¿Es necesaria la paridad electoral en México?

Gabriela Guajardo
Columnas
Diputadas federales
Foto: Cuartoscuro

Por: Gabriela Guajardo

En México el porcentaje de mujeres en el Congreso federal aumentó drásticamente a partir de medidas de acción positiva que desde los noventas exigen a los partidos cuotas de género en sus listas de candidatos: en la Legislatura actual 37.4% de la Cámara de Diputados y 32.8% del Senado están compuestos por legisladoras.

En el ámbito local la situación varía por estado. Los porcentajes van desde 42% en Tabasco a 8% en Querétaro. Para las presidencias municipales, aunque también existe variación por estado, a nivel nacional solo 7% de las alcaldías son ocupadas por mujeres.

El contraste entre las cifras demuestra que la paridad de género es efectiva en lograr que las mujeres tengan acceso a la representación política.

Para el Congreso federal existen medidas de cuotas de género desde 2002, que exigieron que al menos 30% de los candidatos fueran de un mismo género. Así, de 2000 a 2003 el porcentaje de mujeres en la cámara baja subió de 16 a 22% y continuó creciendo hasta llegar a casi 40% conforme las medidas se fueron haciendo más estrictas.


El caso no es el mismo para los estados. Todavía existe un gran rezago en algunos, donde las mujeres no alcanzan ni 10% de representación, que es el mismo porcentaje que se tenía en el Congreso en 1991.

En estas elecciones la representación política de las mujeres podría mejorar, ya que en la última reforma electoral, aprobada en 2014, las cuotas de género fueron elevadas a mandato constitucional y ahora exigen la paridad de género para las legislaturas estatales y federales, es decir, 50% de las candidaturas deben ser para mujeres.

Así, aunque la paridad de género garantice que las mujeres podrán participar en la misma medida que los hombres en este proceso electoral, habría que preguntarnos si esto se traducirá en mayor participación política.

Batalla

Las críticas más comunes contra este cambio constitucional argumentan que dichas medidas no promueven la igualdad de oportunidades porque no se basan en el mérito o capacidad de una persona, sino simple y sencillamente en la condición de su género.

Sin embargo, estas críticas ignoran las desventajas históricas que enfrentan las mujeres, que hoy siguen siendo evidentes. No hay ejemplo más claro que las múltiples maneras en que los partidos han tratado de buscar lagunas y salidas a las medidas de cuotas de género: en las elecciones de 2009 tuvimos el caso de las Juanitas, en el cual los partidos registraron fórmulas con mujeres como titulares para cumplir con la cuota de género, y una vez ganada la elección ellas pidieron licencia para ceder el lugar a su suplente masculino.

En las elecciones en curso también surgen problemas en estados como Querétaro, donde algunos partidos simplemente no postularon mujeres y cuando les llamaron la atención postularon a familiares y esposas de los candidatos que presentaron en un principio.

Sin duda,estos problemas dejan muy claro que sigue existiendo la necesidad de promover la participación política de las mujeres y que la batalla por la igualdad no ha terminado.