¿Y la casa, pa’?

Vivir en cuevas. Parir en cuevas. Morir en cuevas.

Alberto Barranco
Columnas
El rezago rebasa, con mucho, la posibilidad del Infonavit y el Fovissste d
Foto: NTX

Captada por la curiosidad reporteril para la cabeza sensacionalista: “Cavernícolas en la Ciudad de México”, la escena, 50 años después, aún esta viva en un jirón de la delegación Álvaro Obregón. La necesidad de un techo, así sea una oquedad oscura y tenebrosa.

Vivir en cuevas. Parir en cuevas. Morir en cuevas.

En el México real, aquel que no toca la demagogia discursiva y a veces ni las estadísticas, existen nueve millones de hogares que representan 31% de las viviendas particulares, donde se hacinan 35.7 millones de mexicanos.

A las grietas se agregan las goteras y a veces hay que jugársela de cara a las laderas, para no hablar de jacales, chozas, palapas o furgones de ferrocarril abandonados.

De acuerdo al censo de 2010 existen en el país 28.6 millones de viviendas, de las cuales 34% —es decir, 4.3 millones— convoca al hacinamiento; 1.1 millones están construidas con materiales en deterioro, y 7.3 con los que la frialdad de la cifra ubica como “insatisfactorios”.

El rezago rebasa, con mucho, la posibilidad del Infonavit y el Fovissste de ofrecer créditos, por más que el primero haya otorgado este año un millón 101 mil, lo que representó 59% del total.

Lo dramático del asunto es que existen en el país 5.6 millones viviendas de interés social que fueron abandonadas por sus habitantes o de plano se quedaron vacías, ante la imposibilidad de su entorno.

Alejadas de los núcleos urbanos, las familias se toparon con la inexistencia de mercados públicos, escuelas, centros de salud… y transportes.

La avidez del gobierno anterior por inflar la estadística soslayó la necesidad primaria de una política pública.

El manotazo en la mesa del actual sexenio para alinear la necesidad con la satisfacción de los mínimos de bienestar provocó la quiebra de desarrolladoras de vivienda que habían florecido con la frustración, en la complicidad de los organismos de financiamiento.

En la lista están Homex, Urbi y Geo como las más visibles, cuya sobrevivencia se juega de sendos concursos mercantiles.

Rezago

La historia, sin embargo, ya era vieja.

Instituido el Infonavit como instancia constructora durante el último año del sexenio del presidente Luis Echeverría, los contratos los acaparó el sector obrero de este, entregándolos a empresas venales.

De pronto, en la trampa del enriquecimiento corrupto, los techos se pandeaban, las ventanas se caían y de los excusados brotaban aguas negras con perfil de catarata.

Si los Culhuacanes se volvían zonas de alta marginación, los lagos de la Unidad El Rosario se volvían llano.

De aquello que fue —comitiva presidencia al corte del listón— foto al calce de la sonrisa chimuela de los niños solo quedaron ruinas para el recuerdo.

Deprimida en el último lustro la industria de la construcción, con mucho la más intensa en mano de obra y la que activa más ramas de la actividad industrial, el gran reto del gobierno será restaurar la tarea sobre un escenario de equilibrio.

De acuerdo a la Matriz de Insumo Producto la construcción detona 72 ramas manufactureras, desde la del acero hasta la del cemento, pasando por minerales refractarios, productos de plástico, vidrio…

El reto habla de dos cometidos, uno de justicia social y otro de recuperación económica.

El rezago de la ignominia.