Aunque muchos temen a serpientes y alacranes, en México son las abejas las que causan más muertes por animales ponzoñosos: entre 80 y 90 personas fallecen anualmente por sus picaduras, según datos del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
El problema se agrava cuando se trata de ataques masivos —con 70 o más picaduras— o cuando la persona afectada es alérgica y sufre un shock anafiláctico. Esto hace que el tratamiento sea más complejo y, en muchos casos, insuficiente.
Por comparación, las mordeduras de serpiente provocan unas 34 muertes al año, aunque se registran cerca de cuatro mil envenenamientos. Según el investigador Edgar Enrique Neri Castro, del IBt, solo 20 % de las serpientes en el país son peligrosas, pero encontrarlas es difícil, pues son de hábitos nocturnos. Los accidentes ocurren, sobre todo, en zonas rurales.
En cuanto a los alacranes, México lidera el mundo en casos: se estiman unos 300 mil al año. Aun así, no todas las especies representan riesgo médico; las más peligrosas se encuentran en el norte y centro del país.
Los investigadores de la UNAM han logrado grandes avances en el estudio de estos venenos. Algunos de los hallazgos más importantes incluyen componentes neurotóxicos en varias especies de víboras mexicanas, lo que cambia el enfoque clínico para tratarlas.
Actualmente, los antivenenos producidos en el país, como Antivipmyn y el nuevo Inoserp, aprobado por COFEPRIS, cubren la mayoría de especies peligrosas. Sin embargo, el acceso rápido a tratamiento sigue siendo clave para evitar complicaciones.
Los especialistas insisten: ante cualquier picadura o mordedura, lo más importante es no automedicarse y acudir de inmediato al hospital. En muchos casos, el tiempo es lo que define la diferencia entre una recuperación completa y un daño grave.