LOS DEMÓCRATAS TRAS TRUMP

No lo hice, no amenacé a nadie. No empujé, no presioné, nada. Es todo una enorme farsa.

Arturo Moncada
Política
Foto: Especial
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Desde su anterior candidatura a la Presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano, así como luego de su triunfo en las elecciones y su toma de gobierno el 20 de enero de 2017, el presidente Donald Trump ha sido centro de una serie de escándalos políticos.

El llamado Rusiagate, que indaga si hubo colusión con Moscú en 2016 para perjudicar a Hillary Clinton, y el pago de un soborno a la actriz porno Stormy Daniels, son solo algunos ejemplos de casos en los que el mandatario logró salir airoso.

Pero ahora, en su más reciente escándalo, Trump enfrenta un proceso formal de impeachment o destitución por presionar a un mandatario extranjero para su beneficio.

Hechos

El caso afloró a raíz de un denunciante anónimo, integrante de los servicios de inteligencia estadunidenses, que alertó a sus superiores de que Trump había mantenido en julio una conversación telefónica con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en la que le presionó para que investigara los negocios del ex vicepresidente Joe Biden y de su hijo Hunter en ese país europeo.

Biden es hasta ahora el más seguro precandidato presidencial del Partido Demócrata para las elecciones de 2020, en las que Trump aspira a reelegirse.

Los rumores sobre esta supuesta presión al líder ucranio subieron de tono a principios de septiembre y el pasado jueves 19 el inspector general de los servicios de inteligencia, Michael Atkinson, el hombre que recibió la queja interna, compareció a puerta cerrada ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.

Si bien Atkinson se negó a hablar sobre el contenido del informe por no estar autorizado señaló estar de acuerdo en que se trataba de un tema urgente y que la queja recibida parecía derivarse no de una conversación sino de varias conversaciones o acciones del presidente en este sentido.

Indicó además que no estaba de acuerdo con la opinión emitida por un abogado de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, que había desestimado la queja con el argumento de que no entraba en la jurisdicción del departamento.

Ante la declaración y la presión de los demócratas la presidenta de la Cámara de Representantes y tercera autoridad del país, la demócrata Nancy Pelosi, anunció el martes 24 la puesta en marcha de la investigación previa para el proceso de destitución o impeachment contra Trump.

“Las acciones llevadas a cabo por el presidente suponen una violación grave de la Constitución”, expresó Pelosi en una comparecencia en el Capitolio.

“El presidente debe rendir cuentas”, añadió, porque “nadie está por encima de la ley”.

El jueves 26 el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes hizo público el contenido de la denuncia, de nueve páginas. En ella el informante, cuya identidad se desconoce, acusó a Trump de “usar el poder de su cargo para pedir la interferencia de un país extranjero en las elecciones estadunidenses de 2020”.

El informador (al que tanto la Casa Blanca como los medios de comunicación estadunidenses han etiquetado como “el soplón”) relata las supuestas irregularidades ocurridas en esta conversación telefónica y revela que el trato que la Casa Blanca le dio al contenido de la misma no fue el de una llamada normal: de acuerdo con ese documento altos funcionarios de la Casa Blanca intentaron “bloquear” todos los detalles de la llamada, cuya transcripción no se guardó en el sistema informático utilizado habitualmente para este tipo de comunicaciones.

“Esta interferencia incluye, entre otras cosas, presionar a países extranjeros para que investiguen a uno de los principales rivales políticos internos del presidente”, señala la denuncia.

La supuesta infracción legal se concretaría en el acto mediante el cual Trump le pidió a su homólogo ucraniano que le hiciera “un favor” al investigar las acusaciones contra Biden, quien entonces encabezaba las encuestas para convertirse en el rival de Trump en las elecciones presidenciales de 2020. Y aunque el mandatario estadunidense no vinculó de forma explícita su solicitud con la oferta de algún tipo de recompensa, él se refirió al tema de Biden inmediatamente después de decirle a Zelenski que “Estados Unidos ha sido muy, muy bueno con Ucrania” y que “yo no diría que es necesariamente recíproco”.

Trump reconoció que ordenó bloquear casi 400 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania pocos días antes de hablar con Zelenski, pero negó que esa fuera una forma de presionarlo para investigar a Biden.

Reacción

A Donald Trump esta tormenta política le estalló en plena Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, apenas unas horas antes de reunirse con Zelenski en persona.

“Creo que ya lo han leído ustedes todo, no quiero involucrarme en las elecciones de Estados Unidos, tuvimos una buena llamada telefónica, hablamos de muchas cosas... Nadie presionó”, comentó el mandatario ucraniano.

“Tenemos un país independiente y un fiscal general independiente. No puedo presionar a nadie”, agregó Zelenski a periodistas.

Sin embargo en la llamada telefónica Zelenski se muestra complaciente con el presidente del país más poderoso del mundo y tampoco sale bien parado de la publicación de sus palabras. Cuando Trump se queja del trabajo del fiscal anterior, quien no halló motivos para procesar a Hunter Biden, Zelenski responde: “Estoy al corriente de la situación. Como hemos ganado la mayoría absoluta en el Parlamento el próximo fiscal general será 100% mi persona, mi candidato”.

Por su parte Trump insiste en que la llamada “fue perfecta”. En rueda de prensa tras el escándalo defendió: “La caza de brujas continúa pero van a salir muy mal parados de esta porque (porque) la información es una broma. ¿Impeachment por eso? ¿Cuando has tenido una reunión maravillosa, una conversación maravillosa?” Aseguró que no ejerció “ninguna presión” sobre el líder ucraniano. “No lo hice, no amenacé a nadie. No empujé, no presioné, nada. Es todo una enorme farsa”.

También atacó a Biden, a quien acusa de maniobrar cuando era vicepresidente para frenar investigaciones sobre su hijo. Y prometió “transparencia” sobre este asunto. Trump defendió su derecho a pedir a Ucrania que investigara al que podría ser su rival en las elecciones de 2020, pero negó haber amenazado a Kiev con privarle de fondos si no lo hacía.

Guerra electoral

Para muchos el inminente choque entre el Congreso y el presidente Trump por este caso sacude el año electoral en Estados Unidos. Así, mientras los demócratas intentarán destituir al presidente los republicanos creen que pueden presentarlo como un mártir ante sus seguidores, lo que ofrecería la motivación necesaria para que sus simpatizantes acudan en masa a las urnas.

Acostumbrado ya a estas luchas Trump prácticamente retó a los demócratas a dar ese paso, confiando en que el espectro del juicio político encabezado por el partido opositor fortalecerá, en lugar de debilitar, su apoyo político.

Los analistas políticos Laurie Kellman y Alan Fram, por ejemplo, coinciden en que la impugnación, resultado de una Presidencia de Trump que tiende a saltarse las normas y de la persistente frustración de los demócratas con el resultado de las elecciones de 2016, fue bien recibida por los asesores del mandatario, quienes creen que podría tener resultados contraproducentes para los demócratas.

El mismo Trump dijo que la medida podría impulsar sus posibilidades electorales, pero en su momento reaccionó con una serie de tuits en los que expresó su malestar y acusó a los demócratas de “acoso presidencial”.

“Ningún presidente en la historia de nuestro país ha sido tan maltratado como yo”, tuiteó. “Los demócratas están congelados de odio y miedo. No consiguen hacer nada. No debería permitirse que eso le suceda a otro presidente”.

Para Kellman y Fram la Casa Blanca como institución y Trump a nivel personal llevan casi un año provocando a los demócratas para que iniciaran el proceso de juicio político. Han rechazado peticiones de documentos e ignorado citaciones del Congreso alegando un generoso privilegio ejecutivo para impedir que integrantes del gobierno, e incluso personas que nunca habían trabajado en la Casa Blanca, declarasen en pesquisas oficiales.

Sus estrategas creen desde hace tiempo que un juicio político sería una victoria porque el público estadunidense vería el proceso como una maniobra puramente partidista que jugaría en contra de los demócratas, como les ocurrió a los republicanos cuando intentaron destituir a William Clinton hace 20 años.

Y para muestra un botón. Tan solo en las 24 horas que siguieron al anuncio de impeachment hecho por Pelosi la campaña de reelección del mandatario recaudó 13 millones de dólares. El administrador de campaña, Brad Parscale, informó que cinco millones de dólares de donantes se obtuvieron en línea, cinco más en un evento nocturno de recaudación de fondos del Comité Nacional Republicano (CNR) y otros tres millones en un desayuno realizado por el mismo CNR.

Geoffrey Kabaservice, director de Análisis Político del Niskanen Center en Washington DC, señala que un posible juicio político contra Trump podría resultar decisivo a la hora de volver a la opinión pública contra el mandatario y terminar con su mandato antes de tiempo, pero podría resultar también en que los demócratas estén pegándose un tiro en el pie. “Podría costarles el control de la cámara y terminar en la reelección de Donald Trump en 2020”.

No obstante el especialista agrega que a diferencia de lo sucedido con el Informe Mueller el escándalo ucraniano podría ser un caso claro y bien fundamentado de corrupción y amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos y su proceso electoral. Trump ya ha reconocido que trató de presionar a un gobierno extranjero para que lanzara trapos sucios sobre un contrincante político, Joe Biden, y que pudo haber retenido cierta ayuda militar ya aprobada por el Congreso, para influir en la decisión.

Sea cual sea el resultado de este escándalo, reforzará la percepción de que Trump se siente por encima de la ley y de los límites marcados por la Constitución y perjudicará la reputación de los republicanos como partido de la ley y el orden, afirma Kabaservice.

“No cabe duda de que ese es el motivo por el que la declaración conjunta de Pelosi y el líder de la mayoría demócrata en el Congreso, Steny Hoyer, pone énfasis en que la decisión de abrir un juicio político no es un asunto de partido sino relativo a la integridad de la democracia estadunidense, el respeto al Estado de Derecho y la defensa de la Constitución”, concluye el especialista.

Republicanos

En medio de la crisis política por la acusación el presidente Trump llamó a un cierre de filas entre los republicanos. “Los demócratas intentan destruir al Partido Republicano y todo aquello que defiende. Republicanos, manténganse unidos, jueguen su juego y luchen duro. ¡Nuestro país está en juego!”, aseveró.

Y es que con Trump acechado por la amenaza de la destitución y la investigación formal del Congreso ya en marcha, algunos legisladores republicanos, como los senadores Mitt Romney y Ben Sasse, se mostraron en contra de la mayoría y alertaron sobre la gravedad de lo trascendido.

“Esto sigue pareciendo muy inquietante”, expresó Romney durante una entrevista. “Veremos a dónde lleva —añadió— pero la primera reacción es de preocupación”.

En tanto Ben Sasse, senador por Nebraska, solicitó a los republicanos que no se lancen en tromba a “decir que no hay nada, porque obviamente hay mucho y preocupante”, si bien criticó también a los demócratas por hablar ya de impeachment.

Otros congresistas republicanos mostraron también preocupación. Mike Turner, de Ohio, afirmó: “Quiero decirle al presidente que esa conversación no está bien”, mientras que Will Hurd, de Texas, exigió una investigación completa.

Para muchos otros darle la espalda a Trump implica poner en peligro su Presidencia y enfurecer a sus leales partidarios. Las encuestas más recientes muestran que Trump tiene el apoyo de ocho de cada diez votantes republicanos o más: cualquier legislador del Partido Republicano que lo abandone podría abrir la puerta a un desafío en las primarias que no sería fácil de sortear.

“Si apoyas el juicio político y a ellos no, firmas tu propia sentencia de muerte”, comentó el asesor republicano Glen Bolger en referencia a los legisladores republicanos y los férreos partidarios de Trump.

Pero si la evidencia es suficientemente incriminatoria, apoyar a Trump podría poner en riesgo el respaldo de los votantes moderados para la elección general de noviembre de 2020. Aunque la mayoría de los legisladores republicanos representan áreas seguras para el partido, aquellos de distritos y estados que no tienen tendencias políticas definidas no pueden darse el lujo de irritar a dichos votantes.

Sin embargo, pese a ser sonoras, hasta el momento son pocas las voces republicanas que se han levantado ante este escándalo. No será la primera vez que el apoyo al presidente, pese a la gravedad de los escándalos en que se ve envuelto, acabe imponiéndose a los críticos, pocos y casi siempre los mismos.

El caso se encuentra ahora en la fase de investigación previa por parte de hasta seis comités distintos en la Cámara de Representantes y, a partir de ahí, el pleno debe votar si acusa o no al presidente de un delito que según los demócratas puso en riesgo la seguridad nacional estadunidense por motivos meramente electorales.

Proceso de impeachment

La Constitución de EU concede a la Cámara de Representantes la votación inicial de cualquier proceso de destitución. Si es aprobado por mayoría simple —la mitad más uno de sus 435 integrantes— el asunto se traslada al Senado, donde se lleva a cabo un proceso en el que los integrantes de la cámara baja actúan como fiscales y los senadores como jurados. Preside el presidente de la Corte Suprema. Para condenar y destituir a un presidente se necesita el voto a favor de 67 senadores —dos tercios del total de 100—, pero esto nunca ha sucedido. Richard Nixon renunció antes de ser removido. Otros dos, Andrew Johnson y William Clinton, fueron acusados por la cámara pero no condenados por el Senado.

Actualmente en la cámara baja hay 235 demócratas, 199 republicanos y un representante independiente. Los demócratas no necesitarían apoyo de los republicanos para sacar adelante la medida. Se calcula que son 180 los representantes favorables a este proceso, otros 75 están en contra o no lo han decidido, y 180 más aún no asumen posición.

En el Senado, en cambio, hay mayoría republicana: 53 republicanos frente a 45 demócratas y dos independientes, que suelen votar junto a los demócratas. Serían necesarios 67 votos, con lo que al menos 20 republicanos y todos los demócratas e independientes tendrían que votar en contra.

En el muy lejano caso de que el Senado condene a Trump el vicepresidente Mike Pence se convertiría en presidente por el resto del mandato de Trump, que finaliza el 20 de enero de 2021.

Confianza en TMEC

El subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Jesús Seade, descartó que el impeachment contra el presidente Trump repercuta en la aprobación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC): “Los congresistas no querrán llevar una incertidumbre adicional al electorado” relacionada con el acuerdo comercial, apuntó.

Por su parte el ex subsecretario de Industria y Comercio, Rogelio Garza Garza, coincidió con el representante de la cancillería y afirmó que entre México, Estados Unidos y Canadá hay un interés fuerte por continuar con la ratificación del pacto comercial pese al escándalo político de Trump.

En tanto Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), descartó que el juicio político anunciado contra Trump tenga tintes económicos y que represente un factor para detener el proceso de ratificación del acuerdo comercial en el Congreso, porque “el Partido Demócrata ya está convencido de que también tiene que aprobarse y supongo que buscan el mejor momento para someterlo” a votación.

El presidente Andrés Manuel López Obrador también se mostró confiado en que pronto el Congreso de Estados Unidos y el Parlamento de Canadá aprueben el TMEC. Dijo que en el caso de EU la aprobación se vuelve más necesaria antes del proceso electoral ya que de lo contrario su aprobación se vería afectada. “En esto hay interés —lo he dicho— tanto del Partido Republicano como del Partido Demócrata; hay interés en que se mantenga una buena relación económica, comercial. Me han expresado dirigentes del Partido Demócrata, legisladores, que ellos ven con simpatía la aprobación del tratado por parte del Congreso en Estados Unidos; y lo mismo en el caso de Canadá”.

La mujer más poderosa de EU

Congresista demócrata y actual presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi es considerada actualmente la mujer más poderosa de Estados Unidos.

Madre de cinco hijos, Nancy nació el 26 de marzo de 1940 en Baltimore en una familia católica italoamericana. Su padre y su hermano fueron alcaldes de esta ciudad.

Entre 2007 y 2011 Pelosi ocupó también el cargo de presidenta de la cámara baja, convirtiéndose en la primera mujer en la historia en esa posición.

Como legisladora ha representado durante 31 años a San Francisco, el distrito 12 de California, y en el Congreso ha liderado a los demócratas durante más de 16 años.

Durante ese tiempo Pelosi ha defendido fervientemente la protección a las minorías sexuales y el derecho al aborto. Una de sus frases célebres es: “Para tener éxito en el mundo político estadunidense uno debe ser capaz de recibir golpes”.

Nancy Pelosi se sitúa así como el principal rival de Donald Trump hacia el final de su primer mandato ya que se muestra en contra de que el Congreso financie la construcción de un muro fronterizo con México y se espera se oponga a los planes del presidente para eliminar el Obamacare, el plan sanitario del ex presidente Barack Obama.