LOBO GRIS MEXICANO: UNA ESPECIE QUE DESAFÍA A LA EXTINCIÓN

Luego de 30 años de un comprometido programa binacional México-EU hay pruebas de éxito en el camino a la total recuperación de la especie.  

Martha Mejía
Todo menos politica
Foto: Especial
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En nuestro territorio el lobo gris mexicano aún se encuentra catalogado como subespecie probablemente extinta en el medio silvestre pero luego de tres décadas de aplicar un comprometido programa binacional con Estados Unidos, que a prueba y error incluyó la reproducción y liberación de algunos ejemplares, actualmente los más de 40 lobos libres en vida silvestre son prueba del éxito en el camino hacia su completa recuperación.

“Es un proceso complejo. Los lobos llevan más de tres décadas de no ser silvestres y de nacer en cautiverio. Hay que hacer un trabajo en términos conductuales para que aprendan a cazar y a convivir en su medio natural. Desde 2011 —que fue cuando se hizo la primer liberación en Sonora— a la fecha hemos hecho un gran esfuerzo por que cada vez los cachorros y sus padres estén mejor preparados para vivir en su hábitat”, señala en entrevista Valeria Towns, directora del programa de Especies Prioritarias para la Conservación, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

Por su lado Carlos Galindo, director general de Comunicación y Ciencia de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), explica en entrevista que el lobo gris mexicano aún enfrenta diversos retos, “como el rechazo y estigmatización de la población que no se ha sensibilizado y comprendido la importancia de su cuidado”.

Por qué se extinguió

Desde inicios de 1930 los gobiernos de Estados Unidos y México deseaban terminar los conflictos con ganaderos enfurecidos por perder vacas y borregos debido al depredador tope de ese ecosistema y en 1970 ambas naciones reconocieron que ninguna manada canis lupus baileyi corría ya libre por los bosques de América del Norte.

Fue entonces —narra Juan Arturo Rivera, investigador de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM y encargado de la división de reproducción del lobo mexicano en el país dentro del programa binacional— cuando Estado Unidos recurrió al trampero Roy McBride, famoso primero por cazarlos y luego por ayudar a salvarlos. De hecho, dice, el primer linaje de lobos en cautiverio lleva su apellido: McBride.

“El programa inició con la captura en el territorio mexicano de cinco lobos en vida silvestre; estos se llevaron en cautiverio a zoológicos de Estados Unidos para iniciar a través de ellos un programa de reproducción”, explica.

Agrega que pocos años después se incorporaron otros linajes, como el Ghost Ranch y el Aragón, este último por tratarse de lobos criados en cautiverio en el zoológico de San Juan de Aragón.

Estos tres linajes fueron los que fundaron la población de lobos que actualmente se tienen en el programa binacional.

Importancia ecológica

A diferencia de los lobos del norte la especie mexicana es más pequeña: tiene el tamaño de un perro mediano. Su altura varía de los 60 a 80 centímetros, mientras que su peso corporal promedio es de 33 kilogramos en machos y 27 kilogramos en hembras.

Nace ciego y sordo hasta sus 65 días. Este animal se consideraba mágico en el México prehispánico puesto que simbolizaba valentía y fuerza, vinculándose con la diosa mexica del fuego, Chantico, y la deidad canina, Xólotl.

Se denomina lobo gris mexicano, indica Galindo, por el color cenizo de su pelaje. La curiosidad de esta especie es que se asemeja mucho al perro, ya que se comunican con lenguaje facial y corporal. Aunque también es cierto que dentro de la manada se entienden principalmente por aullidos y a través del olfato.

Es un animal de hábitos nocturnos y acostumbrado a vivir en manadas de no más de doce ejemplares. Viven entre ocho y 13 años, y habitan en el desierto de Sonora, en Chihuahua y en el centro de México hasta Texas, Nuevo México y Arizona.

“Los lobos mexicanos se alimentan principalmente de venados cola blanca, pecarí de collar, liebres, guajolotes silvestres y otras especies de la zona; y de ganado, si es que está disponible”, agrega.

Precisa que los depredadores tope activos dentro de un ecosistema, como el lobo, el puma o el jaguar, son un indicador de que los hábitats son integrales y funcionan bien.

“Lo que hacen los depredadores es mantener la salud de las poblaciones de sus presas; por ejemplo, remueven a los individuos enfermos. Se considera que en muchos lugares donde se pierden los depredadores hay una manera de aumentar la integridad de esos ecosistemas: reintroduciéndolos”, explica.

Valeria Towns puntualiza al respecto que de acuerdo con un estudio que se realizó en el parque nacional Yellowstone, en Estados Unidos, se descubrió que los lobos son capaces de influir en el comportamiento de los cauces de los ríos.

“En Yellowstone hace más o menos diez años empezaron a reintroducir lobos. En ese entonces los alces acababan con las plántulas de algunas plantas importantes que ayudan a retener el suelo en esa zona. Tras la reintroducción de los lobos y el monitoreo se mostró que gracias a los lobos se estaban controlando las especies herbívoras y cambió positivamente la retención del suelo”, dice.

Retos

En Estados Unidos cuando los lobos salen de las áreas naturales protegidas son absolutamente vulnerables a la cacería ya que está permitido que se exterminen fuera de las reservas naturales. En México, de acuerdo con Valeria Town, no es así: de ahí la importancia de mantener un trabajo estrecho y constante con los propietarios de los ranchos ganaderos donde se trata de recuperar estas poblaciones.

Como parte del proceso de reintroducción en la región se llevan a cabo diferentes estrategias de acercamiento con los propietarios de la tierra, que incluyen juntas informativas, reuniones personalizadas, talleres de capacitación con relación al manejo ganadero, obras para mejoramiento del hábitat y difusión de mecanismos que permiten la coexistencia para reducir la depredación de ganado y atención a reportes de depredación. Este proceso, de acuerdo con los especialistas, requiere un acercamiento continuo con los productores para mostrarles que los lobos no son amenaza y eventualmente podrían beneficiarse de su presencia.

“El país también cuenta con un programa de compensación económica por medio del cual se indemniza a propietarios de ganado que pudieran sufrir pérdidas debido a este depredador tope”, indica.

Actualmente en el programa colaboran 55 instituciones, de las cuales 19 son mexicanas y 36 estadunidenses, principalmente zoológicos estatales, municipales y privados, así como de investigación.