“La libertad en sí misma es un valor universal”

Libertad bajo palabra, Luis Carlos Ugalde

Norberto Vázquez
Política
Luis Carlos Ugalde
Foto: Jesús García.

Ciudad de México, 13 de agosto. Luis Carlos Ugalde es una de las personalidades a quien en México ha tocado describir el devenir democrático en los más recientes cuatro lustros desde la academia, la función pública y la consultoría privada: ha sido protagonista de significativos procesos electorales, así como examinador indiscutible del galimatías que registra nuestra legislación en la materia.

Ex consejero presidente del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) y hoy director de Consultoría Integralia, Ugalde define para Vértigo una serie de conceptos que imponen la reflexión para entender el país que somos.

—¿Qué es para usted la libertad?

—La libertad es la capacidad de poder hacer lo que quieres y esa capacidad está determinada por las normas, por los recursos y por el contexto. Pero en general la libertad es poder hacer lo que quieres en el momento que tú quieres.

—¿Cómo percibe la libertad democrática en México?

—Hay que dividirla entre normas, recursos y entorno. Por una parte las normas para ejercer la libertad, que tú llamas democrática, creo que más bien son para ejercer los derechos políticos, que han crecido notoriamente en los últimos 30 años. En las leyes se han plasmado, desde la Constitución de 1917, una serie de derechos que se han ido expandiendo gradualmente, pero te diría que gran parte de lo que hoy tenemos como derechos y libertades se establecieron desde 1917.

Algunas, añade, “se han expandido en la norma, como el derecho a votar a los 18 años o como el derecho de las mujeres a ejercer el voto a partir de 1954; u otros derechos, a votar y ser votado, por ejemplo”.

En este sentido las candidaturas independientes también son un derecho, pero “lo que ha cambiado de una manera más gradual y lenta son los recursos para ejercer esos derechos, porque una cosa es que te digan que puedes votar y otra que tengas la información y los conocimientos para ejercer un voto informado; una cosa es que te digan que tienes el derecho a ser votado y otra que tengas las capacidades financieras para poder ser candidato independiente; una cosa es que te digan que tienes derecho de asociación, como todos lo tienen, y otra muy diferente que tengas el dinero para formar un partido político. Entonces, en cuanto a recursos hay más para ejercer esos derechos, pero su distribución es desigual”.

Al respecto, ejemplifica que “un tema muy notorio es el de la libertad de expresión: todos tenemos libertad de expresión pero unos tienen dinero para pagar spots en radio y televisión y otros no. Hay desigualdad en cuanto a la distribución de recursos para ejercer ciertas libertades o derechos”.

En cuanto al entorno, agrega, “significa cómo las percepciones, cómo el contexto internacional pueden dificultar que ejerzas ciertos derechos: claramente la crisis política y de percepción que ha existido en los últimos años detonó en la población un enorme espíritu de votar en esta elección del 1 de julio, por ejemplo, lo cual de alguna manera generó un ola para que se ejercieran los derechos colectivos y permitió un cambio político muy significativo. También el entorno importa”.

Oferta

—¿Cómo evalúa la legislación electoral en México?

—Hay un exceso de legislación que, de hecho, ha sido obstáculo para que haya un verdadero piso para competir y ejercer derechos políticos. Tener muchas leyes incluso es sinónimo de mala regulación. La regulación inteligente, potente, que ataca problemas, es aquella que es parsimoniosa, precisa, objetiva y ataca causas; por lo tanto, electoralmente el exceso de regulación que hemos vivido en los últimos 15 años solo significa que es una mala regulación.

—¿La variada gama de oferta política garantiza libre gobernabilidad a este país?

—La oferta política simplemente pone sobre la mesa opciones para que el electorado elija: que haya oferta no significa necesariamente que haya libertad. Depende de la libertad de elegir, de la libertad de competencia, de los recursos de los partidos políticos para poder llegar al electorado… Creo que las condiciones actuales de México y la elección del pasado 1 de julio manifiestan que en el país las ofertas en un momento u otro llegan al electorado y tienen éxito. Por supuesto, con todas las deficiencias que hay de una enorme inequidad en el uso de recursos, gastos excesivos de campaña, fondeo ilegal de campañas, uso discrecional de gobiernos para apoyar a partidos… Con todo y eso el hecho de que haya financiamiento público a los partidos, el hecho de que haya un sistema de spots gratuitos que les permite anunciarse, que las redes sociales hayan democratizado la comunicación directa entre candidatos y electores facilita que pese a las desigualdades la oferta política genere más libertades para ejercer el derecho de votar.

—¿En qué libertades hemos avanzado y en cuáles no?

—Hemos avanzado en los últimos 30 años. Buena parte de las libertades que gozamos hoy las establece la Constitución de 1917. Ha habido mayor avance en algunas, pero básicamente el paquete original es el de la Constitución de ’17. Los que han ido variando son los organismos que deben garantizar su ejercicio. Por ejemplo, la Suprema Corte, tribunales, el Instituto de Transparencia o el Instituto Nacional Electoral. Pero esos organismos o poderes avanzan en garantizar su ejercicio más allá de la mera retórica; asimismo, hemos avanzado en derechos políticos, en derechos de género, en derechos de minorías, en libertad de expresión. Claro, queda la pregunta: ¿en una sociedad tan desigual la libertad la puede ejercer quien tiene dinero o el que no lo tiene? Queda claro que la libertad de expresión la puede ejercer más un empresario que un campesino. Queda claro que los recursos disponibles acrecientan o contienen tu capacidad de ejercer derechos. Pero quitando ese tema creo que en derechos y libertades hoy tenemos más que hace 30 años.

—¿Qué significado tiene para usted la libertad en la construcción de un país?

—La libertad en sí misma es un valor universal. La libertad en sí misma genera bienestar a la gente, contribuye a su felicidad, a su desarrollo intelectual, moral y social. Así que las libertades en sí mismas, por sí mismas, más allá de otra consideración, son un derecho inherente de la humanidad. Y en un país como México estas libertades y estos derechos se puedan ejercer más que antes, aunque podríamos ir mucho más allá con una distribución equitativa de recursos. El reto no es hacer más leyes, ni poner más artículos en la Constitución, ni hacer un ejercicio ridículo y cursi como el de la Constitución de la CDMX. ¡No! El reto es garantizar que los derechos y libertades consagradas en la Constitución se ejerzan. Y esto tiene que ver sobre todo con una cuestión de recursos disponibles, entre los cuales están la educación, el empleo y otras cosas. Ese es el tema: cómo podemos avanzar en el ejercicio de los derechos que ya tenemos en la ley.

Perfil

Luis Carlos Ugalde nació en la Ciudad de México en 1966. Es director general de Integralia Consultores, empresa de inteligencia legislativa y política. Es licenciado en Economía por el ITAM, maestro en Administración Pública y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Columbia, en Nueva York. Cuenta con experiencia de gobierno y en instituciones públicas, entre ellas la embajada de México en Estados Unidos, la Oficina de la Presidencia de la República y la Secretaría de Energía. Fue consejero presidente del IFE entre 2003 y 2007. Ha sido profesor de Ciencia Política e investigador en varias universidades de México y EU, entre ellas el ITAM, el CIDE, la Universidad de Harvard, así como las de Georgetown y Americana, en Washington DC. Ha publicado libros sobre democracia y finanzas públicas, así como decenas de artículos académicos y de opinión en revistas especializadas y diarios en México y el extranjero. Es editorialista de medios impresos y comentarista de radio y televisión.