SEQUÍA: 15 ESTADOS EN RIESGO DE QUEDARSE SIN AGUA

Monterrey y la Ciudad de México sufren de un grave estrés hídrico: se calcula que la primera tiene agua para 60 días y la segunda para dos años.

Martha Mejía
Bienestar
Barcos y paseo recreativo en la Presa de la Boca es afectado por los bajos niveles de agua en la Presa de la Boca
Gabriela Pérez/Gabriela Pérez

La sequía ya cubre más de 80% del territorio nacional: de acuerdo con el Monitor de Sequía de México de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) solo 19.98% se encuentra sin afectación.

El reporte que elaboró el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) explica que en la última quincena dos sistemas de alta presión generaron tiempo despejado y altas temperaturas, condición que favoreció el incremento de áreas con afectaciones por la falta de lluvias y escurrimientos.

De esta forma, la categoría anormalmente seco (D0) aumentó en porciones de Nuevo León y Tamaulipas, así como en Guanajuato, Hidalgo, centro de Veracruz, Puebla, Ciudad de México, Tlaxcala, Oaxaca y Chiapas.

Además avanzó el incremento de áreas con sequía de moderada a severa (D1 a D2) en el noroeste, centro norte, oriente y occidente, mientras que las sequías extrema y excepcional (D3 y D4) crecieron en el norte y noreste del país.

“Al 15 de abril de 2022 el área con sequía de moderada a excepcional (D1 a D4), fue de 53.25% a nivel nacional, es decir, 7.24% mayor que lo cuantificado al 31 de marzo del año pasado”, señala el reporte.

La herramienta también indica que los impactos se resienten en 80% del país, en contraste con 74% de hace 15 días.

“La sequía es una anomalía climatológica transitoria en la que la disponibilidad del agua se sitúa por debajo de lo habitual en un área geográfica; se trata de un proceso natural, recurrente y periódico”, explica J. Antonio Benjamín Ordoñez Díaz, profesor investigador del Tec de Monterrey.

Esta condición, dice, “pone de manifiesto que en el ambiente no hay suficiente agua para las propias funciones del ecosistema, es decir, hay un estrés hídrico, una falta de disponibilidad del líquido para que las plantas y todos los organismos que dependen de este puedan realizar su funciones más elementales. También la sequía puede ocurrir hoy y terminar mañana o puede empezar hoy y terminar en 20 años”, explica el especialista, quien recién presentó un balance hidrológico del país dentro del foro Círculo de Liderazgo Periodístico.

Por otro lado, afirma, algunos factores que inciden en la sequía —en su intensidad, duración y el área que pueda llegar a abarcar, por ejemplo— se pueden modificar debido a acciones antropogénicas: “La perturbación que podamos hacer dentro del entorno hace que la sequía se acentúe o alargue ese intervalo de tiempo en el que se manifiesta”.

El Monitor de Sequía de México también indica que al 15 de abril 26.77% del territorio nacional se encuentra anormalmente seco (D0); 28.55% con sequía moderada (D1); 20.48% con sequía severa (D2); 4.02% con sequía extrema (D3), y 0.20% con sequía excepcional (D4).

En cuanto a municipios, 896 tienen sequía, 886 se encuentran anormalmente secos y 681 están sin afectación.

Las entidades sin sequía de D1 a D4 son Campeche, Ciudad de México, Guerrero, Morelos, Quintana Roo, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán.

De acuerdo con Ordóñez Díaz, en general el recurso hídrico per cápita disminuye en muchos países del mundo debido en gran parte al crecimiento poblacional y refiere que en el caso de México actualmente tiene más de 138 millones de personas, lo que sin duda aumenta la demanda de agua.

Pero la sequía no ataca exclusivamente a México: esta condición climatológica también cubrió 27.9% de América del Norte y afectó a 26.8% de la población del continente al cierre de marzo de 2022, según el Monitor de Sequía de América del Norte (NADM, por sus siglas en inglés).

“La temperatura global de la superficie del año hasta la fecha (enero-marzo) también fue el quinto periodo más cálido registrado. Según las perspectivas del ranking anual de temperatura global del NCEI es prácticamente seguro (>99.0%) que 2022 se clasificará entre los diez años más cálidos registrados”, indica el reporte.

Escasez

“La sequía también puede dar espacio a que comience la escasez de agua. El estrés hídrico también es uno de los elementos que nos permite medir qué tan intensa es esta anomalía climatológica”, explica el catedrático del Tec de Monterrey.

México, dice, “tiene un clima muy particular. La investigadora Enriqueta García logró describir más de 60 climas en el país. Sus mapas nos permiten ver a detalle que más de 60% del territorio nacional tiene condiciones de escasez de agua. Entonces, el clima es un indicador muy fuerte que nos permite entender por qué si desarrollamos una población en un lugar donde hay estrés hídrico prácticamente se va a acentuar la sequía hasta llegar a ser un lugar desolado”.

Agrega que la ubicación geográfica de nuestro país hace que tenga diferentes conformaciones: “Encontramos lugares donde llueve poco, menos de 100 milímetros por año, y lugares en el sur donde llueve mucho y que van de tres mil a cuatro mil 500 milímetros. Vale aclarar que un milímetro equivale a un litro por metro cuadrado. A lo anterior se suma el pobre tratamiento del agua que tenemos en el país; que no se cosecha; y también la deforestación”.

De acuerdo con el especialista las altas temperaturas registradas en estos meses favorecen la evaporación del agua y con ello la escasez de la misma.

“Existen temperaturas elevadas a lo largo y ancho del país y esto hace que el agua que está en charcos, ríos o escurriendo, o en las vegetaciones, se evapore porque el calor arrastra el agua hacia otros lugares”, puntualiza.

A este proceso se le conoce como “evapotranspiración” y es el efecto que hace que el agua que está en el suelo se evapore.

Por su lado, Manuel Perló Cohen, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, coincide en señalar que el estrés hídrico también tiene relación directa con el crecimiento de las ciudades en regiones del país donde el líquido viene fundamentalmente del manto freático.

“Un escenario de cambio climático que ya representa un aumento de temperatura y disminución de la precipitación pluvial, afectará de manera significativa a las fuentes hídricas superficiales en esas zonas”, advierte Perló.

Día cero

En 2018 Ciudad del Cabo, capital de Sudáfrica, encendió la alarma en todo el mundo al anunciarse que sería la primera metrópoli en llegar al Día Cero, es decir, quedarse completamente sin agua.

No obstante, la capital sudafricana no es la única que enfrenta desde ese entonces estas condiciones.

Actualmente en nuestro país Monterrey y la Ciudad de México sufren de un grave estrés hídrico. “La primera tiene agua para 60 días y la segunda cuenta con una reserva para dos años”, asevera Ordoñez Díaz.

Históricamente Nuevo León ha tenido un déficit hídrico y esto se debe, de acuerdo con los especialistas, a la falta de un tratamiento adecuado del agua y a un plan ineficiente de ahorro.

“Monterrey ha tenido un desarrollo industrial grande y un déficit hídrico, pero al agua de los escurrimientos naturales no le están dando mucha atención. Se utiliza sin medir la capacidad y ahora está siendo complementada con agua de pozo, pero se está acabando porque ese proceso de evapotranspiración hace que no se infiltre el agua”, explica el especialista en temas de sustentabilidad.

De La Boca, en Nuevo León, el investigador señala que la presa bajó sus niveles porque se perdió toda la cubierta vegetal que arropaba la recarga, pero también el flujo del agua sobre el terreno: al no tener vegetación el agua, cuando cae, arrastra todos los sedimentos y se satura de material: barro, arcilla, lodo en las presas y las colapsan.

En este sentido, apunta que de nada sirve hacer infraestructuras costosas con un gasto increíble si no se entiende que no hay que sobreexplotar los recursos hídricos. “Hay que tener bien calculado cuánto tenemos y cuánto gastamos sin rebasar 50 por ciento”.

Por ejemplo, dice, actualmente el consumo del agua en Nuevo León equivale a un punto porcentual de todas las reservas y, como están a 20%, si sigue el consumo el calendario que se estableció para el agua y el tandeo puede permitir que la población garantice abasto de forma intermitente para 40 días; esto permite garantizar al menos 60 días, de acuerdo al manejo de los mecanismos de tandeo. “Estamos en una situación crítica”, sostiene.

El problema, explica, es que Monterrey no trata sus aguas residuales. “No se le da tratamiento a las aguas residuales, ni de las industrias, ni en la parte agrícola, ya que si le diéramos tratamiento al menos a 50% de toda esta agua Nuevo León podría tener agua para más meses”.

Apunta que toda el agua que se ensucia se tira al drenaje y no le dan un tratamiento adecuado. Y reitera: “Por un lado no hay cosecha de agua; segundo, está creciendo mucho la ciudad y no tiene garantizado el abasto del agua; tercero, Monterrey se caracteriza por un déficit hídrico, siempre le ha faltado el agua. Esos son los factores”.

La CDMX y sus reservas

Desde hace décadas en la Ciudad de México la explosión demográfica y el desperdicio son causa de que el agua sea insuficiente para sus ahora más de 21 millones de habitantes.

“En la Ciudad de México la reserva no está tan bien. La manera en cómo se gasta la reserva de agua nos da para dos años”, asevera el especialista del Tec de Monterrey. “Algunos escenarios predictivos de colegas de mediano plazo se alcanzan ya en estos años. Hay una alarma prendida en todo México, porque al hacer el balance hidrológico el déficit hídrico en el Estado de México nos permite identificar el error en el que vivimos”.

Comparte que la Ciudad de México ahora se nutre en algunas partes del Sistema Cutzamala bombeando 15 mil litros por segundo, “pero el Cutzamala no tiene tanta agua para ese bombeo y además se quita el agua a otras comunidades, sin compensarles ni restaurar los ecosistemas”.

En este sentido, dice que por ejemplo la transformación del territorio en Michoacán y el Estado de México a lo largo y ancho del Cutzamala presenta deterioro ambiental y deforestación.

Al respecto, Perló agrega que, asimismo, para poder abastecer a la capital del país se sobreexplotan los mantos acuíferos “de nuestra propia geografía y de los vecinos (Estado de México e Hidalgo), algunos a 100 kilómetros de distancia”.

México cuenta con 653 acuíferos y 38.7% de este recurso utilizado en el país proviene de esas fuentes. “De estos, 105 están sobreexplotados, es decir, la extracción excede a la recarga, en varios de ellos en más de 100%”, indica.

Ejemplifica: en el Valle de México, el acuífero denominado Texcoco presenta esta situación en 800%. La mayoría de los acuíferos está donde llueve menos, del centro al norte del territorio, en entidades como Querétaro, San Luis Potosí, Durango, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León, la costa del Pacífico Norte y en la Península de Baja California.

En esta región del territorio nacional, agrega, “extraemos del subsuelo 40 mil litros por segundo, lo que significa dos terceras partes del total que se consume en el área metropolitana de la Ciudad de México. Otra cantidad importante la traen del sistema Cutzamala y una más del acuífero Toluca-Lerma”.

Tenemos acuíferos “extraordinarios, generosos, que han servido a toda la nación, en especial a aquellas zonas donde llueve poco, donde no hay líquido disponible en fuentes superficiales. En este sentido, si no hacemos cambios drásticos en materia del vital líquido subterráneo nos encaminaremos a una catástrofe silenciosa”.

¿Qué hacer?

Ante la problemática de la sequía y el estrés hídrico Benjamín Ordoñez Díaz, experto en cambio climático, comenta que un tratamiento respetuoso del agua, la cosecha de la misma y preservar la vegetación son puntos claves para tener el vital líquido durante todo el año.

“Tenemos que empezar a cosechar agua, lo que implica darle un tratamiento respetuoso y preservar la vegetación que sirve como un filtro para que el agua no se vaya sino que se infiltre al subsuelo. El abasto de agua tiene que estar relacionado con el ordenamiento del territorio y las actividades agrícolas, industriales y de desarrollo urbano”, indica.

Menciona que la ciudadanía puede ejercer acciones como “ahorrar agua, hacer cisternas de mayor capacidad que permitan guardar una buena cantidad de agua e incorporar filtros para que el agua de la cisterna se pueda beber”.

Además refiere que deben establecerse plantas de tratamiento de aguas residuales para que el agua que sale con una carga orgánica se pueda filtrar y se reincorpore hacia las áreas verdes.

Por su lado, Manuel Perló Cohen agrega que es importante proteger las áreas de recarga del acuífero. “Debemos conservarlas como si fueran lugares sagrados, porque si las perdemos el agua que debería infiltrarse va a correr por el asfalto e irá a dar al drenaje. Una opción más es hacer la recarga artificial de acuíferos con agua tratada de calidad, como lo que se realiza en países como Estados Unidos, Australia, Alemania o Israel”.

Otra alternativa es la construcción y mantenimiento de más plantas de desalinización. En México la mayoría de las plantas desalinizadoras se destinan al abastecimiento de agua potable en desarrollos turísticos, pequeñas comunidades y agricultura de exportación.

De acuerdo con el director general de la Conagua, Germán Martínez, se han desarrollado trabajos relevantes en las plantas desalinizadoras de ósmosis inversa de la ciudad de Cabo San Lucas, Baja California Sur, para el abastecimiento de las localidades de Guaymas y Empalme, Sonora, y la de la Comisión Estatal del Agua en Ensenada, Baja California.

No obstante, el éxito en la instalación de este tipo de proyectos de tecnología avanzada depende principalmente de que sean autosostenibles económicamente para que los municipios y organismos operadores puedan cubrir los altos costos que representa su operación.

Una propuesta más es aprovechar el agua pluvial. Al respecto, Nabani Vera Tenorio, de Isla Urbana, explica que con un buen sistema de captación de agua de lluvia se puede abastecer con agua de calidad a una familia de cinco a doce meses cada año. Sin embargo para que el sistema de captación funcione se debe tener una precipitación promedio de al menos 400 milímetros, aunque lo ideal es que sea de 700 milímetros.

“El agua de lluvia bien tratada la puedes utilizar y aprovechar para todos los usos, incluso para beber”, finaliza.