LAS FUERZAS ARMADAS EN LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD PÚBLICA

La estrategia para la seguridad pública debe pasar por considerar a las Fuerzas Armadas como parte central.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
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El pasado jueves 21 se realizó el foro en el Senado de la República denominado Estrategia nacional de seguridad pública mediante la Comisión de Seguridad Pública, que encabeza la senadora Jesús Lucía Trasviña Waldenrath, para abordar distintos temas, entre ellos: combate a la corrupción, estrategia policial, prevención del delito y promoción de la cultura de la paz, así como el análisis de los centros penitenciarios y la reinserción social.

Participaron representantes de Organizaciones No Gubernamentales, especialistas, funcionarios y ex funcionarios de dichas áreas.

Tuve la oportunidad de ser invitado para tratar el tema de la estrategia policial. Realizando una breve investigación al respecto, la problemática de la debilidad estructural de las policías locales, es decir, municipales y estatales, viene siendo un asunto de primer orden desde los planes nacionales de desarrollo de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000). Por supuesto que ahora mismo es una de las principales variables que explican el agravamiento de la ola criminal organizada y común que vive el país.

La pregunta es: ¿por qué no se ha avanzado lo suficiente en dicha reestructuración?

Incluso la creación de la Guardia Nacional, en buena medida, responde a la necesidad de contar con elementos de seguridad pública suficientes en calidad, valores, adiestramiento, disciplina y capacidades de prevención y respuesta.

Al menos desde el sexenio 1994-2000 cada administración federal ha encontrado en las filas de las Fuerzas Armadas un recurso muy valioso para hacer frente a la inseguridad pública, pero queda a la vista que la autoridad civil, en los tres órdenes de gobierno, no ha hecho lo suficiente.

Aconsejable

Dada la situación que se observa en varias partes del país la creación de la Guardia Nacional con mando militar es una respuesta estructural y definitiva a la problemática criminal. El siguiente e inmediato paso debe ser la creación, en su caso, y fortalecimiento de las referidas policías locales. Como ya se apuntó, esta conclusión se viene escuchando desde hace años sin mayores resultados. Ahora bien, entonces la centralización de la seguridad pública será algo más que una posibilidad en el mediano plazo y hacia el fin del actual sexenio.

Para tal efecto deberán establecerse otras medidas jurídicas y presupuestales. Ha pasado suficiente tiempo como para dar las más variadas explicaciones, que van desde la incapacidad para administrar los recursos federales asignados de forma directa a los municipios, hasta flagrantes casos de corrupción.

Si como lo señaló en días pasados el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, el doctor Alfonso Durazo Montaño, cerca de 50% de los delitos se cometen desde el interior de los reclusorios, ya tenemos la mitad del problema de inseguridad pública resuelto. La otra parte es la creación en efecto de las policías locales como medidas inmediatas.

Cualquiera que sea la propuesta de estrategia para la seguridad pública debe pasar por considerar a las Fuerzas Armadas como parte central, tal y como se constata en la recién aprobada Guardia Nacional. Si de todas maneras se harán cargo de la situación, lo aconsejable es que la conducción de la misma recaiga en un militar de la alta jerarquía en el activo. Con el apoyo que proporcionen los soldados de la Guardia Nacional, las autoridades locales tendrán una nueva oportunidad para reestructurar sus corporaciones de seguridad.