La Thatcher nada tenía de feminista

¡Sí! Margaret Thatcher odiaba a las feministas y le caían mal.

José Luis Belmar
Columnas
Margaret Thatcher, ni un pelo
Foto: rahuldlucca, Creative Commons

¡Sí! Margaret Thatcher odiaba a las feministas y le caían mal, pero muy mal, pese a que en gran parte fue gracias al progreso de este movimiento que el público británico llegó a aceptar la posibilidad de que una mujer pudiera llegar a ser primer ministro.

Pero por culpa de Thatcher nunca más subirá una mujer al poder en la política británica: en vez de abrir una puerta para las mujeres, la cerró.


Mal hecho, pero ni modo, porque hay muchas féminas por ahí en el mundo que han demostrado que son tan buenas gobernando como lo son y han sido tradicionalmente los hombres.

Con lo que no contaron las feministas británicas de pantalón vaquero y meneo masculino es que por culpa de Thatcher, como dije antes, nunca más habrá una mujer en el poder de la política británica. Aun después de muerta, la Thatcher, llamada la Dama de Hierro del Reino Unido de la Gran Bretaña, continúa provocando opiniones en pro y en contra. ¡No faltaba más, ni faltaba menos!


¿Que hizo cosas buenas? Ni quién lo dude. ¿Que hizo cosas malas? Ni quién lo dude.

¿Que les dio hasta con la cubeta a los argentinos durante la guerra por las Islas Malvinas? ¡Que sí! ¿Que fortaleció la libra, pero puso en peligro el comercio británico? ¡También que sí! Pero lo que nunca hizo fue convertirse en un icono del feminismo recalcitrante que aqueja a los países hoy. Eso no iba y jamás hubiese ido con la Thatcher.

Ponzoña

La perdurable fortaleza económica británica le debe mucho a Thatcher. Ella fue una inspiración para sus sucesores y demostró que las políticas de libre mercado allanan el camino hacia la mejora de los niveles de vida.

De Margaret se recuerda cuando, durante una reunión política, agarró su famoso bolso de mano y gritó: “No dispongo de mucho tiempo hoy; solo el tiempo necesario para explotar y hacer las cosas a mi modo”.

Durante décadas la Thatcher proveyó de algunas bien escondidas políticas ponzoñosas y perjudiciales de relaciones públicas. Eso fue cierto incluso en la actualidad en la Casa Blanca, la cual, después de la muerte de la Thatcher, declaró: “Como hija de un comerciante que se elevó hasta convertirse en la primer ministra de la Gran Bretaña, ella personifica el ejemplo para nuestras hijas de que no hay un techo de vidrio que no pueda ser hecho añicos”.

Thatcher no era una lady que digamos. Por supuesto que no. Cuando Thatcher prohibió proporcionar leche gratis a niños mayores de siete años en las escuelas primarias se ganó el apodo de Margaret Tatcher, Milk Snatcher (Margaret Thatcher, ladrona de leche). Fue precisamente lo opuesto a una madre preocupada por la alimentación de sus retoños.

Lo que hacía le ganó también el lema de Perra Enterrada que, por cierto, era considerado viable, pero muy lejos de las feministas británicas que podían caminar y mascar chicle al mismo tiempo.

Refiriéndose a Margaret Thatcher, Bella Abzug, lideresa estadunidense del Movimiento Feminista, dijo una vez: “Nuestra lucha hoy no es tener a un Einstein femenino que sea nombrada como asistente de profesor. Es para que una mujer tipo ‘perra desdeñada’ llegue lo más rápidamente posible a ser promovida como ‘perro desdeñado’”. Ella estaba hablando de la mediocridad femenina, pero lo mismo es válido para la injusticia y maldad femeninas.

Para bien o para mal, la Thatcher, de feminista no tenía ni un pelo.