De Línea 12 y casas rentadas

Juan Gabriel Valencia
Columnas
Marcelo Ebrard
Foto: Cuartoscuro

En resumen: el Gobierno del Distrito Federal se hizo de una casa con un valor de mercado de 19 millones de pesos, posiblemente mucho más. La vendió a un grupo de particulares al valor del terreno, un poco más de un millón de pesos.

Estos rehabilitaron el inmueble para hacerlo habitacional, siendo socio, uno de ellos, hermano del entonces jefe del GDF, Marcelo Ebrard, quien posteriormente se trasladó a vivir a esa casa pagando una renta mensual de 80 mil pesos a la compañía de la que es asociado su hermano.

El asunto anterior de por sí está muy confuso y requiere de aclaraciones y puntualizaciones precisas. Para desgracia de la administración de Ebrard, la confusión no termina ahí: el entonces oficial mayor del GDF, hoy diputado local, afirma que fue un error de la Gaceta del Gobierno del Distrito Federal haber reconocido en ese mismo diario la propiedad por parte de la instancia gubernamental capitalina.

De un asunto legalmente confuso se transita, sin escalas, a una historia kafkiana en la que oficialmente la autoridad reconoce la propiedad gubernamental de un inmueble cuando, según el decir del entonces oficial mayor, fue un error, sin mencionar en momento alguno si la propia autoridad en su momento hizo la corrección y publicó la fe de erratas correspondiente a semejante error que hubiera constituido la apropiación ilegal de la casa y/o terreno de un particular. ¿Usted entiende algo? Yo tampoco.

Así se las gastaba la administración de Marcelo. Un funcionario caracterizado a lo largo de su biografía por su nomadismo partidario hasta acabar en la soledad organizacional.

Nunca, nunca fue capaz de explicar como secretario de Seguridad del gobierno de López Obrador cómo fue posible que agentes del CISEN fueran linchados por vecinos de Tláhuac sin que la autoridad policiaca apareciera en el lugar de los hechos y en cambio la prensa hubiera acudido con una hora de anticipación al desenlace fatal. Todavía López Obrador tuvo el descaro retador de hacerlo secretario de Desarrollo Social del DF, dado que un funcionario negligente cabe en cualquier parte; un cínico siempre es multifuncional.

Pasado

A la hora de escribir estas líneas el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no ha resuelto sobre si procede el registro de Marcelo Ebrard como diputado suplente plurinominal, decisión previamente avalada por el Instituto Nacional Electoral.

Me resisto a pensar, a diferencia de muchos otros analistas, que el intento de Ebrard por conseguir la candidatura sea para gozar del fuero que le confiere esa investidura.

La Línea 12 fue un fiasco y un atraco. ¿Pero atribuible al entonces jefe de gobierno? ¿Quién firmó los contratos? Dudo mucho que en alguno de esos documentos se encuentre la firma de Marcelo Ebrard.

No, no es el temor a una posible persecución judicial. El ex jefe del GDF está por encima de eso. Parecería ser algo más simple y más terrenal, que es el ego de Marcelo, el gozar de algún cargo, el que sea, el contar con la posibilidad de convencer al país en los dos próximos años de que él y nadie más es el dotado y ungido por el destino para crear un frente amplio que impida el triunfo del PRI en la elección presidencial de 2018. Es la necesidad de falsas heroicidades y de protagonismos cuando no existe conciencia de que la historia, ha tiempo, lo ha rebasado. Marcelo es pasado, con o sin fuero.