Artesanía textil en Veracruz

Ricardo Pérez Valencia
Política
Artesanía textil
Foto: Facebook Museo Textil de Oaxaca

La riqueza cultural de Veracruz no es obra de la casualidad: en la época prehispánica fue cuna de 3 de las culturas mesoamericanas más importantes del oriente y sur de México (olmecas, totonacas y huastecos), además de ser históricamente la puerta de entrada de españoles y otros extranjeros, incluyendo a los esclavos traídos desde África.

Esa ubicación geográfica hizo de Veracruz un lugar de acontecimientos relevantes que dieron origen a una sinergia de civilizaciones que crearon una gran riqueza social, cultural, religiosa y de costumbres únicas en nuestro país.

La entidad tiene de hecho influencias culturales europeas, indígenas y africanas, que bien pueden ser vistas en su música, tradiciones culinarias y el propio pueblo veracruzano, el cual dicho sea de paso conforman más de 1 millón de personas.

Las formas, colores, olores y sabores son tan amplios y diversos como grupos étnicos existen en la región.

Y las artesanías, por supuesto, son expresión de esa mezcla de creencias plasmadas en la alfarería, cerería, cestería, tallado en madera, mueblería y orfebrería, entre muchas otras, entre las que destacan la confección, dibujo, bordado, tejido y tinte de textiles.

Tradición ancestral

En la Sierra de Zongolica, en la zona centro del estado, podemos encontrar a los tejedores y teñidores de lana, antigua tradición que lucha arduamente por subsistir.

Rebozos, bufandas, gorros y cobijas de varios colores conforman su repertorio ancestral heredado generación tras generación. La población, en su mayoría indígena de origen nahua, cuenta con una gran herencia cultural reflejada en sus fiestas y costumbres; entre sus artesanías sobresalen los tejidos y la confección de blusas, huipiles, enredos, fajillas, ceñidores, morrales y jorongos, de una gran gama de productos que hacen gala de la cultura del sitio.

Para obtener la lana, las artesanas pastorean y trasquilan a sus propios borregos. Luego procesan la lana y la tiñen tal como aprendieron de sus abuelas, al igual que la técnica del telar de cintura.

Cosoleacaque, al sur del estado y territorio en el que se desarrolló la cultura olmeca, primera civilización de Mesoamérica, sobresale también por sus diversas artesanías textiles.

El poblado se fundó entre los años 900 a 1100 por comunidades nahuas procedentes de la Meseta Central. Este lugar ofrece textiles como mantelería con diseños vistosos y atractivos colores, rebozos hechos en telares de mano y blusas bordadas o caladas con encajes.

La región de la Huasteca baja del estado, principalmente Chicontepec, destaca también por sus bordados en blusas, servilletas, cojines, morrales, estolas, camisas y el tradicional rebozo o mamatl, que es de uso ceremonial.

Estas prendas tienen diseños y motivos característicos: flor de cacahuate, pitahaya o nochebuena; aves: tordo, cotorra, gallo, paloma y colibrí; motivos rituales: espíritu del maíz, corazón de montaña, flor de viento, flor de muerto, árbol florido, universo y agua en movimiento, entre muchos otros.

Al son

Mención aparte merece el traje típico jarocho, reconocido en México y a nivel internacional: en su característico color blanco, está lleno de significados que a través de la historia lo han hecho uno de los más vistosos y apreciados por su elegancia, movimiento y porte.

El traje es de origen mestizo con influencia valenciana y andaluza. Las telas pesadas y oscuras no eran, sin embargo, aptas para el clima de la región, preponderantemente tropical y por lo tanto caluroso, por lo que los antiguos pobladores de la cuenca del Papaloapan dieron origen al atuendo que poco a poco adaptaron al clima: se comenzó a usar organdí, muselina y algodón, textiles más frescos, de caída suave, con mayor movimiento.

Asimismo el rebozo que, a la usanza indígena, es un elemento de una importancia relevante en el traje. E independientemente de su origen español, las necesidades y el gusto indígena transformaron la prenda original hasta convertirla en un artículo típicamente nacional.

El camisón es el antiguo huipil, el cual es rejillado y bordado a mano. La enagua y entrenagua son las antiguas crinolinas de la mujer andaluza. El pañuelo es herencia de la mujer valenciana, así como el delantal. La cinta en la cabeza es herencia de la mujer negra.

Actualmente se fabrican los trajes jarochos sobre todo en la ciudad de Tlacotalpan, productor número uno de esta hermosa vestimenta en nuestro país.

La blusa y la enagua blancas son labores artesanales de deshilado, que muestran los bellos trabajos de las mujeres locales.

El traje tiene también rastros de una de las épocas más prósperas de la región: como puerto ribereño toma gran importancia para la vida económica del país después de la independencia y al atuendo se agregan holanes, encajes y accesorios como signos de bonanza económica.

El rebozo generalmente es de seda y se usa de acuerdo al listón que adorna el cabello de la dama y una peineta de carey, que es herencia española.

La flor natural es indicador del estado civil: casada a la derecha, soltera a la izquierda. Las alhajas, como cadenas y collares de oro, aretes largos de perla o coral, y el abanico, complementan el vestuario jarocho.

En Tlacotalpan se fabrican también con mucho prestigio la mantilla bordada a mano y el delantal de terciopelo negro con flores que culminan los detalles de este precioso traje típico veracruzano.

Sin duda el traje jarocho es portado con mucho orgullo y alegría por las mujeres veracruzanas, que reconocen en él sus tradiciones y orígenes multiculturales.

Estas regiones son solo un ejemplo, ya que el trabajo textil artesanal se desarrolla en la mayor parte de las poblaciones del estado.