Retomando los escritos ignorados de Drieu, los cuales constituyen una obra complementaria a la divulgada, hay diversas reflexiones que de alguna manera profetizan la dificultad conceptual de definir a Francia, tanto en el sentido subversivo del reino del terror y el jacobinismo, como en su contraparte de su tradición, nobleza y la contrarrevolución, verbigracia, Joseph de Maistre.
Francia sufre de hecho de un periodo entrópico como nación bajo el yugo de los európidos-invertebrados a los que se oponen el Frente Nacional y, en otra dimensión, superior e independiente, en el tema metapolítico y cultural, la Nouvelle Ecole de Alain de Benoist, mi amigo y maestro.
Entre esos verdaderos hallazgos concedidos por “fuentes secretas” he de señalar lo que dice Drieu sobre la poesía: “Hay muy pocos poetas y muchos que se nombran así; la poesía ha de ser la culminación o el inicio bendito de un arte sagrado. No lo que ha devenido en su catástrofe creativa, en dejar de ser y convertirse en el recurso de los más mediocres, de los que no pueden narrar o ser ensayistas, a los que les está negada la prosa”.
Este dictamen que reitera es acertado. En mi generación, y peor en las más recientes, los menos dotados en creatividad, paradójicamente, se ven reducidos a escribir en el más alto logro literario por su insignificancia. Lo dijo mi amigo, el poeta y escritor Roberto Vallarino: “Creo que la mayor plaga de la literatura es el pulular de invertebrados que a falta de talento creen que son poetas”.
De tal forma, que se ha desdeñado el arte poético como actitud vital y virtud literaria, degradado a una forma de versificación trunca y antieufónica. En ello insiste Drieu: “Se revela, antes que en la escritura, que en la vida hay poetas en la pintura, en la escultura, en la plástica, en la mística, en el erotismo, en la intensidad vital y en una prosa lograda original y plena”.
Política y poética
Añade que “la política, si es genuina, sería el verdadero campo de la poética: de tejer los sueños colectivos, de determinar el destino de una unidad espiritual, de levantar a los pueblos hacia sus raíces, su identidad, su magma secreto, su sangre verdadera…”
Ello recuerda la inolvidable frase de José Antonio Primo de Rivera: “A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas y frente a la poesía que destruye hay que levantar la poesía que promete”.
Así, para el escritor francés el poder poético es en sí un contenido de profecías y revelaciones: “Espero que los movimientos nacionales y sociales que han surgido de los pueblos con sus variedades y matices logren alentar en sí la poesía de las grandes gestas de la historia; de ahí que la historia esté teñida de caídas y elevaciones, como la vida de todo hombre, más allá de los sastres, los ladrilleros, los lacayos, esa mediocridad indescriptible que hoy conforma el mundo”.
Se observa en Drieu que su determinación estética nace, se afina y se vuelve mortífera por amor a la poesía. Sobre ello, afirma el escritor falangista rescatado poéticamente de la muerte, Rafael Sánchez Mazas: “Cuando José Antonio ha hablado a España con un lenguaje poético no pude más que seguirlo y nunca olvido su afirmación: ‘Nosotros a la intemperie, alma al brazo, bajo los luceros’. En ese momento supe que yo no podía ser más que falangista —de los que hemos creído en el valor de las tardes soleadas, de las noches rojas, de amaneceres nublados y del sol invicto en nuestros corazones”.
Ahora que en el ciclo tecnocrático y globalitarío que sufren los pueblos nadie concibe una política-poética sino cifras de la macroeconomía y otros índices de cómo se “conduce” un país, Drieu resulta actual y relevante: “He dudado muchas veces; inoculado por el virus racionalista francés, mi vida ha sufrido de la dubitación; y en las certezas he temido verme de hinojos ante la sombra de una catedral gótica. Por ello he vuelto a vivir mirando la poesía de la sangre de jóvenes admirables, tanto de los rusos que arrasan con poder instintivo como de los que mueren con valor heroico en las trincheras alemanas en que irradian en su sacrificio la apostura poética de inmolarse en el crepúsculo de los dioses”.