Conozca los síntomas de cálculos renales y cómo prevenirlos

Los cálculos renales son masas sólidas formadas por minerales y sales que se agrupan dentro del riñón

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Cortesía Mass General Brigham
Bienestar
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El dolor llega sin aviso. A veces comienza en la espalda, se extiende al abdomen o baja hasta la ingle. En muchos casos, se trata de cálculos renales, conocidos coloquialmente como piedras en el riñón: pequeñas acumulaciones sólidas que pueden generar molestias intensas y, si no se tratan a tiempo, provocar infecciones o daños al sistema urinario.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, la incidencia estimada es de 24 casos por cada 10,000 habitantes, y se calcula que entre el 10% y el 12% de la población desarrollará litiasis (formación de cálculos renales) en algún momento de su vida.

Conocer los síntomas de cálculos renales es el primer paso para actuar a tiempo. Según el Dr. Walter P. Mutter, nefrólogo de Mass General Brigham, identificar los indicios tempranos y recibir tratamiento oportuno puede prevenir complicaciones graves. Además, el especialista comparte recomendaciones prácticas para reducir el riesgo de formar nuevos cálculos en el futuro.

Cálculos renales: qué son, señales de alerta y cómo se diagnostican

Los cálculos renales son masas sólidas formadas por minerales y sales que se agrupan dentro del riñón o, en algunos casos, en la vejiga. Se generan cuando estas sustancias, que normalmente se eliminan con la orina, se concentran y cristalizan con el tiempo. Su tamaño puede ir desde un grano de sal hasta una pelota de golf. Mientras más grandes son, mayor la probabilidad de que obstruyan el flujo de orina y causen molestias.

“Los cálculos renales se forman en el sistema urinario”, explica el Dr. Mutter. “Por lo general, se desarrollarán dentro del riñón y a veces en la vejiga. Están compuestos de sustancias que se encuentran presentes naturalmente en nuestra orina, las cuales se cristalizan y acumulan capa tras capa a lo largo de varios meses y años”.

Generalmente, los cálculos no generan molestias mientras permanecen quietos. Pero si se mueven o bloquean el tracto urinario, los síntomas pueden ser intensos y repentinos. Algunos de los más comunes son:

• Experimentar dolores intensos en espalda, costado, parte baja del abdomen o ingle.

• Náuseas y vómito.

• Sangre en la orina.

• Dolor o ardor al orinar.

• Dificultad para orinar o hacerlo en pequeñas cantidades.

• Orina turbia o con mal olor.

• Fiebre y escalofríos.

Para confirmar la presencia de cálculos renales, el médico puede indicar un análisis de orina para detectar sangre o infección, así como estudios de imagen —radiografía, ultrasonido o tomografía computarizada—. Estas herramientas permiten determinar el tamaño, la ubicación y el tipo de cálculo, así como elegir el tratamiento más adecuado.

Causas de cálculos renales

“En último término, en la mayoría de los casos no sabemos con exactitud qué ocasiona los cálculos renales”, indica el Dr. Mutter. “En algunos casos, será posible identificar una condición médica específica que podría aumentar el riesgo de formación de cálculos renales en el paciente. En esos casos, es clave realizar un estudio metabólico detallado para tratar de identificar los factores de riesgo específicos que sean la causa de los cálculos renales”.

En este chequeo más exhaustivo normalmente se considera el historial del paciente, la revisión de medicamentos y el análisis de laboratorio. También puede incluir una recolección de orina de 24 horas, en la que el médico la examina para detectar cualquier cosa en la orina que podría aumentar el riesgo de presentar cálculos renales.

¿Cuáles son los factores de riesgo para cálculos renales?

A pesar de no saber con certeza qué ocasiona los cálculos renales, existen múltiples factores que pueden aumentar la posibilidad de desarrollarlos. Estos incluyen raza y sexo (los hombres blancos tienen mayor probabilidad de desarrollar cálculos renales); tener un tracto urinario obstruido, un historial personal de enfermedades o infecciones urinarias, tener trastorno endocrino y/o del calcio, o tener ciertas condiciones del intestino; tener un historial familiar de cálculos renales; comer alimentos ricos en proteínas o consumir alimentos ricos en oxalatos como espinacas, almendras y ruibarbo; padecer obesidad; y el uso de ciertos medicamentos y suplementos.

Tratamientos de cálculos renales

El tratamiento dependerá del tamaño del cálculo, su localización, los síntomas que provoca y las condiciones del paciente. Algunas piedras pequeñas pueden expulsarse solas con suficiente hidratación. Otras, en cambio, requieren intervención médica.

Las opciones más frecuentes son:

• Ureteroscopía: se introduce una sonda delgada para extraer o fragmentar el cálculo.

• Litotricia por ondas de choque: procedimiento no invasivo que rompe los cálculos para que puedan eliminarse por la orina.

¿Cómo prevenirlos?

Aunque no todos los cálculos se pueden evitar, hay medidas que reducen el riesgo de formarlos:

1. Hidratarse adecuadamente. El Dr. Mutter recomienda beber entre 3 y 4 litros de líquidos al día. Mantener un flujo constante de orina ayuda a diluir las sustancias que forman los cálculos.

2. Mejorar la alimentación. “Reducir el consumo de sal o sodio es especialmente útil para cálculos de calcio, además de brindar beneficios cardiovasculares”, explica el Dr. Mutter. “Los cálculos renales comparten algunas de las mismas anormalidades metabólicas que se asocian con la hipertensión y diabetes, por lo que cualquier medida que tomen las personas para mejorar su salud cardiovascular puede reducir el riesgo de desarrollar cálculos renales”. Además, el especialista recomienda evitar bebidas endulzadas con azúcar, alimentos que contengan jarabe de maíz de alta fructuosa y proteínas animales.

3. Mantener un peso saludable y hacer ejercicio. El ejercicio es una herramienta importante que no solo sirve para reducir su riesgo de desarrollar cálculos renales, sino también para ayudarlo a expulsar los cálculos que ya tiene.

¿Qué debería hacer si tengo cálculos renales?

Lo peor que puede hacer es ignorar los síntomas. Aunque muchas piedras se eliminan sin complicaciones, otras pueden generar infecciones o dañar los riñones si no se tratan. Según el Dr. Mutter, trabajar en conjunto con un urólogo y un nefrólogo es fundamental para resolver el problema actual y prevenir nuevos episodios. “Por desgracia, los cálculos renales no tienen cura, pero pueden tratarse”, señala el especialista. “Y cuanto antes se detecten, más sencillo será evitar complicaciones”, concluye.

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