Personalidad promedio

Sé tú mismo, todos los demás están tomados. Oscar Wilde 

Daniela Suárez
Columnas
Personalidad
Foto: zoomteam

¿Qué preferirías, ser alguien ordinario o que las personas te recuerden por ser alguien extraordinario? Seguramente la mayoría de nosotros sin pensarlo diríamos que preferiríamos ser pensados como alguien extraordinario. Pero vamos, todo depende de qué es extraordinario y para quién.

Para algunos quizá sea tener una mente privilegiada; para otros, es simplemente poseer rasgos de bondad y honestidad.

Tal vez haya quien piense que ser extraordinario es poseer capacidades tan diferentes como poder leer la mente o aguantar la respiración más de cinco minutos. Cada quien tendrá sus parámetros y sus puntos de comparación.

Sin embargo, expertos en sicología han llegado a la conclusión de que tener una personalidad “promedio” es mejor que sobresalir.

La mayoría de los rasgos sicológicos están distribuidos uniformemente, lo que significa que alrededor de 65% de las personas tenemos una inteligencia, personalidad, memoria, potencial de liderazgo y creatividad “promedio”.

Desafortunadamente no todos tenemos esta percepción, ya que muchas veces nos calificamos mejor de lo que debemos, y esto en realidad estadísticamente es una imposibilidad. Habrá quien se enoje si es calificado como promedio, ya que le resulta un insulto. Habrá quien anhele ser descubierto como alguien único; esta necesidad de serlo es un pequeño síntoma de narcisismo. Esta patología de hecho ha incrementado constantemente en el último siglo, particularmente en Estados Unidos.

Esta necesidad de ser único se representa en la manera en la que el ser humano desea ser famoso, especial o sobresaliente entre la multitud. De hecho en 1950 tan solo 12% de estudiantes en Estados Unidos se consideraban personas importantes, mientras que hacia los ochentas este número había incrementado a 80 por ciento.

Especiales

Contrariamente a un mito popular existen más ventajas de ser y sentirse una persona promedio: si quieres evitar la mayoría de enfermedades sicológicas y físicas, ser una persona promedio es tu mejor opción.

En algunas ocasiones hasta las características más deseadas, como ambición, confianza, socializar adecuadamente y/o tener conciencia, pueden ser negativas si se llevan al extremo. La ambición se convierte fácilmente en avaricia, la socialización en exhibicionismo y en necesidad de atención, la confianza en arrogancia y la inteligencia o asertividad en soberbia.

Claro que no todo lo que estoy señalando es un hecho ni es acertado 100%, son solamente posibilidades. Por el contrario, expertos aseveran que las personas que se sienten normales o que tienen cualidades promedio en su mayoría manejan una alta perspectiva de autoobservación, lo que las hace sean más realistas y que se apeguen con mayor facilidad a su realidad.

Y somos aquellas personas que nos consideramos como normales quienes aceptamos con gusto nuestros talentos y nos motivamos por hacer cosas cotidianas. Estas son las que reflejan por sí mismas un autoconcepto más sano, que escapa de las ilusiones de grandeza o talento exacerbado.

No soy tan cínica: por supuesto que a todos nos gustaría ser recordados como maravillosos y no es algo tan lejano. De hecho, a pesar de que la mayoría seamos promedio, lo que nos diferencia y nos hace especiales son nuestras experiencias, nuestros recuerdos, nuestras vivencias y forma de pensar. Con esas pequeñas sutilezas podría llegar a pensar en que cada quien a su manera sí es especial. Quizá no seamos sobresalientes, pero al final del día vivimos cada quien de maneras muy diferentes.