Las luces se apagan para Maduro

Las medidas adoptadas por el gobierno populista de Maduro son una bomba de tiempo

Lucy Bravo
Columnas
Protestas contra Maduro
Foto: NTX

En Venezuela se extingue ya la luz al final del túnel. Ante el inminente colapso eléctrico y la creciente escasez de agua, el abismo que enfrenta el país es cada vez más sombrío. Después de tres años de un mal manejo de la economía, el presidente Nicolás Maduro ha envuelto a la nación en su laberinto y hoy no hay suficientes alimentos, medicinas ni servicios básicos para sus más de 30 millones de habitantes.

No sabemos qué pasa realmente en Venezuela cuando el gobierno corta la electricidad durante cuatro horas diarias, ni cuando más de 2.5 millones de empleados públicos se quedan en casa cinco días a la semana o cuando millones de niños venezolanos dejan de ir a la escuela los viernes.

Lo que sí sabemos es que las medidas adoptadas por el gobierno populista de Maduro son una bomba de tiempo.

Pero al parecer la cuenta regresiva apenas comienza y las ya conocidas filas interminables para conseguir alimentos y productos ahora toman un nuevo cauce: destituir a Maduro.

En menos de cinco días, más de 2.5 millones de venezolanos salieron a las calles a hacer fila… pero ahora para firmar la petición promovida por la oposición a fin de convocar a un referendo revocatorio del mandatario.

Ahora el destino de Maduro depende del Consejo Nacional Electoral, que deberá validar la petición, pedir cuatro millones de firmas adicionales, volver a validar y hasta entonces convocar al referendo.

Costos

La debacle económica, los encarcelamientos de opositores políticos, las olas de saqueos y violencia, así como la exorbitante inflación de más de 300% han llevado al chavismo a sus niveles más bajos de popularidad tras 17 años en el poder: nueve de cada diez venezolanos quieren la salida de Maduro.

Pero el largo camino para que eso ocurra se ha visto bloqueado una y otra vez por las instituciones cooptadas por el chavismo, como el Ejército, el Consejo Electoral y hasta el mismo Tribunal Supremo de Justicia. De hecho, un reciente estudio realizado por cuatro juristas venezolanos encontró que de las más de 45 mil sentencias emitidas por el tribunal desde 2005, ni una sola fue contra el gobierno.

A esto debemos sumar la larga lista de artilugios legales que ha empleado Maduro para pulverizar cualquier medida en su contra promovida por el Congreso, que desde las pasadas elecciones está compuesto en su mayoría por legisladores opositores. El choque de poderes es insostenible y la oposición ha recurrido a diversas instancias internacionales para solicitar ayuda con el fin de restablecer la democracia, pero dichos instrumentos no se activan tan fácilmente.

Para Venezuela el camino hacia la recuperación aún es largo. La restauración de un cierto equilibrio en las finanzas públicas de la nación probablemente tomará años. Incluso si el presidente es obligado a renunciar, el próximo gobierno tendrá que asumir el costo político de los ajustes en un país incapaz de seducir a la inversión extranjera necesaria para reactivar la economía. El sueño bolivariano de Hugo Chávez se acerca a su ocaso y el legado heredado por Maduro solo funciona mientras no se sienta amenazado. Sin embargo, con el declive político y económico de Venezuela, el futuro de su liderazgo se apaga cada vez más, como las luces en las casas venezolanas.