Caballos muertos y gobiernos vivos

Guillermo Fárber
Columnas
Dinero
Foto: Creative Commons

Este párrafo del más reciente boletín mensual de Jim Willie (Hat Trick Letter – Global Money War Report #135) sería hilarante si no fuera trágico: “La sabiduría tradicional de los indios piel roja de las Planicies ha sido transmitida de generación en generación a lo largo de siglos, y te recomienda que la mejor estrategia, si descubres que el caballo que estás montando está muerto, es desmontar”.

Sin embargo, agrega la nota, el gobierno de EU (todos los gobiernos, de hecho, pero ya sabemos que los gringos se sienten excepcionales) recurre a otras estrategias mucho más creativas cuando enfrenta circunstancias como esta del caballo muerto. Algunas de esas estrategias son las siguientes:


1. Comprar un látigo más fuerte.

2. Cambiar al jinete.


3. Integrar un comité para estudiar al caballo muerto.

4. Organizar una gira internacional de estudio para averiguar cómo otras culturas resuelven el problema de los caballos muertos.

5. Pedir a la NASA que encargue a una docena de sus científicos encontrar un algoritmo para optimizar tiempos y movimientos de los caballos muertos.

6. Bajar los estándares de aceptación de manera que los caballos muertos puedan pasarlos.

7. Reclasificar a los caballos muertos como “sujetos a tratamiento intensivo” para no perturbar los inventarios.

8. Subcontratar jinetes foráneos para montar el caballo muerto.

9. Uncir juntos a varios caballos muertos, a fin de incrementar la velocidad.

10. Crear un fideicomiso especial para desarrollar métodos alternativos de reforzamiento del desempeño de los caballos muertos.

11. Financiar un estudio de productividad para investigar si la relación costo-beneficio se modifica, y en qué grado, si se usan jinetes más ligeros.

12. Asignar un grupo de trabajo que elabore una justificación formal para declarar, desde la oficina del presupuesto federal, que dado que ya no comen, los caballos muertos generan menores egresos y por tanto contribuyen más que muchos caballos vivos a las utilidades finales.

13. Rediseñar oficialmente las expectativas de rendimiento de los caballos (vivos o muertos).

Y por supuesto:

14. Ascender al caballo muerto al puesto inmediato superior.

Lógica no aristotélica

“Por supuesto, todas las estrategias anteriores son remedios condenados al fracaso, pero todas ellas continuarán siendo aplicadas por intereses políticos especiales hasta que todos los caballos existentes estén muertos. Ninguna medida fuera de la lógica política o burocrática será considerada aceptable.”

Quizá este recuento burlón te provoque alguna sonrisa, queridolector, pero lo trágico es que esta curiosa manera de pensar está plenamente justificada dentro del delirante paradigma del razonamiento de los gobiernos salvo, naturalmente, que quisieras sustituir a los caballos muertos por bancos quebrados. En cuyo caso… ¡pero qué dices! ¿Cómo te atreves a insinuar semejante comparación?