuentes:

- Asesinaron bestialmente a un religioso teatino, César Silva Rojas, La Prensa, 11 de enero de 1957.

- Pancho Valentino, uno de los asesinos del clérigo, Carlos Borbolla, La Prensa, 14 de enero de 1957.

- Descorren al fin el misterio sobre el asesinato del religioso Fullana, Carlos Borbolla, La Prensa, 15 de enero de 1957.

- Encontraron al hijo de Pancho Valentino, La Prensa, 22 de enero de 1957.

- El asesino Valentino envió irónica carta a la policía, 23 de enero de 1957.

- Cínico relato de su crimen hace Valentino, Carlos Borbolla, La Prensa, 27 de enero de 1957.

- Nuevas revelaciones de Pancho Valentino, Carlos Borbolla, La Prensa, 28 de enero de 1957.

- Pancho Valentino, el confesor de curas, J.M. Servín en El Libro Rojo: continuación, Fondo de Cultura Económica, 2008.

- Sacrilegio: el robo de Pancho Valentino y sus secuaces, Víctor Ronquillo, en Nota Roja 50’s, Editorial Diana, 1994.