Diplomacia se impone a la acción bélica en Siria

El Consejo de Seguridad de la ONU logró el consenso suficiente para dar una nueva oportunidad al diálogo.

Arturo Moncada
Política
Barack Obama, presidente de Estados Unidos
Foto: AP

El pasado 21 de agosto la guerra civil en Siria tomó un curso diferente cuando se registró un ataque con armas químicas a las afueras de un campamento rebelde en Damasco, la capital: murieron más de mil 400 personas, gran parte de ellas niños.

La masacre provocó la indignación internacional y Estados Unidos con sus aliados amenazaron con una intervención militar contra el régimen del presidente Bashar al-Asad, a quien acusaron de perpetrar la agresión.

Enfrentamiento

El llamado de Estados Unidos, sin embargo, fue rechazado por la comunidad internacional, incluido el congreso de Reino Unido.

El presidente Barack Obama, apoyado por su homólogo francés, François Hollande,se volcó entonces a la tarea de convencer al mundo sobre la necesidad de esta medida.


En otro flanco, Rusia y China, aliados de Siria, así como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se opusieron a cualquier intervención militar y acusaron a los rebeldes sirios de ser los verdaderos autores del ataque con armas químicas.


Como antaño, el tablero del ajedrez mundial fue puesto en la mesa con Estados Unidos de un lado y Rusia del otro. Durante semanas, los enfrentamientos diplomáticos estuvieron a la orden del día: EU presionando para que el Consejo de Seguridad diera luz verde para el ataque, mientras Rusia y China vetaban cualquier resolución sobre esta posibilidad.

Fue hace dos semanas cuando ambas potencias alcanzaron un acuerdo marco en Ginebra con respecto de la destrucción de los arsenales químicos del régimen de Bashar al-Asad. El pacto estableció que Siria tendrá que suministrar una lista de su arsenal químico, así como su localización exacta. Determinó también que antes de finales de noviembre Siria deberá haber destruido las instalaciones donde produce estas armas.

Todo ello bajo estricta supervisión de inspectores de Naciones Unidas, que tendrán un acceso ilimitado a todas las instalaciones donde se produzca o almacene ese armamento.

Resolución

El acuerdo marco de Estados Unidos y Rusia instituyó así las bases para que en la 68 Asamblea General de la ONU los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad lograran un acuerdo sobre una resolución que exige la eliminación del arsenal de armas químicas de Siria.

Una condición indispensable para este logro fue la adhesión de Siria al Tratado de Prohibición y Destrucción de las Armas Químicas.

El pacto al que llegaron los cinco miembros prevé el uso de la fuerza en el caso de que el régimen de Al-Asad no cumpla con la ordenanza de destruir su arsenal químico, pero obliga a las potencias internacionales a pactar antes de llegar a ese punto.

El vicecanciller ruso Serguei Ryabkov afirmó que las negociaciones superaron un gran obstáculo y convinieron que la resolución incluya una referencia al Capítulo VII de la Carta de la ONU, la cual permite acciones militares y no militares para promover la paz y la seguridad.

El presidente Obama afirmó: “Esto apunta a lo que yo esperaba cuando hablé esta semana en el pleno de la Asamblea General de la ONU: que tenemos una comunidad internacional que no solo es capaz de hablar, sino de tomar acciones concertadas para aplicar normas internacionales”.

Dudas

El acuerdo, sin embargo, ha dejado sin respuesta dos importantes interrogantes: por un lado no establece la autoría y responsabilidad del ataque químico del 21 de agosto; y, por otro, nada dice sobre cómo poner fin a una guerra civil de más de dos años y medio, con enfrentamientos que acumulan un monto superior a 100 mil muertes, un número mayor de heridos, seis millones de desplazados y la posibilidad de que la violencia se extienda y se desborde regionalmente.


Si bien este no era el objetivo del acuerdo, se desperdició una gran oportunidad para intervenir más a fondo en el conflicto fraticida.

En todo caso, esta resolución aleja por un tiempo el fantasma de otra guerra en Oriente Medio y deberá permitir la puesta en marcha, de forma inmediata, del plan para que los inspectores de la ONU investiguen los arsenales del régimen sirio y precisen el material que es necesario destruir.

El gobierno de Rusia ofreció facilitar la seguridad de los inspectores durante su trabajo sobre el terreno en Siria, lo que podría significar el despliegue de soldados rusos en ese país. Una medida sobre la que, por cierto, no ha habido reacción oficial por parte de Washington.