CDMX, 12 de noviembre. Noviembre azul no es una simple moda, sino un recordatorio poderoso sobre la importancia de la prevención y la detección temprana del cáncer de próstata. Esta enfermedad afecta cada año a miles de hombres en todo el mundo y continúa siendo uno de los principales desafíos de salud pública en América Latina.
En este contexto, el acceso a tecnología médica y los estigmas que aún persisten en torno al cuidado de la salud masculina juegan un papel crucial que no podemos ignorar, comparte Guillermo Murra, CEO y General Manager GE HealthCare México.
Al respecto, el Observatorio Global del Cáncer revela que en 2022 hubo más de 1,467 nuevos casos a nivel mundial. Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que, en la región, este padecimiento es el más frecuentemente diagnosticado (21.8%) en la población masculina, superando al de pulmón (8.6%), colorrectal (7.7%) y vejiga (4.5%).
En México, el panorama también exige atención inmediata. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023 hubo 91,562 muertes por cáncer; de éstas, el de próstata, fue el principal responsable de fallecimientos en hombres de más de 60 años, lo que lo convierte en uno de los más mortales.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), entre los hombres que no cuentan con seguridad social, siete de cada diez sobreviven cinco años después del diagnóstico, con diferencias según el nivel de pobreza de la localidad: 72% en municipios menos pobres, 54% en los más pobres y 47% en casos diagnosticados con pronóstico oncológico desfavorable.
Frente a ello, Guillermo Murra, CEO y General Manager GE HealthCare México explica que la tecnología médica no solo representa una herramienta de diagnóstico, sino una fuente de esperanza, ya que la innovación ha transformado la forma en que se identifica y se trata el cáncer de próstata, ofreciendo alternativas más precisas, menos invasivas y con mejores resultados clínicos.
Entre los avances más relevantes destacan la resonancia magnética multiparamétrica, capaz de localizar con precisión lesiones sospechosas y evitar procedimientos innecesarios; los estudios de PET-PSMA permiten detectar metástasis con una sensibilidad superior; y los biomarcadores moleculares facilitan una detección temprana sin requerir pruebas invasivas.
Asimismo, la incorporación de Inteligencia Artificial (IA) en el análisis de imágenes médicas ha permitido acelerar el diagnóstico y reducir el margen de error, contribuyendo a decisiones terapéuticas más personalizadas.
De forma indirecta, estas innovaciones también están impulsando la creación de protocolos clínicos más precisos y homogéneos. En México, organismos como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) han incorporado guías actualizadas de atención integral para el cáncer de próstata, con el objetivo de estandarizar la calidad del diagnóstico y el tratamiento en todo el sistema de salud.
La tecnología, sin embargo, no basta por sí sola. Su impacto real depende de políticas públicas que impulsen su adopción, de profesionales de la salud capacitados para utilizarla y de una sociedad consciente que fomente la prevención. La conversación sobre la salud masculina sigue siendo, en muchos casos, un tema postergado. Romper los estigmas alrededor de las revisiones médicas, del antígeno prostático (PSA) y de los estudios clínicos es un paso fundamental hacia una cultura del autocuidado.
En el marco de este mes, es importante recordar que una consulta médica a tiempo puede marcar la diferencia. La detección temprana salva vidas, y los avances tecnológicos actuales pueden convertir un diagnóstico, la mayoría de las veces, en una oportunidad, precisa el especialista.
En noviembre, el azul no es solo un color: es el reflejo de un compromiso con la salud, la innovación y la esperanza. Este mes, más que una conmemoración, es un recordatorio de que el cuidado y la prevención deben acompañarnos todo el año. Como hombres, revisarnos no es un acto que deba posponerse, sino una forma de asumir la salud como responsabilidad personal y colectiva.
Con colaboración intersectorial, educación médica y tecnología al servicio de las personas, es posible cambiar la historia del cáncer de próstata y ofrecer a más hombres la posibilidad de un futuro más largo y pleno de bienestar.

