Billeteros: tradición arraigada

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Política
Billeteros: tradición arraigada
Foto: NTX

Por: Aleida Jaramillo

“Es para hoy, es para hoy, lleve su lotería”, es desde hace 244 años el inconfundible grito de batalla de los llamados billeteros que recorren calles, bares, restaurantes y todo centro de reunión social donde nunca falta alguien que arriesgue unos pesos a cambio de la posibilidad, ¿por qué no?, de convertirse en millonario.

Los billeteros mexicanos celebran su día el 17 de diciembre, fecha de festejo para miles de personas que han encontrado en esta noble actividad un medio para subsistir y, más aún, de ganarse la gratitud —y en ocasiones jugosas albricias— de gente que ha tenido la fortuna de “pegarle al gordo”.

La labor del billetero requiere mucho sacrificio, pero al mismo tiempo sus ventas ayudan a mucha gente a recibir recursos por medio de la beneficencia pública. Y es que de acuerdo con su Ley Orgánica “el propósito principal de la Lotería Nacional (Lotenal) es la obtención de recursos financieros para destinarlos a la asistencia pública, los cuales obtiene por medio de la celebración de sorteos con premios que se pagan en efectivo y basados en los billetes que adquieren los concursantes”.

Historia

La Lotería Nacional tiene su origen en la época de la Colonia, cuando el Rey Carlos III de España y el virrey marqués de Croix apoyaron el proyecto de Francisco Xavier de Sarría de crear una lotería con base en las de los reinos de Nápoles e Inglaterra, así como de Holanda, pero con un sistema más lógico, racional y sencillo, el cual por cierto fue adoptado un año después por las loterías europeas conocido con el nombre de “sistema moderno” o “mexicano”.

El 7 de agosto de 1770 se anunció en la Nueva España que habría una lotería, la primera de Latinoamérica, bajo el nombre de Real Lotería General de la Nueva España y cuyo plan y reglas fueron publicados en un Bando Real el 19 de septiembre del mismo año.

El primer sorteo de la Real Lotería General de la Nueva España se llevó a cabo el 13 de mayo de 1771 y una década más tarde el virrey don Martín de Mayorga otorgó la primera aportación para la beneficencia pública, canalizándola al Hospicio de Pobres.

Debido a su éxito, paralelamente se hicieron muchas otras loterías y rifas en conventos, parroquias y colegios con el fin de allegarse recursos.

Se fundó entonces la Lotería Auxiliar para Obras Públicas, cuyas ganancias fueron destinadas a terminar el Alcázar de Chapultepec y la reedificación del Santuario de la Virgen de Guadalupe, así como al remozamiento de la construcción del paseo de la Verónica (hoy Melchor Ocampo).

Trascendencia

Tras la consolidación de la Independencia de México, el efímero emperador Agustín de Iturbide bautizó a la institución con el nombre de Dirección General de Renta de Lotería del Imperio de México.

Más adelante se fusionó con la Academia de Bellas Artes de San Carlos y se le conoció como la Lotería de San Carlos, que utilizó sus ingresos para adquirir importantes obras de arte, dar becas a alumnos de la academia para estudiar en Europa y traer a México a importantes maestros.

El presidente Benito Juárez evitó todo tipo de rifas y loterías paralelas a la nuevamente llamada Lotería Nacional, excepto una que se hizo para financiar la construcción de la vía de ferrocarril México-Toluca. En el periodo juarista la Lotería Nacional por primera vez fue elevada a rango constitucional.

A la muerte de Juárez, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada volvió a permitir la proliferación de otras loterías y durante el gobierno de Porfirio Díaz la lotería colaboró con recursos para la edificación del Hospital General, el manicomio La Castañeda y el Kiosko Morisco que representó a México en las Ferias Mundiales de San Luis Missouri en 1904 y que por su estructura desarmable de fierro colado al regresar a México fue colocado en la Alameda Central, donde la lotería celebró sus sorteos hasta 1908, año en el cual fue trasladado a la Alameda de Santa María la Ribera, donde podemos admirarlo actualmente.

El 13 de enero de 1915 Venustiano Carranza, jefe del Ejército Constitucionalista, suspendió la lotería y fue hasta el 7 de julio de 1920 que Adolfo de la Huerta la reestableció con el nombre de Lotería Nacional para la Beneficencia Pública.

Sedes

En 1925 dejó su sede en la calle de Donceles y se trasladó a la magnífica casa que fuera propiedad de Ignacio de la Torre y Mier, en Paseo de la Reforma No. 1, donde por primera vez en el país se utilizó un letrero de gas neón.

En 1934 la institución se mudó a la antigua Tabacalera (casa del Conde Buenavista, hoy

Museo de San Carlos) e inició la magna construcción de un edificio ex profeso para albergar a la Lotería Nacional: El Moro, primer edificio construido por medio de un procedimiento de flotación elástica, obra del ingeniero José Antonio Cuevas, el cual se inauguró el 28 de noviembre de 1946.

México se incorporó a la era de la televisión y el 1 de septiembre de 1950 se transmitió la primera señal del canal 4 desde el piso 14 de “El Moro”.

En 1960 las utilidades de la lotería se entregaban a la Secretaría de Salud y por conducto del patronato de Asistencia Pública se canalizaban a diferentes obras asistenciales, de construcción y desayunos escolares.

En 1968 inició la construcción del edificio “Prisma”, en Avenida Juárez 101, hermosa y moderna construcción que contribuyó al embellecimiento del entorno urbano de esta histórica plaza, el cual fue inaugurado en 1970.

La Lotería Nacional de los ochenta respaldó económicamente el plan de asistencia y salud de las clases marginadas de 40 ciudades del país.

Desde octubre de 1988 y hasta noviembre de 2001 la Lotería Nacional para la Asistencia Pública presidió la Corporación Iberoamericana de Loterías y Apuestas de Estado (Cibelae) y ese mismo año por primera ocasión se instituye que un grupo de niñas sea incorporado a un ámbito antes cerrado y reservado exclusivamente para los varones: los famosos niños gritones de la Lotería Nacional.