CAMBIO CLIMÁTICO: DESAFÍO PARA LA SUFICIENCIA ALIMENTARIA

En México producimos 59% de los alimentos que consumimos, pero según la FAO deberíamos llegar al 75 por ciento.

Martha Mejía
Bienestar
Mexican Corn, maize dried blue corn cobs on mexican hands in Mexico

Uno de los retos mundiales actuales es la suficiencia alimentaria. Fenómenos meteorológicos extremos como la extensa sequía o las devastadoras inundaciones, ambas producto del cambio climático, prevén un panorama complejo para los próximos años.

México no está exento: el país busca frenar una crisis alimentaria que se acerca cada vez más con el crecimiento de la población y los reveses día con día más pronunciados en el clima.

Sequía y granos

En México producimos 59% de lo que comemos, pero según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) deberíamos llegar al 75%, señala en entrevista Mario Puente Maya, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Semilleros AC (AMSAC).

“El cambio climático es todo un desafío. En algunas partes del país existen diversos grados de sequía, pero hacia el sur tenemos además problemas de inundaciones. Ambos factores son negativos para la producción de alimentos, lo cual provoca menores volúmenes de producción, rendimientos más bajos en los cultivos y que en algún momento pueda haber escasez de algunos de los productos básicos para la alimentación. Y en otros casos, que los volúmenes que exportamos también disminuyan, con la consecuente pérdida de divisas que eso significa”, indica.

Pero lo más preocupante, agrega, es el hecho de que se reduzca la producción nacional de alimentos, porque hoy enfrentamos un déficit en autosuficiencia alimentaria.

Datos del Monitor de Sequía de México que elabora la Conagua revelan que la sequía extrema (D3) se extendió por diversas zonas de Chihuahua, Durango y Zacatecas durante los primeros 15 días del mes de junio.

Por su parte, el huracán Enrique, el primero que se registra en el país este año, continúa hasta el cierre de esta edición desplazándose en el Pacífico hacia el norte, en paralelo a las costas de Guerrero, Michoacán, Colima, Nayarit y Jalisco, donde provoca inundaciones, así como lluvias torrenciales en el suroeste y oeste del país. Hay un saldo de al menos dos muertos en Guerrero.

Dependencia

Otro factor —además del clima— que vulnera la soberanía alimentaria mexicana, apunta Puente Maya, es que importamos grandes cantidades de productos alimentarios.

“Por ejemplo, importamos maíz amarillo, que es un insumo para la industria pecuaria y para la producción de algunos productos industriales como el almidón y algunos subproductos que se obtienen del maíz; también importamos 80% del arroz que consumimos; asimismo tenemos una dependencia de trigo harinero, ya que traemos del exterior lo necesario para satisfacer entre 55 a 60% del consumo nacional; en cuanto a soya y algunas otras oleaginosas, también hay una gran dependencia respecto de las importaciones del extranjero”, dice.

Aclara que entre los productos alimenticios en los que México es autosuficiente figuran las frutas y hortalizas. “Incluso somos superavitarios en este rango, donde somos grandes productores y exportamos a muchos países en el mundo, principalmente a Estados Unidos”.

¿Qué hacer?

Si bien hasta el momento no es posible pronosticar la ocurrencia de sequías u otros fenómenos extremos con un buen nivel de confiabilidad, al parecer se dan grandes avances en la modelación de este tipo de fenómenos.

En este contexto Puente Maya señala que para incrementar la producción de alimentos en México se deben utilizar la investigación y el desarrollo en semillas para que sean más productivas y tengan mejores rendimientos.

“Hay semillas que mejoraron por cientos de años a través de procesos asistidos por el hombre, donde se hacen cruzamientos simples entre una planta y otra para producir un hijo que exprese mejores características. Pero también existen semillas que utilizan métodos modernos para su producción, que nosotros denominamos ‘innovación del mejoramiento vegetal’. Estas consisten en que con el mismo material de la planta podamos identificar aquellas características que son deseables, como resistencia a un virus, a la sequía, a inundaciones. Esta tecnología se puede utilizar como una opción para hacer frente a todos estos desafíos que representan la agricultura actual y el cambio climático”, dice.

Añade que desarrollar una semilla se puede llevar hasta 15 años de investigación, por lo cual es de vital importancia un marco normativo actualizado, así como incrementar el presupuesto para la investigación en este sector.

“En este sentido trabajamos con el gobierno para actualizar la Ley Federal de Variedades Vegetales. Es una ley que ya tiene 25 años desde su publicación y lógicamente quedó rebasada por las condiciones actuales y las necesidades que tiene el campo. Otro tema es el presupuestal: desafortunadamente nuestro país invierte muy poco en investigación, ya que no llega ni a 0.5% del PIB, cuando en otros países está en casi 1 o hasta 3%”, puntualiza.

Conocer para valorar

Para Carlos Galindo Leal, director general de Comunicación de la Ciencia de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio), el maíz, como otros granos y alimentos, se defenderá del cambio climático a través de la diversidad genética, es decir, “se van a morir los que no aguanten y se seleccionarán los que sí. De ahí la importancia de tener gran variedades en las razas, puesto que esta diversidad genética es una salvaguarda ante estos cambios”, dice.

Agrega que el maíz, por ejemplo, “se adaptó a través de diez mil años, así que tenemos suficiente diversidad genética para que se continúen obteniendo diferentes razas o modificaciones que realmente aguanten las sequías, las inundaciones, los procesos climáticos”, indica en entrevista.

En el marco de la instalación Tierra de maíces, una iniciativa de la Fundación Centro Histórico y la Conabio, anota que razas de maíz como el elotero de Sinaloa, nal-tel, motozinteco, pepitilla o tepecintle son solo algunas de las que componen las alrededor de 60 que existen en México, la mayoría desconocidas para los mexicanos. De ahí la importancia de conocer la diversidad alimenticia con la que cuenta el país.

“Me sorprende cómo conocemos los vinos, las uvas; hay una sofisticación impresionante que desafortunadamente no tenemos en cuanto al maíz”, advierte.

En Conabio, explica, “trabajamos principalmente con las ferias de agrobiodiversidad, una iniciativa donde los campesinos intercambian semillas. Más que guardarlas lo que se hace es que se conservan a través del consumo y del intercambio. Se hace un tianguis con una variedad de productos. Los campesinos ahí no solo cambian semillas sino que también intercambian conocimientos. Y no solo sobre el maíz sino respecto de otras milpas. La milpa es un sistema agroalimentario que abarca también frijol, calabaza y muchas otras plantas, como los quelites, que son muy nutritivos pero fueron muy despreciados. De ahí el dicho ‘me importa un bledo’: el bledo es un quelite. Entonces nosotros le apostamos a valorar y a difundir estas riquezas alimentarias, ya que la diversidad genética precisamente nos ayuda a protegernos ante estos cambios climáticos que vivimos”, finaliza.

La instalación Tierra de maíces estará abierta hasta octubre próximo. El acceso es libre. Se puede visitar en el Atrio de San Francisco, en el Centro Histórico de la capital del país.