LIBERTAD ES AUTODETERMINACIÓN

Una democracia que se precia de serlo no puede dar cabida a restringir la libertad de expresión.

Antonio Caporal
Columnas
Foto: Especial
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Héctor Sebastián Arcos Robledo, catedrático de la Universidad de Guanajuato, habla con Vértigo sobre el tema de la libertad de expresión, así como respecto de las restricciones que a este derecho fundamental le imponen las leyes electorales.

De manera particular el también politólogo y ganador en 2018 del Certamen Caminos de Libertad en la categoría de Ensayo nos ofrece su punto de vista acerca de que lo que para él representa la libertad, en toda la extensión de la palabra.

Ajenos a la sociedad

En su calidad de experto en temas de democracia y fuerzas políticas Arcos opina en torno de la medida en que los partidos políticos representan los intereses de la sociedad: “En realidad los partidos, tanto de oposición como en el gobierno, en México no reflejan las divisiones típicas de clase. De hecho me parece que los partidos tienden a ser más clientelares que programáticos e incluso más ideológicamente difusos que nunca, por lo que en temas clave tienden a proponer políticas que no precisamente difieren del statu quo y, razonablemente, eligen los mismos cursos de acción que los del partido en el poder”.

—Por otro lado, ¿considera que los partidos son democráticos al elegir a sus candidatos y dirigentes?

—La discrecionalidad sobre la elección de un candidato puede tener la misma calidad y legitimidad de origen que una que precede un ejercicio democrático, transparente y abierto.

De hecho, agrega, “ser electo democráticamente en las internas de un partido no es garantía de nada. Conviene siempre tener presente que introducir un instrumento de política o reformas jurídicas como las elecciones primarias para mejorar la democracia interna de los partidos e incrementar, al menos, formalmente la legitimidad de origen y el perfil de los retadores que son postulados para competir con el candidato del partido en el gobierno, por sí solas no son suficientes para mejorar en los tres aspectos esenciales de la representación política: inclusividad, capacidad de respuesta y rendición de cuentas”.

—¿Los partidos tienen manejos transparentes de los recursos públicos que reciben?

—No, por el hecho de que la ausencia de una gestión transparente de los recursos públicos permite que no prevalezcan alternativas programáticas sino una férrea disputa de partidos clientelares que operan a favor de la implementación de políticas dirigidas a mantener altas tasas de desigualdad en oportunidades y, en consecuencia, en ingresos.

—¿Son excesivos los recursos públicos que reciben los partidos?

—Sí, son excesivos, pero eso no implica que en una democracia emergente como la nuestra sea adecuado volver prominente el financiamiento privado. Tampoco que los partidos obtengan financiamiento público con base en el número de votos válidamente emitidos que reciben en las urnas, producto de un supuesto convencimiento programático. Las innovaciones en torno de cómo mejorar el desempeño de los partidos políticos no implica reducir el financiamiento público sino más bien optimizarlo a partir de incrementar el umbral de acceso a financiamiento público a 3.5 o 5%, por ejemplo.

Restricciones a la libertad

—¿Qué opina de la llamada spotiza en periodos de campaña?

—No existe evidencia causal de que los spots sean lo suficientemente persuasivos para disuadir la toma de decisión del elector. En realidad los factores que sí influyen —apelaciones en la plaza pública, programas de gobierno, debates, entre otros más— a menudo son subestimados por los políticos que participan en las contiendas.

Puntualiza que “las audiencias en México son sociedades interesadas en exponer su opinión en el debate público, son libres de elegir qué escuchar o no pero es verdad que no todas las opiniones vertidas en el debate público deben ser igualmente ponderadas. Por ello depende de los ciudadanos enviar las señales adecuadas para que los políticos entiendan que los spots, más que convencerlos, los alejan de las urnas”.

—¿Qué le parece que nadie pueda contratar espacios en radio y televisión para emitir opiniones en materia política o electoral?

—Hay varias restricciones que prevén las leyes electorales para supuestamente mejorar la integridad de las elecciones y que no tienen sentido, ni mucho menos soporte empírico. La gran mayoría de las veces son diseñadas por abogados, quienes suelen carecer de formación técnica para generar evidencia sobre los efectos de alguna regulación en cierto ámbito. Una democracia que se precia de serlo no puede dar cabida a restringir la libertad de expresión; todo lo contrario, debe promoverla, valorarla y retribuirla, por más que insistan los promotores de la corrección política en hacer uso selectivo de su poder. Nos debemos acostumbrar al libre intercambio de las ideas, porque allí yace la más importante de las batallas que debe darse contra quienes las amenazan.

—¿En México tenemos libertad de expresión?

—Solo en parte. Por eso conviene tener en claro hoy qué y quiénes amenazan a la libertad de expresión, porque es importante recordar el hecho de que no es algo dado que va a perdurar por siempre.

—Para usted ¿qué es la libertad en toda la extensión de la palabra?

—Autodeterminación de las personas para hacer o elegir lo que consideren debido.

Héctor Sebastián Arcos Robledo es politólogo por la Universidad de Guanajuato. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y El Colegio de México. Es experto en temas de corrupción, partidos políticos y libertades ciudadanas. Ganó el Premio Caminos de Libertad en 2018, en la categoría de Ensayo.