RETOS DE LA LIBERTAD

Además de nuevos muros físicos hay barreras que se construyen en los discursos políticos.

Arturo Moncada
Política
Foto: Especial
AP

La caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 representó una oportunidad para que los valores de la democracia, la libertad y los derechos humanos se convirtieran en pieza fundamental para el desarrollo del mundo dentro de un nuevo orden internacional. Pero si bien el derrumbe de esa muralla significó además el fin de la Guerra Fría y dio pauta a la reunificación alemana, a 30 años de ese evento dichos valores se ven amenazados por nuevos muros, tanto físicos como ideológicos.

Luz Araceli González Uresti, doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional, indica que hace tres décadas hubo una gran euforia por la caída del Muro de Berlín, sobre todo para los más utopistas y para quienes tenían una visión más liberal ya que su derrumbe supuso el advenimiento de un mundo más justo e igualitario.

—¿El mundo actual avanza hacia la consolidación de estos valores o la lucha por su fortalecimiento es lejana?

—Quienes vivimos la caída del muro en 1989 recordamos que no hubo prensa o medio de comunicación que no representara el espíritu idealizado de un nuevo tiempo, que traería consigo democracia, libertad, igualdad y el reconocimiento de la dignidad de todos los seres humanos. Recuerdo que luego de esta euforia a nivel internacional el politólogo Francis Fukuyama publicó un artículo que luego se volvió libro, El fin de la historia y el último hombre.

En este texto, añade, “justamente se auguraba una era de prosperidad y de libertades. Sin embargo a 30 años considero que esa euforia duró muy poco y ya para los noventa empiezan a surgir una serie de conflictos que desde el punto de vista de intelectuales ya no se originan por el corte político, como lo planteaba el capitalismo versus socialismo: estos conflictos son de carácter ideológico y, en mi opinión, tras la caída del Muro de Berlín y la euforia por la libertad se han construido más muros físicos e ideológicos que generan división.

—¿Estos muros ideológicos hasta qué punto afectan los valores de libertad y democracia?

—El concepto de libertad es un tema muy sensible, sinuoso, porque justamente la tesis que planteó Fukuyama en su momento decía que con el fin del muro había llegado el triunfo del orden democrático liberal; entonces se iban a expresar en su máxima dimensión las libertades desde la lógica del individualismo, y ello iba a generar un mundo donde prevalecerían el progreso y el bienestar social porque la economía que promueve el liberalismo conducía a todo esto. Desafortunadamente el camino tomó otro rumbo y hoy se registra un aumento significativo de la brecha entre ricos y pobres y la concentración de la riqueza se hace más marcada y obviamente la libertad empieza a ser cuestionada.

Además de nuevos muros físicos, puntualiza González Uresti, “hay barreras que se construyen en los discursos políticos y provocan una serie de divisiones. Ejemplo de ello lo tenemos en nuestro gobierno, que habla de los fifís, o en Estados Unidos, con el discurso del presidente Donald Trump profundamente nacionalista, y muchos otros gobiernos en el mundo representan el resurgimiento de grupos y partidos políticos de ultraderecha.

Radicales

—¿Cómo influye en los valores democráticos el crecimiento de este tipo de grupos?

—El Muro de Berlín supuso el triunfo de la globalización y la democracia contra el nacionalismo que supuestamente impulsaban los regímenes comunistas, totalitarios, fascistas y nacionalistas. Hoy se debe analizar más profundamente qué pasa con las libertades, tanto económica, de expresión, de acceso a la educación, etcétera, ante este tipo de gobiernos. Además se confunde la noción de libertad y ello lo hemos vivido aquí en nuestro país con la expresión de movimientos muy agresivos en aras de la libertad. Hay grupos radicales que expresan su derecho a expresarse violentando en gran medida el Estado de Derecho.

—¿Los muros físicos se pueden considerar como un atentado contra las libertades individuales?

—Si bien afortunadamente cayó el Muro de Berlín en el mundo surgieron otros muros. En la frontera México-Estados Unidos se construye una muralla cada vez más grande que se usa con fines políticos y electorales pero que viola de forma sistemática los derechos humanos todos los días. Tenemos muros en otras partes del mundo que frenan la migración, por ejemplo, del continente africano hacia Europa. El punto más próximo por donde los africanos migran hacia el Viejo Continente es Ceuta y Melilla: ahí España construyó dos muros infranqueables y los sistemas de control son muy rigurosos.

Asimismo, añade la especialista, “tenemos muros en Oriente Medio, como los que se han construido en Jerusalén o en Palestina. Estos muros violentan el principio básico de movilidad de todas las personas y el derecho a buscar una vida mejor. Ubicándonos históricamente, en la antigüedad la migración fue el medio por el cual el hombre llegó a ser lo que es hoy al buscar mejores condiciones de clima, de tierra, de casa… El avance de Estados nacionales frena esta posibilidad y ahora tenemos un mundo donde la vieja tesis centro-periferia que mucho se manejó en los sesenta y setenta, que señalaba entre otros puntos las desigualdades sociales y económicas, parece que está más viva hoy, aunque ya discursivamente pareciera estar olvidada”.

Para González Uresti la necesidad de migración de las personas está siendo fuertemente limitada pero “ahí entra la contradicción de que los Estados, bajo sus principios de autonomía, libertad y soberanía, pueden limitar el derecho de acceso a sus propios países. Hay libertad de movimiento pero no hay libertad de ingreso a otras naciones. Todos estos muros se justifican con argumentos de seguridad nacional, combate a la migración indocumentada, luchas contra el narcotráfico y, sobre todo, bajo premisas de ejercicio soberano”.

Así, a 30 años de la caída del Muro de Berlín continúan erigiéndose nuevos muros que dividen a países, regiones, sociedades y personas, afectando el bienestar social, económico y personal en todo el mundo.

Muros de la vergüenza

Belfast En la capital de Irlanda del Norte hay más de 90 tramos de la llamada “línea” que separa los barrios con las divisiones más tensas entre nacionalistas católicos y protestantes unionistas. El muro tiene portones que se cierran por la noche o en momentos en que recrudece la tensión.

Ceuta y Melilla España construyó en los noventa dos muros para separar sus enclaves africanos de Ceuta y Melilla del territorio de Marruecos.

Irak y Kuwait Luego de la invasión de Saddam Hussein a Kuwait en 1990 ese país instaló una valla de casi 200 kilómetros de extensión en su frontera con Irak. Está compuesta por tramos de cerca electrificada, alambre de púas y muros de arena.

Uzbekistán Tras un atentado en su capital, Tashkent, en 1990 el gobierno uzbeko comenzó a alambrar su frontera para prevenir el ingreso de militantes radicales del Movimiento Islámico de Uzbekistán. Las fronteras con Afganistán y Tajikistán están reforzadas con cercas electrificadas y minas antipersonales.

India y Pakistán La disputa entre las potencias nucleares de India y Pakistán por el territorio de Cachemira convierte a esa región en una de las zonas más inestables del mundo. India ha alambrado el territorio y la tensión recrudece periódicamente.

Chipre Desde 1964 la isla de Chipre está dividida en dos: los grecochipriotas viven al sur y los turcochipriotas al norte. Desde la caída del Muro de Berlín, Nicosia es la única capital del mundo dividida en dos en toda su extensión.

Corea de Norte y del Sur Creada tras el fin de la guerra entre las dos Coreas, en 1953, la zona desmilitarizada de las dos Coreas (ZDC) es una franja de territorio de cuatro kilómetros de ancho por 250 kilómetros de largo que divide a ambas naciones.

Israel y Cisjordania Desde que comenzó a construirlo en 2002, Israel ha ido extendiendo el muro con tramos de concreto, otros de zanjas y alambradas que lo separa de los territorios palestinos de Cisjordania.

Estados Unidos y México De los tres mil 200 kilómetros de frontera entre ambos países casi un tercio ya se encuentra vallado con tramos de concreto, rejas electrónicas y cámaras infrarrojas custodiadas por la Patrulla Fronteriza de EU.