El millonario negocio de los sitios de taxi detrás de la guerra contra Uber

Los taxistas de sitio del Distrito Federal pagan inscripción y cuotas semanales al “líder”, quien no rinde cuentas a nadie por los miles de pesos en efectivo que recibe.

Redacción
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Foto: Cuartoscuro

Con información de Elidet Soto, Gustavo Pérez y Juan Carlos Ponce

Es taxista de sitio y se llama Fernando, lo nombraremos así a petición suya para no meterlo en problemas con sus compañeros. Desde hace una década trabaja afuera de una estación del Metro ubicada en una colonia popular al norte de la Ciudad de México. No le fue fácil obtener la tarjeta del sitio, como le llaman a ser aceptado por el líder. La primera vez que se acercó a él para pedirle un espacio, no consiguió nada. Luego supo que a ese sistema sólo se entra por sugerencia de alguien que ya trabaja ahí, y aún así es complicado. Después de que al fin alguien lo recomendó, esperó 1 año para trabajar.

Le cobraron una inscripción barata, dice: 60 pesos. Pagó una sola vez, como todos. Y como el resto de los taxistas de las bases y sitios del Distrito Federal, Fernando da una cuota semanal desde entonces. Este año es de 150 pesos. Él y casi una centena de choferes entregan ese dinero directamente al líder y se olvidan de todo, desde renovar el permiso cada año, hacer trámites ante la delegación y pagarle a la checadora, hasta organizar la misa para la Virgen que tienen en la caseta. El líder no le rinde cuentas a ninguno de ellos porque es considerado el dueño del espacio, el que da la oportunidad de trabajar. Por estar en una zona popular, su grupo sí usa el taxímetro, dice Fernando.

Si sumamos las cuotas de los 100 choferes, son 60,000 mil pesos de ingresos mensuales en efectivo. El dirigente de Fernando tiene otro sitio, más ingresos. No obstante, es un líder modesto: hay otros que acumulan una veintena o más de sitios, algunos los poseen en zonas exclusivas donde la inscripción y la cuota semanal son más elevadas, y unos más, aunque con pocos sitios en las manos, cuentan con miles de taxistas registrados.

El gobierno de la capital autorizó o renovó el permiso a 657 sitios y bases de taxi en 2014, según el padrón de concesiones publicado por la Ventanilla Única de Transparencia del Gobierno del Distrito Federal. Sólo 10 líderes concentran 184 permisos, una tercera parte del total.

Esa decena de dirigentes tiene a 24,460 taxis empadronados en sus bases y sitios, la tercera parte de las 75,033 unidades de la Ciudad que trabajan con ese esquema, de acuerdo con la Ventanilla Única de Transparencia.

La cifra total de taxis en el Distrito Federal varía incluso de un documento o declaración a otro de la misma fuente. Aunque los taxistas dicen que son 140,000, las bases de datos de 2014 de la Ventanilla Única de Transparencia tienen 103,873 concesiones registradas. En otras palabras, los carros empadronados por 10 personas concentran una cuarta parte del total.

Es muy difícil calcular el dinero exacto que reciben los líderes porque cada sitio tiene sus propias inscripciones y tarifas semanales, según el volumen de demanda y las características socioeconómicas del lugar donde se ubican. Además, si en la semana se desploma la clientela, el líder puede reducir la cuota por esa ocasión.

Sin embargo, después de hablar con más de una decena de taxistas en diversas zonas de la Ciudad, podemos decir que en los sitios ubicados en colonias populares, la tarifa semanal va de 150 a 200 pesos; en colonias de clase media, de 200 a 300 pesos, y en colonias de clase alta, de 300 a 500 pesos.

Si establecemos un promedio de 250 pesos de cuota semanal y tomamos la cifra oficial de 75,033 taxis que trabajan en sitio, en teoría los líderes recibirían hasta 75 millones de pesos al mes. De ese tamaño podría ser el dinero en disputa con Uber y Cabify.

Únicamente contamos las cuotas semanales para los líderes, no el dinero que taxistas de sitio de algunas zonas de la Ciudad ganan por no usar el taxímetro e imponer arbitrariamente tarifas abusivas. Esa cifra es imposible de calcular.

Las 10 personas que tienen a su nombre 184 sitios con 24,460 taxistas empadronados en conjunto, generarían un total de 24.44 millones de pesos al mes mediante las cuotas semanales. Con un mes de cuotas, la decena de líderes más poderosos podrían montar una empresa digital mediana y competir con innovación tecnológica, no sólo con marchas.

LÍDER

SITIOS REPRESENTADOS

UNIDADES EMPADRONADAS

1. Martín Vallejo Ramírez

26

547

2. Fidel Carachure Cruz

25

7450

3. Felipe Julián Rodríguez López

20

5280

4. Héctor Daniel Medina Meléndez

20

1146

5. Luis Hidalgo Torres

20

8182

6. Porfirio Murillo López

19

221

7. José Federico Enrique Trejo García

17

6630

8. Salvador Espinosa Aguilar

16

4560

9. Leopoldo David Gil Burgos

12

1428

10. Samuel García Sánchez

9

1746

De esta lista de los que dominan el negocio millonario de los sitios de la Ciudad de México, destacan Héctor Daniel Medina Meléndez y Salvador Espinosa Aguilar, pues ambos son líderes visibles del grupo de taxistas que está en contra de Uber y Cabify. Ambos participan activamente en las protestas y conferencias de prensa.

Los taxistas organizados declararon la guerra a las aplicaciones de transporte privado la mañana del lunes 27 de octubre del año pasado: 50 taxistas de una veintena de sitios se plantaron frente al Zócalo y el Antiguo Edificio del Ayuntamiento para exigirle al Gobierno de la Ciudad que impidiera circular a choferes inscritos a Uber y Cabify por ser competencia desleal.

Según la Asociación de Taxistas Organizados, las pérdidas ocasionadas por Uber y Cabify ascienden a 24 millones de pesos diarios, cantidad que representa el 60% de sus ingresos. Lo que no especifican es si esas pérdidas corresponden a las cuotas que los taxistas dan a sus líderes, a las ganancias de los choferes o a ambas.

- ¿Han bajado mucho los clientes con la llegada de Uber?- preguntamos a Fernando.

- No, a nosotros no. Está afectando a los compañeros de los sitios de allá por Polanco y Santa Fe, donde hay dinero. Acá es otro tipo de gente. Para pedir esos taxis necesitas teléfono con Internet y una tarjeta de crédito, y acá pues son otras colonias, más populares. A los compañeros donde hay gente de dinero a ellos sí, y a los que trabajan en los hoteles. Me estaban contando que si antes hacían 6 viajes al día, ahora hacen 2. Ah, también afecta a los que andan de noche, la gente le tiene más confianza a los que pide con el teléfono.

¿Qué une a los taxistas inconformes?

El lunes 25 de mayo, desde muy temprana hora, taxistas de la organización Prados de Pirineos bloquearon la Avenida Vasco de Quiroga y Prolongación de la Reforma, en la zona de Santa Fe, al poniente del Distrito Federal. La intención de los choferes era bajar por Reforma hasta el Ángel de la Independencia, donde los esperaría otro contingente para avanzar hacia el Zócalo de la Ciudad. No lo lograron porque la policía, a su vez, bloqueó las mismas vías para evitar que los taxis avanzaran más. Un sábado antes, cerca de Arcos Bosques, integrantes del mismo grupo destrozaron el parabrisas de un vehículo particular porque creyeron que era un afiliado a Uber.

Salvador Espinosa Aguilar es el líder de Prados de Pirineos, que agrupa a 4,560 taxistas. Tiene todos sus sitios en el poniente del Distrito Federal: algunos afuera del Centro Comercial Santa Fe, otros alrededor de la Universidad Iberoamericana, unos más por el edificio Arcos Bosques, conocido como el “Edificio del Pantalón”, y el resto en las colonias Lomas de Vista Hermosa, Bosques de Las Lomas y Paseo de las Lomas.

Se trata de la zona de la Ciudad de mayor nivel económico y donde están algunos de los corporativos de las multinacionales más importantes. Es un lugar, además, donde el transporte público colectivo es deficiente y deja de funcionar horas antes que en el resto de la capital. De la misma forma que los taxistas que trabajan en las colonias con intensa vida nocturna, los choferes de los sitios de los alrededores de Santa Fe deciden por el taxímetro cuál es la tarifa más adecuada para ellos. Ni siquiera tiene que caer la noche para que eso ocurra. Un viaje del Centro Comercial a Bosques de las Lomas puede costar más de 250 pesos. Espinosa Aguilar ha negado en entrevistas a diversos medios que sus empadronados trabajen sin taxímetro, aunque basta con ir a la zona para corroborar que miente.

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La Ley de Movilidad del Distrito Federal, en su artículo 115 de la fracción VIII, establece como motivo de revocación del permiso “modificar o alterar las tarifas, horarios y demás condiciones en que fue originalmente entregada la concesión o permiso, sin aprobación previa y por escrito de la Secretaría”. De cualquier manera, el uso del taxímetro no garantiza una tarifa justa o por lo menos legal. Según la Secretaría de Movilidad, hasta diciembre del año pasado, el 80% de los taxis no habían verificado su taxímetro. Los directivos de Smart Taxi, una aplicación que verifica que el cobro sea legal, afirman que el 30% de los taxistas de la Ciudad altera el taxímetro para obtener hasta 40% más; en dinero esto significa 3,500 millones de pesos anuales.

Héctor Daniel Medina Meléndez dirige más de 1,000 taxistas de 20 sitios bajo el nombre de Unión de Taxistas Génesis del Distrito Federal A.C. Fue el primero en manifestarse en 2014, incluso ya interpuso una denuncia en contra de Uber y Cabify y del secretario de Movilidad del Distrito Federal, Rufino H León Tovar, por violar las leyes de Tránsito. Preguntamos por el monto de la inscripción y las cuotas semanales en varios sitios de esta organización. Los choferes, desconfiados y herméticos, respondieron que sólo daban información a taxistas que llevaran papeles en mano que los acreditaran como tal.

Los sitios de Medina Meléndez se extienden, principalmente, a lo largo de Insurgentes Sur, en el tramo que atraviesa la delegación Benito Juárez; otros se ubican en la colonia Juárez, en plena Zona Rosa de la Ciudad, y uno más por el Monumento a la Revolución, a unos pasos de Reforma. Son lugares que se caracterizan por una intensa vida nocturna.

Cualquier capitalino que, a altas horas de la noche, ha abordado un taxi en algún sitio de esas áreas, sabe que el taxímetro es un adorno, pues los choferes imponen las tarifas que ellos consideran, casi siempre excesivas. De la Zona Rosa al cruce de División del Norte e Insurgentes, un tramo que de madrugada se recorre en menos de 10 minutos, un chofer de sitio que se niega a usar el taxímetro nos quiso cobrar 300 pesos. Al utilizar una aplicación móvil, el pago fue de 70 pesos. Las aplicaciones, además de seguridad, ofrecen precios más bajos que los sitios ubicados afuera de cualquier bar, discoteca o teatro.

Cuando Medina Meléndez apareció como vocero de la Asociación de Taxistas Organizados de la Ciudad de México, se presentó como cualquier taxista: “Además de luchar día a día contra el abuso de quienes detentan la autoridad, para poder ganar el sustento diario y mantener nuestras unidades en las mejores condiciones posibles, también tenemos una competencia desleal en todos los demás ‘servicios piratas’ protegidos por las autoridades”. Pero el 17 de junio pasado, cuando el Laboratorio para la Ciudad organizó el debate sobre la legalidad de las aplicaciones móviles de transporte, el dirigente llegó en una camioneta de lujo.

Se retira en camioneta de lujo el líder taxista después de debate http://t.co/TG7hFhfdeM pic.twitter.com/n4oo56e0hE — Monitor Nacional (@MonitorNacional) junio 19, 2015

Martín Vallejo Ramírez, de la Agrupación de Guías, Choferes y Prestadores de Servicios Turísticos de la República Mexicana Adolfo López Mateos A.C., es el segundo con menos taxistas representados pero el primero con más sitios a su nombre. Aunque no se le menciona tanto como a Medina Meléndez, manifestó públicamente su posición en contra de Uber y Cabify durante un videodebate para el diario UnoMásUno.

Vallejo Ramírez dijo que Uber “afecta de verdad, descompone a todas las familias mexicanas”, pues los taxis son el único sustento que tienen. Defendió al grupo que él dirige porque, además de choferes, son guías de turistas, hablan inglés, visten impecable y tienen una capacitación de 400 horas. Son quizá la organización de taxistas más antigüa de la Ciudad, pues data de 1939. Para su líder, las aplicaciones móviles no son la “gran maravilla”.

De los 26 sitios registrados por Vallejo Ramírez el año pasado, 22 estaban en el primer cuadro de la Ciudad, en las colonias Centro, Juárez, Cuauhtémoc, Tabacalera, San Rafael, Roma y Escandón. Otros 2 sitios se localizaban en la delegación Benito Juárez y 2 más en la Miguel Hidalgo. Todos, sin excepción, ubicados en hoteles. Eso significa tarifas por encima de las de un sitio común en una colonia cualquiera. Trasladarse de una base de taxis de hotel al aeropuerto resulta más caro que hacerlo en Uber, ni qué decir cuando el trayecto es a la inversa, aunque en ese caso se trata de otro tipo de taxis.

Investigamos a cuánto asciende la inscripción en un sitio localizado afuera de un hotel a media cuadra del World Trade Center (WTC), en la calle Dakota de la colonia Nápoles, donde el líder es Vallejo Ramírez. Cobran 8,000 pesos. Los taxistas se negaron a revelar cuánto pagan de cuota semanal.

Comentamos esto con Fernando, el taxista del norte de la Ciudad, y no lo sorprendimos: “Uy, no, eso está barato. En Polanco tienes que dar 20,000 o hasta 30,000 pesos, pero los puedes dar en pagos, y si no de todos modos los recuperas rápido, en meses. Hay mucho dinero ahí. En algunos se puede decir que no es inscripción, es compra, porque cuando dejas el sitio lo puedes vender, entonces no pierdes”. Las cuotas semanales van de los 300 a los 500 pesos, dijo.

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Polanco es importante para los taxistas porque las tarifas están muy por encima de las oficiales. Los choferes que están afuera de la estación Polanco de la Línea 7 del Metro, cobran 70 pesos a la Plaza Antara, el doble de lo que podría cobrar un taxi libre y 20 pesos más de lo que cobraría Uber. Hay sitios y bases en esta zona en los que los choferes sí usan el taxímetro, pero a la cantidad que marca le aumentan 30 pesos. Si el destino está fuera de la colonia, los choferes colocan el taxímetro en modalidad Radio Taxi, aunque no cuenten con el permiso para ello. Hay taxistas que no pertenecen a ningún sitio de la zona, sus vehículos son libres, pero al pasar por esas calles, se niegan a usar el taxímetro e improvisan tarifas.

Yasmín Romero, una auditora que trabaja en el edificio que está detrás de Plaza Antara, usa taxi de sitio cuando sale de la oficina después de las 10 de la noche. La empresa se hace cargo del costo. Regularmente pagaba 280 pesos por el traslado a su casa, tarifa de ya por sí elevada, hasta que un día el taxista que la llevó le dijo cobró 380 pesos, “al fin que ella no pagaba”.

Otro de los líderes visibles es Rubén Alcántara, de la Alianza de Organizaciones de Radio Taxis, Sitios y Bases del Distrito Federal. Fue uno de los participantes en el debate organizado por el Laboratorio para la Ciudad. En 2014, él sólo tenía un sitio a su nombre en el centro de la delegación Tlalpan, en el que había 45 taxistas empadronados. Aunque el número es poco, la agrupación que dirige integra a otros representantes y sitios de radiotaxis, los que oficialmente tienen la tarifa más alta en el Distrito Federal. El banderazo de un taxi libre es de $8.74; el de un radiotaxi, $27.30, un monto poco competitivo frente a las tarifas de los choferes de Uber y Cabify.

No es casualidad que en las manifestaciones del 25 de mayo participaran principalmente organizaciones de taxistas que trabajaban en el poniente (Santa Fe), en el centro (Reforma) y en la parte con mayor desarrollo social del sur (Tlalpan), pues es en esas zonas donde el cobro que aplican los choferes es irregular.

Fidel Carachure Cruz, a pesar de ser el segundo con más sitios a su cargo (25) y el segundo con más taxistas empadronados (7,450), no es protagonista en el movimiento anti Uber. El dirigente de la organización Los Galgos tiene una diferencia con el resto de los líderes: su zona de dominio está entre Milpa Alta y Tláhuac, las 2 delegaciones rurales del Distrito Federal, las que tienen el menor índice de desarrollo social, según el gobierno local. Milpa Alta es, además, la de menor población en la capital. Incluso los taxis de aquellas demarcaciones, a diferencia de los del resto de la ciudad, comienzan con la letra M, que significa “montaña”. Y sólo allá pueden circular.

Los sitios de Carachure Cruz tienen una semejanza con el sitio donde trabaja Fernando, aunque estén en polos opuestos de la Ciudad: se ubican en zonas populares, donde es más barato tomar un taxi libre o de sitio que usar un carro de Uber porque los choferes no se topan con frecuencia a ejecutivos de grandes corporativos, habitantes de colonias exclusivas, turistas de hoteles de cinco estrellas ni a cientos de jóvenes que salen de golpe del antro o de un concierto para imponerles una tarifa muy por encima de la permitida por la ley.

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