Ochoa al rescate del PRI

El presidente Peña Nieto ha decidido recurrir a uno de sus colaboradores de mayor confianza

Sergio Sarmiento
Columnas
Enrique Ochoa Reza
Foto: Cuarto Oscuro

Es difícil pensar en un líder del PRI más distinto a la tradición de este instituto político que Enrique Ochoa Reza. Los politólogos han aprendido a adelantar las decisiones del presidente Enrique Peña Nieto, quizá porque han sido muy previsibles, pero ninguno adelantó la designación de Ochoa como presidente del Partido Revolucionario Institucional.

Ochoa es un personaje inusitado para el cargo. A pesar de que tiene licenciaturas en Economía del ITAM y en Derecho de la UNAM, además de dos maestrías y un doctorado en Estados Unidos, su carrera se ha desarrollado fundamentalmente en el campo tecnocrático de la administración pública. Su trabajo como director general de la Comisión Federal de Electricidad apenas estaba comenzando y difícilmente podía darse por concluido. Su experiencia política es escasa.


Pero quizá sus presuntas debilidades son la fuerza que en él encontró el presidente Peña Nieto para designarlo, no hay otra palabra, como cabeza del partido en el poder.

Enrique Ochoa nunca ha ocupado un cargo de elección popular. Esto, que en principio parecería una desventaja en un hombre que llega a dirigir un partido político, tiene la consecuencia positiva de que no se convierte en rival para otros aspirantes a los principales cargos políticos del país.

El presidente Peña Nieto ha decidido recurrir a uno de sus colaboradores de mayor confianza para tomar el control del PRI después de los decepcionantes resultados de las elecciones de junio pasado. Enrique Ochoa llega al PRI como un sorprendente bateador emergente. La disciplina del partido es tan grande, que nadie se ha atrevido a cuestionar la decisión del presidente. Pero las interrogantes sobre lo que los militantes esperan de su actuación en el partido son enormes.

Habilidad

El presidente Peña Nieto está reaccionando a los resultados del PRI en las elecciones del pasado 5 de junio. Manlio Fabio Beltrones, quien se consideraba un hombre que sabía ganar elecciones a pesar de no ser cercano al presidente, parecía garantizar triunfos en casi todos los procesos, pero al final dejó un saldo decepcionante en los comicios pasados. El PRI perdió varios estados que parecían ganados de antemano.

¿Puede Enrique Ochoa darle la vuelta al partido gobernante? Es difícil saberlo. Ochoa ha tenido un buen trabajo en la Comisión Federal de Electricidad, pero es una labor técnica, sin la complejidad del trabajo político de un partido. Beltrones puede haber tenido todos los problemas que uno quiera, pero sabía a quién llamar para resolver conflictos y cómo manejar a los distintos grupos de poder de la compleja geografía política del país. No hay nadie en el mundo político priista que no le debiera algún favor a Manlio Fabio, quien sabía cobrar las deudas en el momento adecuado.

Enrique Ochoa tiene sin duda una inteligencia privilegiada. Lo ha demostrado en múltiples ocasiones. Fue el arquitecto de una reforma energética que ha funcionado bien hasta el momento a pesar de todas las resistencias políticas. Su gestión como director general de la Comisión Federal de Electricidad, en reemplazo de un Francisco Rojas que nunca creyó en la reforma energética, fue bastante positiva. Ochoa, como lo demuestra la diversidad de su preparación académica, se mueve con habilidad en campos políticos y técnicos.

Pero revitalizar al PRI en estos momentos será quizá la tarea más complicada de su vida. Los aplausos con los que lo han recibido los sectores del partido, tan sorprendidos por su designación desde Los Pinos, se convertirán pronto en exigencias de porciones de poder. Y Ochoa no tendrá suficiente poder para repartir que los deje satisfechos a todos.