Así desalojaron a los maestros del Zócalo del D.F.

Una vez que venció el plazo para que los maestros desalojaran la Plaza del Zócalo, minutos después de las 16:00 horas, , un grupo de jóvenes lanzó 3 cohetes a la Policía Federal.

Isaac Caporal
Política

Una vez que venció el plazo para que los maestros desalojaran la Plaza del Zócalo, minutos después de las 16:00 horas, , un grupo de jóvenes lanzó 3 cohetes a la Policía Federal.

Los oficiales esperaban la orden para avanzar sobre la calle de Pino Suárez hacia la de Corregidora, en el Centro de la Ciudad de México.

Algunos policías comían papas, tomaban refresco, otros hacían ejercicios de calentamiento, pero sin perder la línea de formación.

Mientras, los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, en la calle de Corregidora, levantaban una fogata hecha con ramas de árboles.

Alrededor del fuego, un grupo de personas con palos en mano gritaban consignas a favor de la causa de los maestros: “Oaxaca no se raja”, “ si no hay solución habrá revolución”.

- Prepárense que los trancazos van a estar buenos en Corregidora. Ellos tienen palos, fierros y bombas molotov- gritó el comandante de los policías a sus hombres.

Ellos portaban toletes y algunos extintores.

Antes de que los policías recibieran la orden para avanzar, los maestros comenzaron a dejar el Zócalo por otra calle, la 20 de Noviembre.

Al principio parecía que los profesores saldrían sin que hubiera disturbios, pero a la altura de la calle República del Salvador, un grupo de jóvenes con el rostro cubierto, y armados con palos y cohetes, esperaba a los policías que avanzaban formados en dos hileras, seguidos por 2 tanquetas.

Las agresiones duraron alrededor de 10 minutos. Los jóvenes lanzaron piedras y cohetes a los policías.

- Ya no les lancen cosas, que van a responder peor, no los provoquen- gritó una señora, pero no sirvió de nada, los proyectiles siguieron cayendo sobre los uniformados.

- Ya no tenemos, vamos por más cohetes- dijeron los jóvenes y se replegaron hacia la calle José María Izazaga, donde se dividieron en dos grupos: uno a la altura de Pino Suárez y otro sobre Isabel la Católica.

Ahí, los ataques se reanudaron: piedras, palos y botellas llovieron sobre los uniformados, quienes esta vez respondieron con chorros de agua.

El agua no detuvo las agresiones: después de cada chorro de agua que se lanzaban los oficiales, los ataques se reanudaban rápido.

Pero los objetos que servían de proyectiles se les agotaron a los manifestantes. No tuvieron más remedio que retirarse para intentar reagruparse en el Monumento a la Revolución.

Algunos de ellos se separaron de los grupos de jóvenes manifestantes y quisieron ingresar a las calles más cercanas al Zócalo.

“Vivo aquí en la siguiente calle”, “trabajo en ese local”, “voy de compras al centro”, decían a los policías, pero fue en vano.

- Por más que intenten nadie va a poder pasar- dijo un policía, al tiempo que camiones y personal de limpia se dirigían al Zócalo por la calle de Pino Suárez.

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