Batallones Rojipardos y Drieu

Robinsón Literario

José Luis Ontiveros
Columnas
Rojipardos
Foto: Daniel Lobo/Creative Commons

El legado de Drieu señala el mapa de un viaje onírico semejante al de Randolph Carter, quien visitara ciudades de cúpulas esmeraldas, espigadas torres de marfil, casas cuya argamasa son los anhelos que se guardan en el corazón y hacen que las construcciones refuljan como tocadas por dioses ancestrales.

De ahí que la montaña insondable que ha resguardado sus escritos responda al nombre de Noche de los brujos y si se pronuncia en lengua arcaica, en una ceremonia, convierte al que lo haga con reverencia en una deidad maya y lo integra a una constelación de su astronomía que marca Kukulkán.

¿Y qué tiene que ver la transfiguración con la comunión de la radicalidad de los extremos?

Mucho, si se advierte que “los hombres deponen su hostilidad mortal por una camaradería que surge del combate, por la poesía de lo opuesto, a la manera del nacional-bolchevismo”, dice Drieu.

Es muy claro en cuanto que la poesía “es una forma superior de relación política, de la creación y la ciudad”. Al respecto hace énfasis en que lo poético no es la versificación y que lo tienen la narrativa o el ensayo, ya que “es un temple, una forma”, agrega, “a la manera en que lo nacional une y lo social desliga al hombre de sí y lo hace comunitario”.

Al revisar sus diversas etapas, en su evolución del socialismo al fascismo revolucionario, hace suyos como emblemáticos lo nacional bolchevique o comunismo nacional.

Hay que considerar el hecho histórico de que el nacionalsocialismo en Alemania proviene en más de 50% de formaciones de izquierda y principalmente del Partido Comunista. Drieu asevera: “Ernest Röhm, el jefe de los batallones pardos de la SA, es un convencido enemigo del capitalismo y de la usura, creo —y en esto predice lo que va a ocurrir— que no habrá lugar para él y para Hitler”.

Esta premonición se confirma con la eliminación de los mandos de las SA, que generalmente se estima como muy numerosa y que estrictamente comprende a 77 jefes identificados con el factor socialista más que con el nacional. Una más de las abundantes leyendas negras que se esparcen en el mundo.

Extremos

Por otra parte, señala, “el ministro de Cultura y Propaganda, Joseph Goebbels, de quien he leído su fascinante y profética novela Michael, que escribiera antes de integrarse al movimiento y que tiene tintes impresionistas y dostoievskianos, se ha distinguido por formar parte del ala Estrafferiana, la de la crítica más implacable a Hitler, y tuvo el lance de pedir ‘la expulsión del pequeñoburgués Adolf Hitler’, y por el destino y su origen católico ahora es el devoto forjador de la imagen y símbolo del Führer. De tal forma que no estoy imaginando sino confirmando la formación de izquierda y obrera del nazismo.

En cuanto el nacional bolchevismo, tendencia de la que se dice portador el ideólogo ruso Alexander Dugin, a quien se considera, con tremendismo, el arquitecto de la reconstrucción de Rusia que libra a contracorriente de la americanósfera otanesca Vladimir Putin, afirma Drieu cuando la Alemania Nibelunga se eclipsa: “Resulta mil veces preferible la victoria de los rusos que tienen historia y cultura que la de los yanquis que son un híbrido, un tipo de bastardaje amorfo. Los rusos saben imponer disciplina y son orgíacos; los yanquis son el peor pueblo del mundo, una mescolanza neoprimitiva, y siempre tendrán sobre sí la historia de depredación y pillaje de su sangrienta guerra de secesión”.

Hay la prueba concluyente de que Drieu ve en el frente rojipardo “simbiosis del comunismo y del fascismo: el rescate de la dignidad heroica de la política. No hay un discurso totalizador que no sea totalitario, los demócratas son grandes hipócritas, sus principios son inmortales y al mismo tiempo están sujetos a una falsa discusión. Creo en que la voluntad heroica de los extremos es lo único que vale la pena para almas que quieran creer”.