LIBERTAD ES UN PROCESO INCLUSIVO: LA CONSTRUIMOS ENTRE TODOS

Los retos de la planeación urbana.

Martha Mejía
Columnas
Notimex
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Para Manuel Perló Cohen, uno de los más importantes profesionales que desarrollan investigación sobre planeación urbana sustentable en México, una condición fundamental de la libertad es “que todo mundo se exprese en forma abierta, sin cortapisas, únicamente con la limitación de que no se pueda ofender, descalificar y menoscabar la libertad de los otros”.

Junto con un equipo interdisciplinario el economista y doctor en Planeación urbano-regional ha merecido, por el proyecto Parque Hídrico La Quebradora, la medalla de oro de los Global Lafarge Holcim Award 2018, galardón que premia los mejores trabajos de construcción sustentable en el mundo.

En entrevista con Vértigo el también ex titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM platica sobre su concepto de libertad y respecto de los retos de la planeación urbana dentro de una de las metrópolis más grandes del planeta.

—¿Para usted qué es la libertad?


—Es un valor básico, fundamental y no abstracto: se trata de un concepto muy aterrizado en nuestras relaciones sociales y obligaciones con los demás, con otros seres humanos, incluso con otros seres vivos.

Tiene que ver, puntualiza, “con la capacidad para poder ser libre de pensamiento, creatividad, relaciones, pero al mismo tiempo es tener plena conciencia de que este valor no puede ser a costa de los derechos y las libertades de los demás: a la libertad la construimos todos en un proceso inclusivo”.

Añade Perló que “a mí me gusta decir lo que pienso, quiero y considero, pero lo hago siempre pensando en no menoscabar la libertad de los demás, porque eso me parecería terrible. Lograr la libertad de uno a costa de la esclavitud de muchos se ha dado, pero no es lo correcto. Ha habido ya muchos sistemas así, donde un individuo o un conjunto de individuos tienen todas las libertades y todos los demás lo que tienen son privaciones y limitaciones”.

—¿Por qué es importante para usted este concepto en el contexto de planeación urbana sustentable, es decir, dentro su campo de acción?

—La libertad tiene que estar presente en todos los momentos de este proceso, en términos de que todo mundo se exprese en forma abierta, sin cortapisas, únicamente con la limitación de que no se pueda ofender, descalificar y menoscabar la libertad de los otros.

En este sentido, agrega, “así como la libertad tiene sus normas y sus reglas, y es importante respetarlas para que todos podamos convivir en forma pacífica, la planeación urbana también necesita reglas y normas muy bien establecidas”.

—¿Cuáles son los retos para alcanzar una planeación urbana responsable?

—Hay que empoderar al ciudadano, pero también hay que definir reglas y normas sobre cómo debe ejercer su capacidad de decisión. Hoy existe la posibilidad de tener una sociedad mejor informada, participativa y más involucrada en los temas que le interesan, pero eso supone también mayor responsabilidad.

En este sentido, expresa, “la planeación urbana tiene que ver con nuestras vidas porque estamos hablando de cómo queremos que sean nuestro transporte, espacios públicos, ciudades, poblados, barrios, colonias… Eso significa una definición y participación en los temas vitales de nuestra existencia: es tan importante como definir cómo es el gobierno que quieres”.

Criterios

En algunos lugares, dice, “la gente decide cambios de uso de suelo, sistemas de transporte, distribución de los presupuestos, todo ello por medio de la participación social. Y eso es bueno, pero se necesitan reglas y normas que todo mundo reconozca como válidas, porque también en los procesos de planeación y decisión hay gente que no reconoce que sus propuestas e ideas no son las acertadas. En estos procesos hay que saber ganar y saber perder. Puede haber una decisión que no nos guste pero la adoptó una mayoría; en este sentido, hay que saber asumir esas derrotas a lo que uno propone. Es muy importante aceptar las reglas del juego.

—En su experiencia, sobre todo en este último proyecto de La Quebradora, ¿qué tanto se ejerció el concepto de libertad en cuanto a la toma de decisiones?

—Hubo una dosis de libertad importante para presentar las ideas, discutirlas, muchas veces para rectificarlas, ajustarlas y entregarlas en la versión final del proyecto ejecutivo. La propuesta que se hizo a las autoridades delegacionales se elaboró con plena libertad por parte de la UNAM. Desde el comienzo se hizo la recomendación de que esta se llevara a una consulta entre las comunidades cercanas al lugar donde se iba a proponer la construcción del proyecto.

Fue así como la propuesta “se fue transformando en un proceso de discusión y debate. En ese contexto los ciudadanos hicieron propuestas racionales y otras no tanto. Por ejemplo, había personas que nos decían que se construyera una alberca olímpica en el lugar donde está el vaso regulador, lo cual iba en contra de la propia naturaleza del sitio. En ese sentido nosotros defendimos también con toda libertad que el proyecto se mantuviera dentro de ciertos parámetros y características y que no se alterara, pero siempre dentro de ese espacio de discusión y deliberación para plantear cosas nuevas dentro del proyecto ejecutivo que hicimos”.

—¿Qué tanta libertad hay en México para el actuar de un científico social como usted?

—Dentro de la institución donde presto mis servicios, que es el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, existe la libertad como valor fundamental: he disfrutado de esa libertad de manera total y absoluta en mis 42 años de servicio a la institución. Los únicos criterios que sí intervienen son los de calidad. Y creo que es importante.

Por ejemplo, indica, “la libertad no es que yo diga voy a publicar lo que a mí se me viene en gana, de la manera que yo quiera y cuando se me antoje. No, eso sería una libertad mal entendida. En cambio, lo que sí hay que defender es la capacidad de elegir los temas de investigación, la metodología, el enfoque teórico y la manera de hacer investigación de cada quien: eso es un derecho fundamental.

Y concluye: “Considero que la evaluación del trabajo que hacemos los académicos de ninguna manera coarta nuestra libertad; al contrario, me parece muy importante que los profesores formemos a la institución y a la sociedad para que en un momento pueda ser una ciudadanía crítica e informada. Se trata entonces también de fomentar estándares de calidad que nos beneficien como sociedad”.

Perfil

Manuel Perló Cohen es economista por la UNAM y doctor en Planeación Urbano-Regional por la Universidad de California en Berkeley. Es autor de nueve libros y diversas publicaciones especializadas sobre problemas de infraestructura hidráulica y sustentabilidad. Es profesor en los posgrados de Urbanismo y de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en las universidades de California en Berkeley, Stanford, Javeriana y Autónoma Metropolitana campus Xochimilco. Es ganador, junto con un equipo interdisciplinario, por el proyecto Parque Hídrico La Quebradora, de la medalla de oro de los Global Lafarge Holcim Award 2018.