México: el triple desafío de Trump

El TLCAN comenzó en 1994 y el PIB promedio anual desde entonces ha sido de 2.1%, cuando se necesita de 6 por ciento

Carlos Ramírez
Columnas
TLCAN
Foto: Micha Baraski

A pesar de haberse involucrado de manera desordenada y sin estrategia en el proceso electoral estadunidense, la victoria de Donald Trump y el inicio de su gobierno el próximo 20 de enero representan para México un desafío de carácter histórico que lo orilla a replantear todo su futuro.

El problema no radica en resistir las decisiones estadunidenses de deportar a mexicanos ilegales desde EU o revisar las partes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte o apretar más los tornillos de la seguridad en materia de crimen organizado o terrorismo… El asunto es más grave: Trump regresará al Estados Unidos del imperialismo dominador, sin tareas de responsabilidad geopolítica.

A México le afecta Trump en cuando menos tres agendas:

1. La del desarrollo nacional. En cuando menos tres puntos habrá efecto por las amenazas de Trump de regresar a migrantes y revisar el TLCAN: la incapacidad del crecimiento económico para atender a los mexicanos migrantes que van a regresar, la desglobalización con el regreso a EU de empresas instaladas en México que generaban aquí actividad productiva y, por tanto, el aumento en la presión de la pobreza por la incapacidad productiva del desarrollo mexicano. El TLCAN comenzó en 1994 y el PIB promedio anual desde entonces ha sido de 2.1%, cuando se necesita de 6 por ciento.

2. La de la vecindad subordinada. El tono de los discursos de Trump y el perfil político de sus principales colaboradores en el área de política exterior, defensa, inteligencia y seguridad nacional han mostrado el riesgo de la superioridad. Primero serán las declaraciones, luego vendrán las quejas y terminará el ciclo imponiéndole a México criterios de seguridad que serán violatorios de la soberanía nacional.

3. La de la geopolítica. El regreso al aislacionismo es apenas la máscara de un problema peor: la visión imperial dominante comenzando, por ejemplo, con cobrarles la seguridad a los países europeos, en algo que ha sonado más a venta de protección. Trump desandará el deshielo de Barack Obama con Cuba, mirará a América Latina con los ojos de la subordinación y decidirá estrategias diplomáticas en función de los intereses estadunidenses: los nuevos intereses de Trump en Rusia, el avance chino, la reorganización de Europa y el sobrecalentamiento de Oriente Medio serán parte de la agenda de la inestabilidad que obligará a los países medios y pequeños abandonados por la Casa Blanca a buscar sus propias negociaciones.

Hora

En el pasado, mal que bien, con pros y contras e inclusive a veces como maldición, México tuvo atado su destino a EU y a la buena o mala voluntad de sus gobernantes.

México le apostó al mal inevitable: si a México le iba mal, sus problemas repercutirían en EU. Y si a EU le iba mal, en algo mitigarían los efectos negativos en México. De ahí que de todos modos a México no le iría tan mal.

El primer aviso llegó con Ronald Reagan: México es el próximo Irán, le aconsejaron, y la Casa Blanca lanzó todo su arsenal contra México para propiciar la alternancia al PRI. La estrategia dio frutos en 2000, pero de nada le sirvió a Washington porque el problema no era de conducción política mexicana sino de las masas emproblemadas.

Más que Trump, el problema que le viene a México es el del abandono del protector tradicional. Y llegó la hora de construir una nación realmente soberana y no esperar a que los problemas mexicanos los resuelvan los estadunidenses.