La era de la ciberguerra

Ucrania, en guerra no declarada

Lucy Bravo
Columnas
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Foto: Ryan Anderson Flickr Commons

Apenas un mes después de que el virus denominado WannaCry derribó sistemas informáticos en más de 150 países, otro ataque cibernético masivo se extendió por todo el mundo. Pero Ucrania, el primer país afectado, ofreció un vistazo particular de la enorme capacidad destructiva de este tipo de incidentes, o peor aún, del principio de un era de ciberguerras globales.

El ataque del virus Petya afectó a las principales corporaciones ucranianas, compañías de servicios públicos y agencias gubernamentales. El banco central, el Metro de Kiev, la compañía estatal de energía y la red informática del gobierno fueron bloqueados. Mientras que el daño se concentró en Ucrania, empresas e instituciones en España, Francia, Dinamarca, Polonia y Rusia también reportaron filtraciones del ransomware.

En un mundo convulso la caja de Pandora del ciberespacio fue abierta hace décadas y solo es cuestión de tiempo para que este nuevo frente en los conflictos internacionales se materialice en agresiones directas. La palabra ciberseguriad es asociada normalmente con el mundo de los hackers y el secuestro de datos o información para obtener ganancias económicas. Pero todo parece indicar que estos programadores han dado el salto del ámbito digital a la realidad, provocando daños a gobiernos y países enteros.

Nueva era

En 2009 cuando el malware Stuxnet, filtrado por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, aceleró silenciosamente cientos de centrífugas nucleares iraníes hasta que se destruyeron, el mundo se adentró a una nueva era sin saberlo. Ahora, en Ucrania, el escenario de la ciberguerra ha cobrado vida. En su caso no podemos hablar de simples ataques aislados. Durante los últimos tres años Ucrania ha sido el blanco de una ofensiva digital que ha socavado sistemáticamente casi todos los sectores: medios de comunicación, finanzas, transporte, defensa, política y energía. Y no es casualidad.

Para entender el significado de los asaltos contra Ucrania debemos dirigir la mirada a su vecino del norte: Rusia. Moscú siempre ha considerado a Ucrania como una parte legítima del imperio ruso y un importante activo territorial, al ser un amortiguador estratégico frente a la OTAN y una lucrativa ruta de gasoductos hacia Europa.

Pero en la última década la cada vez más cercana relación de Ucrania con Occidente ha desatado un conflicto abierto con Rusia. Las protestas en contra de la intervención rusa en las elecciones nacionales que comenzaron en 2004, culminaron un decenio más tarde con el derrocamiento del entonces presidente Viktor Yanukovich, quien respondía al Kremlin.

Sin embargo, ante la mirada atónita del mundo, Vladimir Putin anexó casi sin parpadear a la península de Crimea en el sur e invadió la región del este conocida como Donbass. Desde entonces, Ucrania ha estado encerrada en una guerra no declarada con Rusia que ha desplazado a casi dos millones de refugiados internos y ha matado a cerca de diez mil ucranianos.

Diversos analistas globales de ciberseguridad han concluido que grupos de hackers rusos, con lazos directos al Kremlin, han intervenido en las elecciones de Ucrania, Alemania, Francia y Estados Unidos, sin repercusiones reales. Pero Rusia también podría estar utilizando a Ucrania como un laboratorio para perfeccionar nuevas formas de combate cibernético global —más allá de las votaciones en las urnas—, mientras mide la capacidad de respuesta de la comunidad internacional. El mundo se dirige hacia una guerra permanente en el ciberespacio y hasta ahora Rusia está ganando.