Gobernadores corruptos

¿Nos hemos vuelto más corruptos o simplemente está saliendo al aire más información? Hay buenas razones para pensar que esto último es lo que está pasando.  

Sergio Sarmiento
Columnas
Andrés Granier, ex gobernador de Tabasco
Foto: NTX

¿Nos hemos vuelto más corruptos o simplemente está saliendo al aire más información? Hay buenas razones para pensar que esto último es lo que está pasando.

En los últimos tiempos hemos sabido de varios casos de ex gobernadores que han incurrido en aparentes casos de deshonestidad. Quizás el más sonado es el de Andrés Granier, ex gobernador de Tabasco, quien es ahora objeto de procesos penales por evasión fiscal, peculado y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

Está también el caso de Luis Armando Reynoso Femat, ex gobernador de Aguascalientes, a quien se acusa también por peculado y ejercicio indebido del servicio público.

No son estos los únicos casos que hemos visto por presuntos actos de corrupción de quienes han ocupado cargos públicos. Hubo numerosas acusaciones en contra de Humberto Moreira, ex presidente del PRI y ex gobernador de Coahuila, estado al que dejó profundamente endeudado. Pero al parecer su hermano Rubén, quien ejerce actualmente el gobierno, no ha querido perseguir a un pariente tan cercano.

Jesús Godoy, quien dejó también al gobierno de Michoacán profundamente endeudado, fue acusado asimismo públicamente de malos manejos. Pero después de algunos meses de cuestionamientos en los medios, no se presentaron cargos en su contra.

Discrecionalidad

Ha empezado a ser bastante común que se promuevan acusaciones mediáticas o legales en contra de ex gobernadores, particularmente cuando sus sucesores son de otros partidos o grupos políticos. Es siempre difícil saber, ante la opacidad con la que se manejan los recursos públicos en nuestro país, si estas acusaciones están realmente fundamentadas o si son parte de los perversos juegos políticos que caracterizan a nuestro sistema.

Recordemos que ha habido casos, como el de Amalia García, a la que se le hicieron acusaciones de corrupción tras dejar el gobierno de Zacatecas, que al final se desmoronaron, aunque en el caso de Amalia fue por una decisión de la Suprema Corte, que tuvo más que ver con cuestiones de forma que de fondo.

Hay razones para pensar que mucho de lo que estamos viendo hoy son simples ajustes de cuentas políticas. Siempre es fácil acusar al predecesor de ser corrupto. Esto permite empezar un mandato con una justificación por todas las cosas que no se pueden lograr.

También es cierto, sin embargo, que vivimos en un sistema en el que la falta de transparencia y los poderes que tienen los gobernantes hacen que los actos de corrupción sean muy comunes. De lo que no cabe duda es que quienes han ocupado cargos relevantes de gobierno en nuestro país tienen por lo general un nivel de vida muy superior al que podrían conseguir con sus ingresos oficiales.

La solución de fondo no es seguir fincando responsabilidades a quienes sean sucedidos en cargos de gobierno por enemigos políticos. Un vistazo a nuestro sistema institucional revela que es mucho más sensato generar una mayor transparencia y reglas que eviten dar a los gobernantes los enormes poderes discrecionales que estos tienen. Si no se hace esto seguiremos viendo acusaciones de todo tipo… algunas fundadas, pero otras simplemente políticas.