El imaginario popular le ha dado a esta serpiente un lugar destacado en cuentos, canciones y leyendas, pero en realidad es una especie que contribuye al control de plagas.
En los caminos de tierra que cruzan los campos del centro de México, entre los maizales y los huizaches, aún se escucha un murmullo que mezcla respeto, miedo y misterio: “Dicen que si ves un cincuate, algo va a pasar”, asegura la creencia popular.
Para otros, este reptil es una criatura capaz de dormir a las mujeres que amamantan, de chuparles la leche y de hipnotizar con su silbido a los que la ven pasar.
¿Pero qué hay de cierto en todo esto? ¿Es el cincuate un ser sobrenatural o simplemente una criatura incomprendida de la naturaleza?
Omar Hernández Ordóñez, técnico académico de la Colección Nacional de Anfibios y Reptiles de la UNAM, aclarara en entrevista los mitos que rodean al cincuate y revela su importancia ecológica.
La respuesta es clara: no solo es inofensivo para el ser humano, sino que es un auténtico guardián del equilibrio natural.
¿Qué es?
El nombre científico con el que se conoce a esta serpiente es Pituophis deppei; también se le llama culebra sorda mexicana, o alicante, y es endémica de México. Habita desde el norte de Oaxaca hasta los desiertos de Sonora y Chihuahua, cruzando buena parte del Altiplano Central.
Su cuerpo puede alcanzar hasta 1.5 metros de largo y su grosor ronda los cuatro centímetros, lo cual la hace imponente a la vista, pero no peligrosa.
Pertenece a la familia Colubridae, lo que significa, en términos sencillos, que no es venenosa ni representa una amenaza médica para las personas.
También existe una especie hermana, la Pituophis lineaticollis, que vive principalmente en la región costera del Pacífico, en estados como Guerrero y Oaxaca. Ambas especies tienen características similares y comparten un papel esencial en sus respectivos ecosistemas.
El cincuate ha sido protagonista de numerosas leyendas en comunidades rurales. Según estas creencias es capaz de hipnotizar a las personas, de mamar la leche materna directamente del pecho de las mujeres o de velar tesoros escondidos. Estas historias, aunque fascinantes, no tienen ningún respaldo científico.
“Son relatos que he escuchado muchas veces en campo de generación en generación”, explica Hernández. “Tienen origen en la mezcla de conocimientos populares y la influencia de la visión judeocristiana, que asocia a las serpientes con el mal, el pecado o la tentación. Cuando las personas ven con frecuencia a estos animales cerca de sus casas, especialmente en zonas agrícolas, empiezan a crear explicaciones sobre su comportamiento que surgen del imaginario colectivo”.
En realidad, el cincuate es una serpiente huidiza. Si se siente amenazada, puede enrollarse, levantar la cabeza y abrir la boca, o incluso hacer sonar la hojarasca con su cola para imitar a una serpiente de cascabel, pero “esta es una estrategia defensiva, no un ataque”, indica el especialista.
Cazador silencioso
A diferencia de los temores infundados, la dieta del cincuate es sumamente útil para los humanos. Se alimenta principalmente de roedores como ratas, tuzas y musarañas, además de pequeños reptiles y aves. Esto lo convierte en un control biológico natural contra plagas que afectan cultivos y propagan enfermedades.
“En el campo, esta serpiente cumple un papel fundamental”, aclara el experto. “Donde hay cincuates hay menos roedores, y eso significa menos daños a las cosechas y menos necesidad de usar pesticidas”.
El cincuate no es venenoso (no posee colmillos ni veneno) ni tiene la fuerza para matar a un humano por constricción. A diferencia de las grandes serpientes de otros continentes, como las anacondas o pitones, la Pituophis deppei no posee la musculatura ni el tamaño necesario para representar un riesgo físico. Sus métodos de caza están diseñados para presas pequeñas, a las que inmoviliza apretándolas antes de devorarlas.
A pesar de su utilidad y carácter inofensivo, el cincuate está en declive. La expansión urbana, la deforestación y, sobre todo, la caza por miedo o superstición están reduciendo sus poblaciones. En respuesta, la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT lo clasifica como una especie “Sujeta a protección especial”.
Esto significa que está en una situación de vulnerabilidad que requiere atención, especialmente en lo referente a la conservación de su hábitat natural. Si desaparece, el impacto sobre los ecosistemas y los sistemas agrícolas puede ser profundo.
No obstante, el imaginario popular le da a esta serpiente un lugar destacado en cuentos, canciones y leyendas. En muchas rancherías se dice que su presencia en casa es un buen augurio, que protege los terrenos de plagas y hasta que “no olvida a quien le hace daño”.
Esta ambivalencia entre el respeto místico y el miedo refleja una antigua relación con las serpientes en general. En la cosmovisión mexica, por ejemplo, las serpientes se consideraban entidades sagradas. Aunque el cincuate no ostenta el prestigio de Quetzalcóatl, la “Serpiente emplumada”, sí tiene un espacio simbólico en la tradición oral de muchas regiones.
Qué hacer
Lo mejor que se puede hacer si se ve a un cincuate es dejarlo en paz. “En campo, basta con rodearlo y dejar que se aleje”, recomienda Hernández Ordóñez. “En zonas urbanas, lo ideal es llamar a bomberos o Protección Civil. Ya están capacitados para capturarlo y reubicarlo sin lastimarlo. Además, matarlo podría constituir un delito”.
Salvar al cincuate no requiere grandes campañas, sino un cambio en nuestra manera de pensar. Aquí algunas acciones sencillas pero efectivas.
Educar Hablar con las comunidades sobre el papel del cincuate ayuda a desmitificarlo y promover su conservación.
Proteger su hábitat Las zonas boscosas y semiáridas deben conservarse para que estas serpientes puedan vivir y reproducirse.
Evitar su caza Respetar las leyes ambientales y denunciar actos de crueldad o captura es una responsabilidad ciudadana.
El cincuate, más que un personaje de leyenda, es un eslabón vital en los ecosistemas mexicanos. Su desaparición significaría el aumento de plagas, el uso excesivo de químicos en el campo y la pérdida de un valioso fragmento de biodiversidad.
Así que la próxima vez que escuche un silbido entre los arbustos o se cruce con un cincuate en el camino, recuerde que se trata de un guardián que trabaja en silencio para que el equilibrio natural se mantenga.