Vivos los queremos

Los padres de familia que se dirigieron a la multitud, esos cuyos hijos están desaparecidos, fijaron las posiciones. “Yo les doy dos días nada más —dijo Rafael, uno de los padres de los normalistas—. Nada más dos días vamos a dar. Si no, que se atengan a las consecuencias”.

Sergio Sarmiento
Columnas
A 31 días de la desaparición de normalistas, aún se desconoce el paradero de los 43 jóvenes
Foto: AP

Decenas de miles de manifestantes, la mayoría jóvenes, marcharon por el Paseo de la Reforma y Avenida Juárez para llegar al Zócalo este pasado 22 de octubre. La marcha, quizá la más impresionante de las muchas que se han llevado a cabo por distintas razones en la Ciudad de México en este 2014, unió a grupos muy diversos de la sociedad en apoyo al movimiento de los normalistas de Ayotzinapa. El grito principal era: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Los padres de familia que se dirigieron a la multitud, esos cuyos hijos están desaparecidos, fijaron las posiciones. “Yo les doy dos días nada más —dijo Rafael, uno de los padres de los normalistas—. Nada más dos días vamos a dar. Si no, que se atengan a las consecuencias”.

Ojalá que los chicos desaparecidos pudieran ser encontrados simplemente porque los padres establecen un ultimátum. La verdad es que todo parece indicar que están muertos. Las propias autoridades han reconstruido los hechos del 26 al 27 de septiembre y afirman que los estudiantes fueron entregados por la policía municipal de Iguala y Cocula al grupo criminal conocido como Guerreros Unidos para que fueran ejecutados. Las órdenes habrían sido de José Luis Abarca, el presidente municipal perredista de Iguala, y de su esposa, María de los Ángeles Pineda. No deja de ser macabro que en la búsqueda de estos 43 se han encontrado decenas de fosas clandestinas con restos humanos. Guerrero parece ser un gran cementerio.

No hay hasta este momento ninguna indicación de que el gobierno federal del priista Enrique Peña Nieto o el estatal del perredista Ángel Aguirre Rivero hayan tenido algo que ver con los hechos del 26 y el 27 de septiembre. Pero las acusaciones políticas se están dirigiendo en su contra. El lema de “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” sugiere que o el gobierno federal o el guerrerense tienen escondidos a los 43 jóvenes en algún sótano y que si son presionados con suficiente fuerza los sacarán de ahí.

Táctica

Para algunos la desaparición de los normalistas es una oportunidad política. Se oponen no solo al régimen de Peña Nieto sino a un sistema económico de mercado.

Ayotzinapa, de hecho, tiene una larga tradición de adhesión al marxismo-leninismo y a la lucha armada como forma de obtener el poder. La tragedia de sus estudiantes se convierte en un reforzamiento de su convicción de que la violencia es indispensable para transformar a México.

El presidente Peña Nieto tiene en mente el recuerdo histórico del movimiento estudiantil de 1968 y de la guerra sucia de los setenta y está buscando no cometer los mismos errores de los presidentes de aquel entonces: Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo. Estos recurrieron a la fuerza pública para responder a las revueltas de aquel entonces, pero al final fueron condenados por la historia.

Hoy Peña Nieto ha buscado negociar, por ejemplo, con los líderes del paro del Politécnico, y ha permitido bloqueos de calles y carreteras así como actos de vandalismo en contra de edificios públicos y centros comerciales.

Habrá que ver si esta táctica es más eficaz.