Guerra total en el PAN
La lucha fraticida que protagonizan maderistas y corderistas es, para los politólogos, consecuencia del mal manejo de la crisis poselectoral, lo que ha desatado una confrontación sin cuartel por el control del partido, de sus recursos económicos y de los espacios de poder.
La anunciada crisis que se esperaba sufriera el Partido Acción Nacional (PAN) después de su derrota en los comicios federales del año pasado, donde sumó un nuevo descalabro electoral que le costó la Presidencia de la República, perder entidades que eran bastiones panistas y ver disminuida de manera drástica su presencia a nivel nacional, se ha convertido en un infierno del que parece no querer salir un partido cada vez más dividido y confrontado.
Después de doce años con la titularidad del Ejecutivo federal, los panistas regresaron a la trinchera de la oposición en medios del caos, deserciones de seudopanistas, pérdida de identidad y sin un proyecto político claro, con un liderazgo —de Gustavo Madero Muñoz— que a decir de militantes y analistas no ha sabido enfrentar a tiempo los efectos de la derrota presidencial.
Además de ser criticado por “su condescendencia y entreguismo” frente al gobierno federal, el dirigente nacional blanquiazul es acusado de tomar decisiones erráticas y revanchistas, y no falta quien lo responsabilice de ser el culpable del desfonde que experimenta el partido que representa a la derecha en el país.
Aquel pudor que mostraban los panistas para no exhibir sus diferencias y desacuerdos frente a la opinión pública ha dado paso, en cambio, a una guerra abierta entre los grupos encabezados por Madero Muñoz de un lado, y del otro, por el defenestrado senador Ernesto Cordero, quienes se han lanzado acusaciones de corrupción, manejo ilegal de recursos, depósitos irregulares de casi medio millón de pesos a los senadores panistas y hasta intercambio de insultos por Twitter entre el senador Javier Corral e Juan Ignacio Zavala, cuñado del ex presidente Felipe Calderón.
Para los expertos, la lucha fraticida que protagonizan maderistas y corderistas es un conflicto que viene desde mucho antes de la pérdida de la presidencia y, entre otras causas, es consecuencia del mal manejo de la crisis poselectoral, lo que ha desatado una confrontación sin cuartel por el control del partido, de sus recursos económicos y de los espacios de poder.
Y sin que parezca importarles las consecuencias que acarreará en lo inmediato este conflicto al partido, al que le urge replantear su proyecto partidista y programático para tratar de volver a ser competitivo en materia electoral, las fracciones enfrentadas recurren a la descalificación, los insultos y las traiciones para dirimir sus enconos y diferencias, con lo que sacan a la luz la podredumbre acumulada por el PAN durante doce años en la Presidencia de la República.
Pleito sin fin
El cese de Ernesto Cordero como coordinador de los senadores panistas el 19 de mayo, ordenado por Gustavo Madero, parecía ser el punto culminante de un conflicto que había escalado, sobre todo, a partir de los acuerdos establecidos por el dirigente panista con el gobierno federal, en conjunto con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Revolucionario Institucional (PRI).
Descontentos con el proceder de su dirigente, Cordero y poco más de una veintena de senadores cercanos al ex presidente Calderón no perdían oportunidad de criticar las negociaciones establecidas por el dirigente panista para emprender una agenda de reformas, con las que no están de acuerdo en la manera en que presentaron para su procesamiento en el Congreso.
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