Las meliponas, símbolo de soberanía alimentaria, son clave para mantener el equilibrio de los ecosistemas, sobre todo en climas tropicales.
En los rincones tropicales de México habita una especie de abejas que a diferencia de las más conocidas no poseen aguijón: las meliponas, también llamadas abejas sin aguijón, son un grupo diverso con más de 40 especies registradas en el país.
Aunque pequeñas y discretas, estas abejas han sido fundamentales para los ecosistemas y las culturas mesoamericanas desde tiempos prehispánicos.
Las meliponas pertenecen, de hecho, a un linaje evolutivo que perdió el aguijón hace millones de años, posiblemente como resultado de una adaptación energética.
“Son abejas sociales que viven en colonias con reina y obreras, almacenan miel y polen, pero no pueden picar. Sin embargo, su papel como polinizadoras en las selvas tropicales es crucial”, explica en entrevista Ismael Hinojosa, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.
Estas abejas, que prosperan principalmente en regiones húmedas del sur y sureste de México —como Chiapas, Oaxaca, Veracruz y la Península de Yucatán—, sostienen la reproducción de cientos de especies de plantas. Muchas de ellas, además, tienen valor económico y cultural. “Sin meliponas, gran parte de la diversidad vegetal en estos ecosistemas simplemente no existiría”, indica el especialista.
Miel sagrada
Desde épocas ancestrales culturas como la maya, la totonaca y la zapoteca han criado meliponas para aprovechar su miel.
Una de las especies más conocidas, Melipona beecheii, se consideraba entre por los mayas, quienes la llamaban Xunán kab (“Señora abeja”) Su miel no solo era alimento, sino también medicina y ofrenda espiritual.
Hoy ese conocimiento tradicional se confirma con estudios científicos. Investigaciones como In Vivo Wound-Healing and Anti-Inflammatory Activities of Honey Produced by Melipona beecheii Bees han demostrado que esta miel tiene propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes en modelos animales.
Otro estudio, Microbiological Quality and Antibacterial Activity of Honey Produced by Melipona beecheii, comprueba su capacidad para inhibir bacterias, como Staphylococcus aureus y Escherichia coli.
Estas propiedades explican su uso para tratar tos, irritación de garganta, heridas, quemaduras, infecciones digestivas e incluso para cuidar la piel. Se trata de una miel más líquida, ácida y de sabor complejo, pero de alto valor terapéutico y económico, muy cotizada incluso en el mercado internacional.
Además, su producción artesanal, vinculada a prácticas respetuosas con la naturaleza, la convierte en un símbolo de soberanía alimentaria, medicina natural y conexión con el territorio.
Amenazas invisibles
Las meliponas, a pesar de su importancia, enfrentan múltiples amenazas. La principal es la pérdida de hábitat que provocan el cambio de uso de suelo, la deforestación y la agricultura intensiva.
“El problema no es solo que les quiten el espacio: también los agroquímicos, pesticidas y herbicidas contaminan los recursos que necesitan para sobrevivir”, advierte Hinojosa.
El cambio climático y la introducción de enfermedades por otras especies también afectan sus poblaciones. Muchas especies nativas son altamente especializadas, lo que las hace más vulnerables a cambios ambientales drásticos.
A esto se suma la falta de información sobre su ecología y distribución, lo que dificulta implementar acciones de protección efectivas. Aun en las ciudades puede dársele ayuda: plantar especies nativas y crear espacios donde aniden es una forma de cuidarlas desde casa.
Las Nubes
Frente a estas amenazas surgen esfuerzos de conservación que combinan ciencia, tradición y trabajo comunitario. Uno de los ejemplos más inspiradores se encuentra en el Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC) Las Nubes, en el ejido de Santa Rosa Las Nubes, municipio de Mapastepec, Chiapas.
En esta zona, ubicada en la región de influencia de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) impulsa un proyecto de meliponicultura con enfoque comunitario y de género.
A través del programa Procodes apoya a un grupo de diez mujeres ejidatarias para criar abejas meliponas, producir miel de forma sostenible y conservar su biodiversidad local.
Las Nubes cuenta actualmente con 13 cajas con colonias de Scaptotrigona mexicana y Tetragonisca angustula, dos especies nativas adaptadas a la zona. Se espera alcanzar 20 colmenas productoras para este año.
La miel ya se comercializa en formatos pequeños y las mujeres han adquirido conocimientos técnicos y ambientales que ahora comparten con otras comunidades. Además, la iniciativa fortalece el tejido social del ejido y ha generado nuevas fuentes de ingreso sin comprometer los recursos naturales.
El aprovechamiento sustentable de estos insectos también reduce prácticas antiguas —como la extracción directa de miel desde los troncos de los árboles—, favoreciendo métodos más éticos y duraderos.
Las mujeres meliponicultoras identifican el daño que causan los plaguicidas a los polinizadores y promueven activamente prácticas agroecológicas para protegerlos.
Ciencia, tradición y futuro
El caso de Las Nubes muestra que es posible generar beneficios económicos sin comprometer el entorno natural. Además, fortalece el conocimiento tradicional que por siglos ha garantizado la convivencia armónica entre las personas y las abejas nativas.
Para lograrlo a mayor escala es necesario preservar los ecosistemas que permiten a las meliponas alimentarse y reproducirse, evitar el uso de pesticidas nocivos y promover cultivos amigables con los polinizadores.
“Cuidar a las abejas meliponas es cuidar también la salud de nuestros suelos, nuestras plantas”, concluye Hinojosa.
En un mundo cada vez más amenazado por la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, las meliponas vuelan como un recordatorio silencioso: la vida se sostiene con pequeños gestos, y a veces, con abejas que no pican, pero curan.

