Un PRI complejo

Estos cambios de nombre, y de ideología, son indicativos de la diversidad interna que ha tenido siempre el hoy llamado PRI

Sergio Sarmiento
Columnas
Aniversario del PRI
Foto: NTX

Este sábado 4 de marzo Enrique Ochoa contará con la presencia del presidente Enrique Peña Nieto para festejar los 88 años del PRI. La celebración toma como fecha de fundación del partido el 4 de marzo de 1929, cuando Plutarco Elías Calles creó el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Estrictamente hablando, sin embargo, la fundación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tuvo lugar el 18 de enero de 1946, cuando Manuel Ávila Camacho era presidente de la república y Miguel Alemán Valdés candidato presidencial. Con ese partido Ávila Camacho buscó eliminar los aspectos más izquierdistas del partido refundado el 30 de marzo de 1938, unos días después de la expropiación petrolera, por el presidente Lázaro Cárdenas con el nombre de Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

Estos cambios de nombre, y de ideología, son indicativos de la diversidad interna que ha tenido siempre el hoy llamado PRI. El PNR de Elías Calles era un intento por crear un partido que aglutinara a las fuerzas políticas surgidas de la Revolución inmediatamente después del asesinato en 1928 de Álvaro Obregón, cuando éste ya era presidente electo, para evitar que continuaran los asesinatos y levantamientos que se habían vuelto comunes en la vida nacional. El PNR logró algo muy importante: rescatar a México de la inestabilidad, la violencia y las asonadas del período revolucionario.

Con el PRM Cárdenas quiso consolidar en el poder a la izquierda revolucionaria y descartar del poder a los grupos más moderados e incluso liberales. El PRM no era sólo el partido de la expropiación petrolera, sino de la modificación del artículo tercero de la Constitución, enmendado para obligar a la impartición de la ideología socialista en las escuelas del país.

Testimonio de que Cárdenas no quiso dar un golpe de estado ni pudo descartar a los demás grupos del partido y del poder fue su decisión de escoger a Manuel Ávila Camacho, en lugar de aFrancisco J. Múgica, como candidato presidencial en 1940. Ávila Camacho trajo al gobierno a grupos menos radicales y más partidarios de la iniciativa privada, lo que permitió el relanzamiento económico del país. Para consolidar el esfuerzo descartó el PRM de Cárdenas y creó el PRI, que en su nombre, al miso tiempo revolucionario e institucional, llevaba la clave de su éxito, pero también de sus contradicciones.

El PRI ha sabido con el tiempo pasar de la izquierda a la derecha en ideología sin sonrojarse. Pero también ha cobijado a un grupo creciente de políticos cuyo único objetivo ha sido alcanzar y aferrarse al poder, por el poder mismo y por sus privilegios. La derrota del PRI en las elecciones presidenciales de 2000 puso fin a la era del partido hegemónico; pero, a diferencia del Partido Comunista en Rusia y sus estados satélite, no desapareció, sino que regresó con vigor tras dos derrotas en contiendas presidenciales para triunfar en 2012 con la idea de que los priistas sí saben gobernar.

La situación, sin embargo, ha cambiado de manera radical. El presidente Peña Nieto se encuentra en su peor momento de popularidad y el PRI no sólo perdería hoy las elecciones presidenciales, sino que quedaría relegado al tercer lugar. Peña Nieto ha hecho reformas liberales importantes, rechazadas por muchos priistas de la vieja escuela, pero también ha retomado las viejas formas del autoritarismo para designar de manera unilateral a candidatos y directivos del PRI, incluyendo a su presidente Enrique Ochoa.

Hoy el PRI festeja 88 años del nacimiento, no del PRI, sino de un predecesor. En esta misma decisión se fundamenta mucha de su compleja historia y de la versatilidad que le ha permitido sobrevivir. Es un momento complicado, sin embargo, porque esa vieja izquierda cardenista, descartada en 1940, se ha hecho fuerte en partidos separados del PRI, como el PRD y Morena, que buscan regresar al poder 77 años después.