El Parkinson podría iniciar en el intestino, no en el cerebro

El síntoma más reconocido es el estreñimiento crónico, con evacuaciones poco frecuentes o heces muy duras

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CDMX. 19 de noviembre de 2025. Actualmente existe evidencia medica que indica que el Parkinson tiene síntomas digestivos años antes de los síntomas motores típicos del Parkinson. “Se ha visto que en muchos pacientes con Parkinson aparecen depósitos de alfa-sinucleína en el intestino y en el nervio vago, antes que en el cerebro. En modelos animales, cuando esta proteína se acumula en el intestino, termina alcanzando áreas cerebrales implicadas en el movimiento.

Además, estudios poblacionales muestran que quienes se sometieron a vagotomía (resección del nervio vago) parecen tener menor riesgo de desarrollar la enfermedad. Estos hallazgos respaldan la idea de que, al menos en algunos casos, el proceso podría iniciarse fuera del cerebro”, afirmo el Dr. Eduardo Argüelles González, especialista en medicina interna y neurología con alta especialidad en trastornos del movimiento y enfermedades neurodegenerativas.

El actual titular del Centro de trastornos de Movimiento y Neuromodulación de Médica Sur, agregó que se han encontrado depósitos de la proteína alfa-sinucleína (una proteína relacionada con el desarrollo de esta enfermedad) en el plexo entérico y se ha propuesto que estos agregados pudieran “viajar” hacia el cerebro a través del nervio vago. Esto encaja con el hecho clínico de que muchos pacientes tienen síntomas digestivos años antes de los síntomas motores típicos del Parkinson.

El intestino es un órgano inmunológico sumamente activo y alberga una enorme comunidad de bacterias que modulan inflamación, metabolismo y producción de neurotransmisores. En pacientes que viven con Parkinson se han descrito alteraciones consistentes en la composición de la microbiota: disminuyen ciertas bacterias “protectoras” y aumentan otras “proinflamatorias”.

Este desequilibrio podría favorecer un ambiente inflamatorio crónico en la pared intestinal, facilitar la agregación de alfa-sinucleína y contribuir a que la señal patológica se propague al sistema nervioso central.

El síntoma más reconocido es el estreñimiento crónico, con evacuaciones poco frecuentes o heces muy duras. También pueden aparecer sensación de vaciamiento incompleto, distensión abdominal, gastroparesia (digestión muy lenta, sensación de llenura precoz) y, en algunos casos, cambios en el olfato y en la salivación que se relacionan con esta misma vía patológica.

Aislados no significan “ya tengo Parkinson”, pero en conjunto con otros datos de sueño, ánimo y olfato pueden ser parte de la fase prodrómica.

En algunos estudios, el estreñimiento y otros síntomas digestivos han precedido al diagnóstico motor entre 10 y 20 años. Es decir, el cuerpo empieza a “avisar” mucho antes de que aparezca el temblor o la rigidez que la gente identifica con el Parkinson. Esto refuerza la idea de que la enfermedad es un proceso muy largo y que la etapa visible en consulta es solo la punta del iceberg, comento el especialista en medicina interna y trastornos del movimiento.

“Hoy en día no existe un estudio intestinal que usemos de forma rutinaria para “predecir” Parkinson. Se han probado biopsias de colon o de mucosa rectal buscando depósitos de alfa- sinucleína, con resultados interesantes, pero todavía variables y poco estandarizados. Por ahora son herramientas usadas solo en investigación; en la práctica clínica el riesgo se evalúa mejor combinando síntomas prodrómicos (digestivos, del sueño, del olfato) con estudios de imagen o pruebas funcionales en casos seleccionados” declaró el Dr. Eduardo Argüelles González.

Una manera de retrasar la aparición de los síntomas sería la alimentación, la cual tiene un impacto directo sobre el intestino. Cuando comemos de forma equilibrada, con suficiente fibra, frutas y verduras, ayudamos a mantener una microbiota diversa y estable, que protege contra la inflamación. En cambio, una dieta alta en alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas altera ese equilibrio y favorece un ambiente inflamatorio que puede influir en procesos relacionados con el Parkinson.

“Lo que mejor respaldo tiene es una dieta tipo mediterránea: alta en fibra, aceite de oliva, pescado, frutos secos, verduras y frutas, y baja en ultraprocesados y carnes rojas en exceso. A esto se suma mantener una adecuada hidratación, actividad física regular y un buen ritmo de sueño. En conjunto, estos hábitos ayudan a regular el tránsito intestinal, estabilizar la microbiota y reducir inflamación sistémica, factores que se consideran protectores para el cerebro” asintió el especialista en trastornos del movimiento.

“Por ello es importante no automedicarse y evitar el uso frecuente de antibióticos ya que el el uso prolongado de antibióticos puede alterar de forma notable las bacterias que viven en el intestino y dejar cambios que tardan en recuperarse. El estrés crónico también influye: modifica la movilidad intestinal, la producción de moco y la respuesta inmune, lo que termina afectando ese equilibrio.

No podemos afirmar que, por sí solos, causen Parkinson, pero sí son factores que pueden aumentar la vulnerabilidad en personas predispuestas” externo el especialista. Si se confirma que en un grupo importante de pacientes el proceso comienza en el intestino, podríamos identificar a las personas en riesgo muchos años antes de los síntomas motores.

Esto abriría la puerta a estrategias preventivas basadas en cambios de estilo de vida, intervenciones sobre la microbiota o terapias dirigidas al sistema nervioso entérico. También cambiaría la forma en que explicamos la enfermedad a los pacientes: dejaríamos de verla solo como un problema del cerebro para entenderla como una condición sistémica donde el intestino tiene un papel protagonista.

Ante este panorama es importante recalcar que los pacientes con Parkinson deben de tener una atención personalizada y con tratamientos individualizados que se adapten a las necesidades de los pacientes.

Este enfoque también tiene implicaciones prácticas para el tratamiento. Si el intestino puede verse afectado desde fases tempranas, es razonable valorar terapias que no dependan de la absorción digestiva y que ayuden a sortear los momentos en que la vía oral se vuelve poco eficaz.

En esta línea, la apomorfina particularmente en formulaciones como Dacepton ® ofrece una alternativa útil para controlar episodios “OFF” de manera rápida y predecible. Para muchos pacientes representa una herramienta que contempla su esquema habitual y les da mayor estabilidad a lo lardo del día, señalo el Dr. Eduardo Argüelles González

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