Y AHORA ARANCELES

Es muy difícil que Trump cancele el impuesto de 5% programado para el 10 de junio.

Sergio Sarmiento
Columnas
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Por un tiempo pareció que México la había librado. Donald Trump hizo campaña en 2016 con la promesa de que construiría un muro en la frontera y haría que los mexicanos pagaran por él. Además se comprometió a cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que consideraba el peor acuerdo comercial de todos los tiempos.

Hasta la fecha, no obstante, Trump no ha construido el muro y ha dejado de afirmar que México pagará por él. Después de obligar a Canadá y a México a renegociar el TLCAN, concluyó en 2018 un nuevo tratado comercial trilateral con ellos. El nuevo documento mantiene muchos de los principios del original, pero considera también temas no incluidos en 1993. Lo más importante es que al firmarse el nuevo tratado, a pesar de que no ha sido ratificado por las legislaturas, se generó una bienvenida certidumbre sobre el futuro del comercio y las inversiones en Norteamérica. Una de las razones por las que el peso se ha mantenido estable en estos últimos meses es el TMEC.

Nadie contaba, sin embargo, con la intención de Trump de utilizar a México nuevamente como punching bag para fortalecer su popularidad en vísperas del inicio de la campaña para la elección presidencial de 2020. Trump obtuvo su mayor respaldo político en 2016 por sus ataques a México. Ahora, pese a tener ya un nuevo acuerdo comercial negociado y firmado, y de que en repetidas ocasiones señala su buena relación con el gobierno de México y el presidente Andrés Manuel López Obrador, no dudó en lanzar la amenaza de imponer nuevos aranceles, que empezarían en 5% el 10 de junio para subir gradualmente hasta 25% u obligar a México a detener el flujo de migrantes ilegales.

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Este pasado 5 de junio empezaron en la Casa Blanca las negociaciones sobre los nuevos aranceles. No hubo resultados inmediatos, pero en realidad es muy difícil que Trump cancele el impuesto de 5% programado para el 10 de junio. Si se apresura a eliminarlo no proyectará la imagen de agresividad frente a México que necesita políticamente.

Un arancel de 5% no descarrilaría el comercio exterior de México. De hecho, el peso se depreció 3.5% una vez que se dio a conocer la amenaza, lo que casi compensa el costo del arancel. Pero el impuesto generaría problemas burocráticos. En algunas industrias, como la automotriz, las distintas partes de un futuro vehículo cruzan varias veces la frontera y en cada cruce hacia Estados Unidos habría que cobrar el gravamen.

Si los aranceles se elevan a 25% México sufriría un fuerte golpe. Es falso, como afirma Trump, que los empleos regresarían a Estados Unidos, pero sí se irían de México para radicarse, probablemente, en el sudeste de Asia.

Por lo pronto, las capturas en EU de indocumentados que cruzan la frontera aumentaron 32% de abril a mayo. Ya se registran cifras sin precedente. Los inmigrantes centroamericanos se animan a viajar a México, en el intento por llegar a la Unión Americana, porque el gobierno de López Obrador promete visas temporales e incluso empleo. Son incentivos poderosos.

La presión de Trump obliga al gobierno de México a empezar a detener las caravanas de migrantes. El presidente López Obrador ya se dio cuenta de que no es tan fácil abrir las fronteras a todos los centroamericanos. Pero a Trump tampoco le importa mucho lo que México haga o deje de hacer: le interesa presentarse ante sus electores como un presidente fuerte que no está dispuesto a permitir que México abuse de Estados Unidos.