Dormir no es solo descansar, es una de las piezas más importantes en el desarrollo infantil. Cada noche, mientras los niños duermen, su cuerpo crece, su cerebro organiza los aprendizajes del día y sus emociones se regulan. Sin embargo, cuando las rutinas de sueño no son consistentes o suficientes, las consecuencias pueden afectar desde el estado de ánimo hasta el rendimiento escolar.
Cláudia Medeiros, psicóloga y directora de ACMC (Autism Center México), especializada en el enfoque ABA (Análisis Conductual Aplicado), destaca la importancia de establecer rutinas de sueño estructuradas desde los primeros años de vida.
“El sueño es esencial para el desarrollo cerebral y predice la salud y el bienestar a largo plazo. Durante las horas de descanso, el cuerpo produce hormonas del crecimiento, consolida la memoria y procesa las emociones del día”, explica Medeiros. En niños pequeños, la falta de sueño puede provocar irritabilidad, impulsividad y dificultades para concentrarse, resolver problemas y tomar decisiones.
Estos efectos no se limitan al corto plazo. Una mala rutina del sueño puede impactar habilidades clave como la función cognitiva, el aprendizaje y el bienestar general, especialmente durante la infancia, cuando el cerebro está en una etapa crítica de desarrollo.
Datos clave sobre el sueño infantil:
Los niños en edad preescolar necesitan entre 10 y 13 horas de sueño diario.
La falta de sueño puede generar conductas que se confunden con síntomas de TDAH, como hiperactividad o baja concentración.
Estudios señalan que los niños con buen descanso tienen mejor rendimiento académico y mayor desarrollo emocional.
En el caso de niñas y niños dentro del espectro autista, el sueño es fundamental para el progreso terapéutico y la estabilidad conductual.
ABA y el sueño: estructura y reforzamiento
Desde el enfoque ABA, una de las herramientas más eficaces para generar buenos hábitos es el reforzamiento positivo. “El sueño no es la excepción. Establecer rutinas claras y ofrecer reforzadores sociales, como elogios, fortalece la conducta deseada y facilita que los niños adopten una rutina de sueño saludable”, señala Medeiros.
El enfoque ABA también resalta la importancia de la estructura y la consistencia, dos factores que ayudan a crear un entorno predecible y seguro, esencial para que los niños puedan relajarse y dormir mejor.
La psicóloga Claudia Medeiros, nos comparte estas recomendaciones para establecer una rutina de sueño efectiva:
Mantener horarios fijos para dormir y despertar, incluso los fines de semana.
Diseñar una rutina nocturna relajante: baño, lectura, caricias y luces tenues.
Evitar pantallas al menos una hora antes de dormir.
Utilizar reforzadores positivos verbales como “¡Dormiste toda la noche, qué bien lo hiciste!”
Crear un ambiente de descanso cómodo, sin estímulos distractores ni cambios constantes.
De acuerdo con Cláudia Medeiros, fomentar el buen descanso desde la infancia es una inversión a largo plazo. “Dormir bien permite que el cerebro se reorganice, se fortalezca el aprendizaje y se regulen las emociones. Es una herramienta fundamental para que las niñas y los niños alcancen su máximo potencial”.
Promover rutinas de sueño saludables no solo mejora la calidad de vida en el presente, sino que también construye bases sólidas para un desarrollo cognitivo, emocional y conductual sano.