Europa: crisis de los partidos

Carlos Ramírez
Columnas
Crisis en Europa
Foto: AP

Si en Europa existe una severa crisis del modelo de representación política, la causa habrá que buscarla en el agotamiento de los partidos políticos como los espacios de intermediación social: los partidos políticos tradicionales han derivado en organizaciones lejanas a los intereses de la sociedad.

En España existe el temor de que dos nuevas organizaciones progresistas pudieran desbancar a los partidos tradicionales: el Partido Popular como la derecha y el Partido Socialista Obrero Español como la izquierda. Los nuevos grupos Podemos y Ciudadanos nacieron del seno de la protesta juvenil de los indignados de marzo de 2011 en el escenario de la peor crisis económica y social de España.

En pocos meses, desde las elecciones al Parlamento Europeo de principios de año, Podemos y Ciudadanos han llegado ya al empate técnico con el PP y el PSOE, al grado de que las primeras encuestas sobre las elecciones generales de noviembre próximo las exhiben desbancando a los partidos tradicionales.

No quiere decir que las encuestas estén pronosticando el resultado final, sino que más bien están mostrando el grado de irritación social contra el sistema de partidos tradicionales.

Lo que ha comenzado a preocupar son dos hechos: primero, que Podemos y Ciudadanos traen una agenda de oposición antisistémica y, por tanto, contra el sometimiento de España a la dictadura de los organismos financieros internacionales que han dictado las medidas de austeridad que provocan desempleo, recesión y, sobre todo, pobreza. Y en segundo lugar, que las dos organizaciones son claramente antimonárquicas.

Los reposicionamientos de nuevas organizaciones sociales perfilan un repudio social al tradicionalismo. En Europa los partidos políticos responden a la maldición de Robert Michels de 1912: toda organización partidista deriva en una dirigencia oligárquica, lo que se conoce como “la ley de hierro de la oligarquía”. Así, los partidos responden a los intereses de la oligarquía que los dirige y ya no son los canales de representación y encauzamiento de demandas populares.

Fantasma

En Grecia los partidos tradicionales han sido desplazados en el poder por Syriza, una agrupación antisistémica que ya llevó al país a la orilla de la ruptura con el sistema financiero europeo; en Italia el partido de Berlusconi aprovechó el colapso al sistema de partidos provocado por el secuestro y asesinato de Aldo Moro y sólo representa los intereses berlusconianos; en Francia la izquierda socialista sigue hundiéndose y aún no ha tocado fondo.

Las protestas sociales contra la crisis y las medidas de austeridad han sacado a la gente a la calle y ha colapsado el sistema de representación política. España podría seguir el camino de Grecia en cuanto al relevo de partidos en el poder con una agenda de ruptura antisistémica. Y si acaso el perfil populista y el apoyo de Venezuela a Podemos lograra bajarle puntos, de todos modos habrá cambios en la configuración bipartidista y en la participación más activa de la sociedad en la exigencias de cambios políticos en el sistema.

El desafío político en Europa pasa por la reorganización del sistema de partidos políticos. La crisis económica podrá encauzarse hasta que los partidos entiendan que deben regresar a su representación social. El fantasma del fascismo europeo —italiano y alemán— sigue deambulando en las calles y alimentando el repudio social al sistema de gobierno.