PRD: fin histórico de la izquierda

Carlos Ramírez
Columnas
Campaña PRD
Foto: Cuartoscuro

El PRD inició la semana pasada su segundo cuarto de siglo en medio de una crisis de existencia. Al margen de su deterioro interno, su conformación tribal, su ausencia de ideas y su ruptura con López Obrador, la parte más importante es la que los perredistas se niegan a aceptar: con su nacimiento el PRD liquidó una opción de izquierda y se convirtió en un ala política cardenista del sistema-régimen priista.

Los sobrevivientes del Partido Comunista Mexicano que tomó el control del partido en 1963 en medio de su casi extinción lograron el registro legal del PCM en el sistema de partidos y lo llevaron al Congreso, pero en 1989 decidieron autodisolverse como opción socialista y subordinarse al Némesis del socialismo mexicano: el priismo supuestamente progresista, el de una inexistente Revolución Mexicana y el de una etérea corriente nacionalista que representó el cardenismo.

Los comunistas eran muy sensibles al enfoque dialéctico histórico de la realidad, pero en 1989 no entendieron que le habían cedido la historia del PCM al PRI. Ahí murió simbólicamente la izquierda, porque el PRD delineó un modelo pragmático de neopopulismo poscardenista basado en programas asistencialistas y abandonaron las lecciones del marxismo no leninista de que los cambios sólo pueden llegar por la vía de la organización de los trabajadores en un proletariado militante.

La izquierda se identifica con el pensamiento marxista —sin duda el Marx que racionalizó el sistema productivo como lucha entre propietarios y trabajadores—, algo que el perredismo ya no digamos ha olvidado, sino que en su concepción cardenista ni siquiera razonó. En su análisis sobre el cardenismo, Arnaldo Córdova dio en el clavo cuando afirmó que Cárdenas organizó a los trabajadores dentro del partido del Estado pero lo hizo asumiendo a los trabajadores como masa y no como clase. Ahí se vio que Cárdenas no era marxista y que su socialismo era utópico, sentimental y premarxista, aunque después de Marx.

Certeza

En este contexto habría que señalar que el PRD fue el partido que enterró a la izquierda mexicana y que en un análisis muy laxo podría decirse que el pensamiento asistencialista del partido apenas lo llevaría a los linderos del Estado progresista. Sin embargo, la modernización productiva mexicana está exigiendo a gritos desde el agotamiento del PRI como opción de desarrollo —desde el colapso de 1994— una opción socialista democrática, moderna y de desarrollo dialéctico de la producción.

Las crisis del PRI, su evolución al neoliberalismo, la ineficacia del PAN como alternancia de gobierno y el regreso del PRI al poder forman parte del escenario de largo plazo de la República y exhiben la certeza de que poco podrá hacerse para salir realmente del hoyo sin una izquierda socialista. Suponer a Marcelo Ebrard o a López Obrador o a Cuauhtémoc Cárdenas o a Muñoz Ledo como de izquierda es un despropósito del tamaño del fracaso de la verdadera izquierda mexicana.

Los 26 años de existencia del PRD que se celebraron el pasado 5 de mayo exhibieron a una organización fracturada, sin destino histórico, trabada en su organización interior y sin credibilidad como para seguir diciendo que son la opción, sobre todo cuando los gobiernos estatales perredistas resultaron no solo iguales al PRI sino peores en corrupción, ineficacia y abandono de ideales.

Lo que queda es la formación de un grupo socialista después de las elecciones del 7 de junio para construir una opción socialista.