Miseria de memoria

La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados. Jean Paul 

Daniela Suárez
Columnas
Emociones
Foto: Iurii Gud

Cuando recuerdas algo, ¿qué piensas primero? ¿Un recuerdo lindo, o una memoria fatigada? ¿Algo que marcó tu vida positivamente? ¿O tienes más detalles de algo negativo? Si en alguna ocasión tienes un problema y tratas de acordarte de las razones por las cuales se ocasionó, ¿te cuesta trabajo?

Todas estas preguntas no las hago en vano: he leído un estudio que, a pesar de ser un tanto amargo, me parece realmente atinado. Un gran cuerpo de evidencia, tanto formal como anecdótica, sugiere que las emociones negativas pueden tener un efecto positivo en la exactitud de la memoria.

Y es algo extraño, pero expertos se han percatado de que la mayoría de nosotros retenemos memorias extremadamente vívidas de aquellas experiencias que asociamos con emociones negativas, como miedo o algún duelo. Tal vez sean cosas muy minuciosas, como el color de la ropa que traíamos puesta cuando tuvimos un accidente o la canción que estaba sonando mientras recibimos alguna pésima noticia. Es curioso, pero pareciera que cada que recordamos algún momento negativo lo hacemos con tanta exactitud como si lo estuviéramos reviviendo.

Ante las posibilidades que representan la percepción y la claridad de tales recuerdos, se cree que estos podrían ser ilusorios o producidos por una impresión subjetiva debido a la intensidad de las emociones que asociamos con la experiencia que recordamos. Sin embargo, gracias a un estudio reciente de la Universidad de California, Riverside, los investigadores ofrecen ideas nuevas acerca de la relación que existe entre la memoria y las emociones negativas.

Proceso

El equipo de expertos se centró específicamente en la relación entre las medidas objetivas y subjetivas de la memoria emocional. Los participantes memorizaron color y orientación de objetos específicos representados bajo condiciones negativas, neutras y positivas. Después reconstruyeron el color y la orientación de dichos objetos en una presentación aleatoria.

En un segundo experimento los investigadores siguieron el mismo proceso, pero agregaron evaluaciones de “valoraciones subjetivas de vivacidad de la representación de la memoria y valoraciones subjetivas de la confianza”. Al mediar ambos experimentos los resultados demostraron que en cuanto a las medidas objetivas del efecto de la emoción negativa sobre la memoria, los participantes sí mostraron una mejora de la memoria después de ver una imagen calculada para inducir emociones negativas. Al recordar el color y la orientación de los objetos, los participantes que se encontraban con emociones negativas recordaron mejor los detalles que aquellos que se encontraban con emociones neutrales o positivas.

En otras palabras, al ver las imágenes mientras tenían emociones negativas los participantes describieron de manera más precisa y atinada la posición y el color de los objetos, que aquellos que estaban en estados mentales neutros o positivos. Así se llegó a la conclusión de que las emociones negativas conectadas con algún evento no solo nos ayudan a recordar los detalles más precisos, sino que también nos hacen más conscientes del proceso por el cual la memoria debe pasar para recordar esos detalles.

Sin más, se puede decir que esta es la parte de la conciencia de uno mismo que nos ayuda a entender que lo negativo a la larga puede jugar un papel importante si de memoria se trata. Y tú, ¿qué memorias guardas?