EL “INCÓMODO” DÍA DE LA MUJER

Para una dinámica más sana y respetuosa entre mujeres y hombres en el futuro, el cambio requiere valor.

Lucy Bravo
Columnas
Foto: Especial
Cuartoscuro

En México dos de cada tres mujeres sufren algún tipo de violencia y nueve mujeres mueren todos los días: con cifras como estas resulta poco alentador conmemorar el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Cada año millones de mujeres salen a las calles en esta fecha para exigir sus derechos. Pero ¿cuánto hemos avanzado realmente en la lucha por la equidad?

Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) una de cada tres mujeres es víctima de violencia de género hoy; 62 millones de niñas no tienen acceso a la educación a escala mundial; 20% de las mujeres no tienen aún acceso a métodos de planificación familiar; en la mayoría de los países las mujeres siguen ganando en promedio 20% menos que sus homólogos masculinos, y se estima que la brecha de género en salud, educación, economía y política se cerrará hasta 2186, por lo que aún queda mucho por hacer.

Reflexionar

Recordemos que esta conmemoración surgió de una protesta encabezada por trabajadoras socialistas en Nueva York en 1908, cuando 15 mil mujeres marcharon para protestar contra sus malas condiciones de trabajo y los bajos salarios. Pero no fue hasta 1975 que la ONU reconoció de manera oficial el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, fecha que celebra al activismo social que ha logrado avanzar el estatus de la mujer en todo el mundo.

Muchos aclamaron al pasado 2018 como el año de la mujer. Marcó el centenario de nuestro acceso al voto, se lograron importantes avances en la agenda de igualdad de género y se consolidó el movimiento #Metoo para combatir el acoso sexual con la llegada de un número récord de mujeres a puestos de elección popular en diversos países alrededor del mundo, entre ellos México.

El tema del Día Internacional de la Mujer de este año es “Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio”, pero para que ocurra un cambio real todos debemos participar en un proceso reflexivo centrado en preguntas sobre cómo avanzar productivamente hacia la equidad. Debemos evitar caer en los falsos debates sobre la imposibilidad de que las mujeres y hombres se relacionen entre sí, por el riesgo de convertirse en víctima o victimario de acoso.

Lo que necesitamos es un proceso de reflexión en el que podamos comprender colectivamente las quejas genuinas de las mujeres y cómo realizar un cambio auténtico para una dinámica más sana y respetuosa entre mujeres y hombres en el futuro. El cambio requiere valor: el valor de reducir la brecha de género en los salarios, el valor de defender el acceso a la justicia para las víctimas de la violencia, el valor de incluir a las mujeres en posiciones de liderazgo y el valor de tener conversaciones incómodas, pero profundamente necesarias.