La institucionalización del PRD

El PRD ha tenido un largo viaje de la rebeldía a la institucionalización.

Carlos Ramírez
Columnas
  El PRD ha tenido un largo viaje de la rebeldía a la institucionalización
Foto: Cortesía Presidencia

A pesar de los anuncios importantes y los aburrimientos de siempre, el segundo informe presidencial exhibió una imagen diferente: el presidente de la República, con la banda cruzada al pecho, apareció con dos perredistas a su lado, ahora al frente de las mesas directivas de las dos cámaras.

No muy lejos quedaron los tiempos en que el PRD enjundioso impidió el ingreso del presidente Vicente Fox al pleno o el día de la toma de posesión de Felipe Calderón con un PRD atrincherado, con puertas encadenadas y bombas molotov para impedir la ceremonia y meter al país en una crisis constitucional.

¿Qué cambió? El sistema político sigue siendo el mismo, con mayor espacio para hacer política. En cambio el PRD ha tenido un largo viaje de la rebeldía a la institucionalización. Queda de todos modos la fracción lopezobradorista jugando en las dos canchas: como partido que quiere su bancada legislativa para entrarle al parlamentarismo y como movimiento social antisistémico que busca reventar la institucionalidad.

Con la foto del martes 2 de septiembre en Palacio Nacional se cerró una etapa de inestabilidad política nacional que comenzó en 1988 en el sexto informe presidencial de Miguel de la Madrid con las interpelaciones a grito pelado de Porfirio Muñoz Ledo como jefe político de la bancada cardenista en el Congreso. En un cuarto de siglo el país maduró para llegar a una configuración de sistema político funcional a la pluralidad.

Lo que venga se moverá entre los acuerdos de la fracción institucional perredista con las demás fuerzas legislativas para instaurar un nuevo sistema de partidos con la suficiente flexibilidad para darle cabida y resistir las tendencias rupturistas de la bancada lopezobradorista a partir de septiembre del año próximo.

Hasta ahora la convivencia plural en el Congreso no alcanza para establecer la instauración de la democracia que debe venir como etapa posterior a la transición electoral democrática. La fracción institucional en el PRD deberá consolidarse como una fuerza propia y no caer en las trampas de las seducciones sistémicas, es decir: asumir el papel que tuvo el Partido Comunista Mexicano en la legislatura de 1979 y alejarse del entreguismo del Partido Socialista de los Trabajadores o del Partido Popular Socialista de Jorge Cruickshank García, ambos como izquierda domesticada y sometida al PRI.

Repartos

El PRD apareció la víspera del segundo informe presidencial controlado por cuatro élites: Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador, Jesús Ortega y Marcelo Ebrard, con muchas tribus con control interno pero no exposición externa. Cárdenas se centró en la reforma energética para salvar el legado de su padre, López Obrador prefirió fundar su partido y negarse a negociar con el gobierno, Ortega quedó como el líder del dialogismo que a veces rayó en el colaboracionismo y Ebrard se ofreció como líder de mismo sin representar alguna idea concreta.

La institucionalización del PRD tiene que consolidarse porque podría ser una moda pasajera en tanto se mantenga el control del partido por Los Chuchos. La fuerza de Los Chuchos es frágil, como se vio cuando este grupo fue el que propuso la creación del Pacto por México pero luego tuvo que salirse del organismo por presiones de López Obrador. Ya con su partido como juguetito propio, López Obrador será cada vez menos un referente del PRD.

Lo que queda es que el PRD redefina su ideología y se convierta en un verdadero partido de izquierda, porque ahora es una amalgama de confusiones, intereses y repartos de poder.